Irán, Rusia y la república ex soviética de Turkmenistán firmaron hoy un acuerdo de cooperación para el aprovechamiento del petróleo del Caspio, un objetivo complicado por diferencias de opinión en cuanto a la caracterización como lago o mar de ese espejo de aguas.
Los cancilleres de los cinco países ribereños del Caspio se reunieron el martes de noche en Ashqabat, la capital de Turkmenistán, para discutir el asunto. La negativa de dos de ellos, las repúblicas ex soviéticas de Azerbaiján y Kazajstán, a incorporarse al memorando firmado por los otros tres, posterga el veredicto final.
La agencia rusa de noticias Interfax informó este miércoles que los cancilleres de Rusia, Turkmenistán e Irán suscribieron un memorando para crear una empresa de riesgo compartido y explotar los recursos minerales del Caspio modo equitativo.
La empresa estará abierta a Azerbaiján y Kazajstán, que al considerar un lago al Caspio impidieron un acuerdo más amplio, comunicó Interfax.
También inversionistas extranjeros podrán participar de la nueva compañía, según explicó a Interfax el canciller ruso Yegevny Primakov.
La clave del asunto consiste en que los convenios internacionales previstos para lagos con orillas en dos o más países, como el Victoria, de Africa, difieren de los acuerdos relativos a los mares.
Todo país con costas sobre un mar tiene derecho soberano hasta 30 kilómetros de aguas, y derechos limitados hasta 300 kilómetros. Pero en el caso de lagos con dos o más estados litoraleños, éstos lo dividen entre ellos, tratando la superficie de las aguas como si fuera tierra firme.
Mucho está en juego en la discusión. El Caspio es la fuente de 95 por ciento de la producción mundial de caviar, y debajo de su lecho hay cuantiosos depósitos de petróleo y gas natural.
El asunto era de solución simple cuando sólo la Unión Soviética e Irán se asomaban al Caspio. Ambos lo consideraban un mar.
La cooperación económica entre la Unión Soviética e Irán aumentó tras la revolución islámica iraní de 1979, aunque las relaciones políticas fluctuaron de la cordialidad a la frialdad. A mediados de los años 80, los dos estados comenzaron a explorar conjuntamente el Caspio, en busca de petróleo y gas.
La situación se modificó abruptamente en diciembre de 1991, al disolverse la Unión Soviética. La cantidad de estados soberanos ribereños aumentó a cinco, y Azerbaiján cuestionó el estatuto del Caspio como mar. Los azeríes sostienen que es un lago.
Rusia cree lo contrario. A su juicio, el Caspio es un mar, pues está unido al mar Blanco, en el norte, por la vía continuada de aguas que forman lagos, canales y el río Volga. Teherán está de acuerdo con esa tesis.
El lecho del Caspio vecino a Azerbaiján es rico en petróleo y el gobierno azerí firmó un contrato por 7.000 millones de dólares con un consorcio dominado por compañías petroleras occidentales, para la explotación de esos recursos.
Azerbaiján tranquilizó a Moscú con la incorporación al consorcio de la corporación estatal rusa Lukoil, pero la presión de Estados Unidos le impidió mantener su ofrecimiento a la Compañía Nacional de Petróleos de Irán de una participación de cinco por ciento.
Teherán se pronunció entonces con firmeza en respaldo de la argumentación de Moscú.
Irán y Rusia desean que los cinco estados ribereños intervengan en la explotación de los recursos del Caspio. El producto sería transportado por los oleductos y gasoductos que atraviesan territorio iraní y ruso.
Desde su independencia, lograda hace cino alños, Azerbaiján, Kazajstán y Turkmenistán han intentado reducir su dependencia económica de Rusia, que es resultado de su integración durante tres cuartos de siglo en la Unión Soviética.
La cooperación económica con Teherán podría ser un medio de lograr ese propósito. Pero Estados Unidos intenta aislar política y económicamente a Irán, y los estados surgidos de la ex Unión Soviética no están en condiciones de desafiar a Washington.
Irán y Rusia citan en apoyo de su posición la decisión sobre cuotas de pesca en el Caspio tomada en mayo por los cinco países ribereños. Adoptado el principio de explotación conjunta de la pesca, la misma resolución puede aplicarse a los recursos subterráneos.
Azerbaiján, que propone la división territorial del Caspio, intenta lograr el respaldo de Turkmenistán y Kazajstán, y en septiembre logró efectivamente ganar a la segunda de esas dos repúblicas a su causa.
Pero Turkmenistán, que se mantenía neutral, firmó el memorando de Ashqabat junto a Irán y Rusia, alineándose con quienes entienden que el Caspio es un mar.
Azerbaiján y Kazajstán deben ahora revisar sus opciones. Pero no es probable que acepten la decisión de una mayoría todavía estrecha, e insistirán en pedir la adopción de resoluciones por consenso, una meta que parece difícil de lograr. (FIN/IPS/tra- en/dh/rj/ff/ip/96