El hambre y la desnutrición en sus distintos niveles amenaza el futuro de la cuarta parte de la población infantil de Panamá, sobre todo en las regiones indígenas y otras áreas marginales del país.
Un estudio del estatal Patronato del Servicio Nacional de Nutrición (PSNN) reveló que 23,9 por ciento de los 577.000 niños que constituyen la población escolar del país presentan una talla por debajo de lo normal.
De ese porcentaje, 6,2 por ciento está en la categoría de retardo severo, lo cual "afecta negativamente su potencial físico e intelectual", necesario para asimilar los conocimientos académicos, según el PSNN.
En las zonas indígenas kuna, ngobe-buglé y emberá la desnutrición infantil afecta hasta siete de cada diez niños en edad escolar.
El primer lugar en las estadísticas lo ocupa la étnia kuna, radicada en el caribeño archipiélago de San Blas, cerca de la frontera con Colombia, donde siete de cada diez niños que ingresan al primer grado escolar presentan algún grado de desnutrición.
De ese total, 26,3 por ciento presenta retardo severo de talla, lo cual, a juicio del directivo del PSNN Pedro Villaverde, "representa una situación alarmante" que compromete el futuro de ese pueblo.
Un porcentaje similar afecta a los niños ngobe-buglé del distrito de Tolé, en la occidental provincia de Chiriquí, así como a otros miembros de esa etnia radicados en las provincias de Bocas del Toro y Veraguas, cuyos índices de desnutrición van de 40 a 60 por ciento de su población infantil.
Lo más grave de ello, según Villaverde, es que los índices de desnutrición han ido en aumento en los últimos diez años.
Como ejemplo mencionó el distrito de Bocas del Toro, poblado mayoritariamente por ngobe-buglés, en el oeste de Panamá, donde los índices de desnutrición infantil pasaron de 45,7 a 59,7 por ciento entre 1988 y 1994.
En los distritos de Tolé, San Felix y Remedios, en Chiriquí, los porcentajes de desnutrición aumentaron de 45,7 a 59,7, de 52,2 a 57,7, y de 63,4 al 65,5 por ciento respectivamente, en ese mismo período.
Villaverde afirmó que el hambre y la malnutrición infantil siempre está asociada con la carencia de agua potable, falta de saneamiento ambiental, viviendas deplorables, alta incidencia de enfermedades infecciosas, analfabetismo y, sobre todo, falta de tierras para que la población cultive sus alimentos.
El director del Instituto de Estudios Nacionales de la estatal Universidad de Panamá, Juan Jované, advirtió que las verdaderas causas del hambre y la malnutrición infantil hay que buscarlas "en la falta de equidad social que padece el país".
Explicó que mientras 20 por ciento de ricos se queden con 60,3 del total de los ingresos del país, y otro 20 por ciento de pobres sólo reciba 2,7 por ciento de esa riqueza, habrá una parte de la población que se mantendrá marginada del acceso a los alimentos y el progreso social.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), entre 1980 y 1992 10 por ciento de la población de Panamá aumentó su ingreso real por habitante en 19 por ciento.
En el otro extremo, 40 por ciento de la población más pobre tuvo una tasa negativa en su ingreso real de ocho por ciento en ese mismo período.
Actualmente, más de 50 por ciento de los 2,5 millones de habitantes del país vive en condiciones de pobreza absoluta, entre los cuales 27 por ciento se encuentra en la categoría de "extrema pobreza", según datos oficiales.
Jované advirtió que la importancia de ese problema no hay que verla sólo desde la perspectiva humana, sino "como una de las condiciones indispensables para consolidar un proceso de efectiva democracia y asegurar condiciones de estabilidad que permitan un desarrollo dinámico de la economía".
Exhorto al Estado a buscar una pronta solución al problema de la pobreza, mediante una acción concertada que permita la movilización de un conjunto significativo de recursos para combatir el hambre "sobre la base de fortalecer el sentido de solidaridad y equidad de la sociedad panameña". (FIN/IPS/sh/ag/pr/96