Por segunda vez en su carrera política, la primera ministra paquistaní Benazir Bhutto fue privada del poder, acusada de gobernar el país como una autócrata.
Este martes, su gobierno fue disuelto "en el interés de la nación" por su ex aliado político, el presidente Farooq Leghari, quién apeló a discutidos poderes constitucionales para ejecutar la extrema medida.
Cierto número de políticos prominentes, incluído el marido de Butto, Asif Zardari, quien fue ministro de Inversiones en el Exterior, se encuentran en estado de arresto, se informó.
El mandatario, tras disolver el parlamento, designó al ex titular de la asamblea federal como primer ministro provisorio hasta la convocatoria de nuevas elecciones el 3 de febrero próximo.
La segunda caída en desgracia de Bhutto, dos años antes de la finalización de su mandato, no fue una sorpresa. La primera ministra desbarató en forma evidente la tremenda adhesión popular que la llevó al poder en las elecciones de 1993.
El gobierno fue bombardeado con acusaciones de mala administración, corrupción y nepotismo. A esto se agregaron disputas en torno a una confrontación entre el poder judicial y la oposición, lo cual hizo cada vez más dusosa su supervivencia política.
Durante más de un año, el presidente Leghari, quién fue nombrado por Bhutto, advirtió privadamente a la primera ministra sobre la sombría crisis económica.
El mandatario le aconsejó que "limpiara" el gobierno, frenara a su marido -acusado de prevaricato con cada proyecto aprobado por el ejecutivo- de inmiscuirse en los asuntos oficiales, y restaurara la confianza de los inversores extranjeros.
Como nada cambió, Leghari decidió pasar al ataque y pidió en septiembre a la Asamblea que creara una comisión investigadora independiente para que adoptara medidas contra políticos corruptos.
Finalmente sacudida por la acción presidencial, Bhutto trató de poner su casa en orden. El mes pasado introdujo leyes anticorrupción, bajo las cuales la comisión debía formalizar las acusaciones y luego pasarlas a la Suprema Corte para llevar a cabo los procesos correspondientes.
Bhutto tambien se ofreció personalmente para ser investigada. La oposición había estado clamando, a través de la prensa, que la familia gobernante adquirió más de 120 hectáreas en Surrey, Gran Bretaña, valuadas en dos millones de libras esterlinas.
El 23 de octubre, para apaciguar al Fondo Monetario Internacional (FMI), que mantenía congelado el pago de un crédito stand-by por 600 millones de dólares, Bhutto reveló un "minipresupuesto" que pretendía generar 1.000 millones de dólares con nuevos impuestos.
A pesar de que la medida impresionó al FMI porque desembolsó el préstamo, la oposición reaccionó indignada por el aumento impositivo. Las huelgas convocadas por los grupos opositores paralizaron el comercio y acentuaron el clima de malestar.
La semana pasada, un intento de cientos de partidarios del derechista partido musulmán Jamaat-e-Islami de marchar en protesta hasta la Asamblea Nacional en Islamabad, degeneró en violentos motines y choques con las fuerzas de seguridad, que reprimieron duramente a los activistas durante dos días.
Como la oposición amenazó en noviembre con renunciar en masa de la Asamblea, fue evidente que la situación política en Pakistán se deterioraba día a día.
Incluso los partidarios de Bhutto admitieron que la gobernante era incapaz de volcar la situación y restablecer las cordiales relaciones con el presidente, el ejército y el poder judicial, que habría hecho una alianza informal para defender el interés nacional.
Pese a que emergió incólume de una confrontación con los militares, el jefe del ejército, general Jehangir Karamat, supo que Bhutto no estaba conforme con su nombramiento.
Mientras tanto, el fiscal general de Pakistán, Shajjadd Ali Shah, estuvo enfrentado a Bhutto porque trató de interferir en la designación de jueces en los tribunales provinciales de apelación.
Fue justamente una orden judicial la que precipitó la caída del gobierno de Bhutto. Mediante un dictamen que no pudo ser más inoportuno para la primera ministra, el tribunal supremo de Lahore ordenó el lunes la reinstalación del gobierno provincial que la gobernante había expulsado en septiembre de 1995.
No obstante, debe atribuirse a Bhutto el crédito que cayó luchando. En septiembre, despues que el presidente Leghari amenazó con usar sus poderes discrecionales si el gobierno no mejoraba, Bhutto contraatacó en la Asamblea.
"¿Donde está escrito en la Constitución que el gobierno puede ser exonerado si no satisface al presidente, al ejército y al FMI?", demandó.
Al parecer, Bhutto olvidó una lección que había aprendido duramente en 1990, cuando su gobierno fue defenestrado en circunstancias muy parecidas por el presidente de turno. En el turbulento escenario político de Pakistán, el ejército y el jefe del Estado deciden la suerte de los gobiernos.
El poder presidencial para disolver el parlamento fue instituído por el ex dictador militar Zia-ul-Haq, para cimentar su poder en el país. Usó por primera vez el artículo 58 de la Constitución para despedir al primer ministro Mohammad Khan Junejo.
La segunda víctima de la enmienda fue Bhutto, quitada del medio tras 20 meses en el poder, y la tercera fue su sucesor, el líder opositor Nawaz Sharif, quien esta soñando con retornar nuevamente al poder en Pakistán. (FIN/IPS/tra-en/am/an/ego/ip).
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