Las islas del Pacífico Sur atraviesan un momento crítico en sus economías, que afecta a las finanzas públicas y amenaza romper los equilibrios políticos.
Estos países, que dependen de la ayuda exterior, han perdido la importancia estratégica que les hizo interesantes en los años de la Guerra del Pacífico (1941-45), cuando su ubicación geográfica les convirtió en puntos clave para las fuerzas occidentales que combatían al Ejército Imperial de Japón.
Con escasos recursos naturales para explotar, la región en su totalidad soporta el debilitamiento de la ayuda internacional al desarrollo, pero la situación se torna más grave en Vanuatu, donde la penuria financiera causó una grave crisis institucional.
Algunos elementos de la Fuerza Móvil de Vanuatu, un cuerpo paramilitar, llegaron a secuestrar a los gobernantes el mes pasado para forzar el pago de salarios atrasados a los soldados.
Aunque el incidente no fue cruento y los responsables del secuestro fueron sometidos a disciplina, y algunos acusados penalmente, el panorama económico de Vanuatu sigue siendo tan oscuro como el de otras naciones insulares del Pacífico Sur.
Al decaer la financiación extranjera a lo largo de los años, los gobiernos de la región se vieron obligados a buscar medios alternativos para mantener a flote sus economías.
El gobierno de las Islas Cook decidió este año enfrentar el problema de una deuda pública de 95 millones de dólares.
La pequeña nación, que cuenta con una población de 20.000 personas, ha puesto en venta casi todos sus activos públicos y ha despedido a casi la mitad de sus funcionarios y reducido en 65 por ciento los salarios de quienes permanecieron empleados.
Nauru -otra pequeña isla con 8.000 habitantes, ubicada en el Pacífico central- perdió 55 millones de dólares en una inversión realizada en el mercado bursátil japonés, y además el gobierno se vio envuelto en un escándalo financiero que costó al país otros 158 millones de dólares.
Vanuatu no fue una excepción, y finalmente sufrió también algo parecido. Las penurias financieras del gobierno le han puesto en tensión con las fuerzas paramilitares que le apoyan, las cuales no reciben sus fondos desde 1989.
La situación se agravó el 12 de octubre, cuando la Fuerza Móvil de Vanuatu (FMV) dio un golpe de Estado virtual, secuestrando al presidente Jean-Marie Leye, al entonces primer ministro Barak Sope y a un piloto de aviación civil, capitán Ron Sumsum.
La crisis quedó momentáneamente superada cuando el ministro de Justicia, el sacerdote Walter Lini, prometió que el gobierno haría honor a su deuda tan pronto como obtuviera el dinero. La reclamación de los soldados llegaba a 98 millones de dólares.
Ya han recuperado la libertad la mayoría de los miembros de la FMV que fueron arrestados después de la crisis, pero 30 de ellos están sometidos a juicio por secuestro. La Corte Suprema comenzará las audiencias del juicio el 9 de diciembre.
El superintendente de policía, Fake Rakau, elogió la intervención de Lini en el conflicto y se mostró satisfecho con la actuación de su fuerza para diluir una situación potencialmente explosiva.
"Celebro que la policía haya debido intervenir", declaró a IPS. "En pocas semanas más, la Constitución habría sido suspendida, lo mismo que el Parlamento y todo el gobierno". (FIN/IPS/tra-en/et/ks/arl/dv-ip/96