Luego de su segunda derrota electoral consecutiva, el ex presidente de Nicaragua Daniel Ortega enfrenta la arremetida de los sectores más duros del Frente Sandinista, que reclaman una oposición más radical contra el futuro gobierno liberal de Arnoldo Alemán.
Ortega, quien este lunes cumplió 51 años, consiguió 37,7 por ciento de los votos en las elecciones del 20 de octubre, 20 puntos más que los anunciados por los sondeos.
No obstante, no pudo equiparar el 40,6 por ciento que obtuvo en 1990, y por tanto, tampoco alcanzó el número de escaños parlamentarios (39), que el sandinismo conquistó seis años atrás.
En los comicios de octubre pasado, el sandinismo obtuvo 37 diputados y el ex presidente nicaragüense se perfila como el jefe de bancada del Frente Sandinista en la Asamblea Nacional (parlamento), que se instalará en enero próximo.
"Daniel Ortega deberá ocupar su escaño y no sólo por obligación, sino porque no puede dejar sin liderazgo a su bancada", comentó a IPS el democristiano Luis Humberto Guzmán, ex presidente del parlamento en dos períodos.
"Si no asume ese liderazgo, corre el peligro de que la bancada sandinista se disperse, tal como ocurrió en el pasado", advirtió.
Desde 1990 hasta mediados de 1994, la bancada sandinista estuvo dirigida por el ex vicepresidente Sergio Ramírez y se dividió en varias tendencias.
Como resultado, el sandinismo sólo conservó nueve de los 39 escaños que ganó en los comicios de 1990. El resto, en su gran mayoría, se constituyó en la bancada del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), liderado por Ramírez, que en los comicios del 20 de octubro obtuvo sólo 0,4 por ciento de los votos.
Durante una concentración partidaria el día 8, Ortega expresó implícitamente su voluntad de encabezar la oposición legislativa y enfrentarse a la bancada liberal de 42 diputados.
"Ahora sí vamos a tener diputados que van a trabajar unidos, cohesionados con el pueblo y para el pueblo, y no tendremos un solo Judas", afirmó el líder sandinista en alusión a sus ex compañeros.
Además del reto parlamentario, Ortega está enfrentando la arremetida del sector más radical del sandinismo, que le pide que deje a un lado su imagen conciliadora y conduzca la lucha cívica contra los liberales, defendiendo los intereses de los sectores más pobres.
"La gente espera de Daniel (Ortega) más beligerancia, que vuelva a ponerse a la cabeza de las protestas populares, de la lucha por la Alcaldía de Managua", dijo Gadiel Arce, secretario político del Distrito 6 de Managua, el más poblado de la capital.
No obstante, en el sandinismo no se perfila aún ningún dirigente que compita con Ortega, ni siquiera Tomás Borge, el único de los fundadores del Frente Sandinista que está con vida.
Vilma Núñez, miembro de la Asamblea Sandinista, el máximo órgano del sandinismo, reconoció que el líder del FSLN está sometido a fuertes presiones.
"En la última reunión (de la Asamblea Sandinista) hubo gente que se levantó y criticó que Daniel siguiera hablando tan suave, llamando a la lucha cívica, en lugar de liderar otro tipo de acciones", afirmó Núñez.
No obstante, consideró que Ortega está actuando de la forma correcta, "porque en esta etapa política, no se corresponden acciones violentas". (FIN/IPS/rf/ag/ip/96