Una oficina de vigilancia de la ONU no pudo culpar a nadie de la pérdida de un sistema de seguridad con alta tecnología, valuado en 1,5 millones de dólares, que la organización se vió obligada a abandonar incluso antes de activarlo.
"La investigación concluyó que la responsabilidad por la pérdida financiera de la organización no puede ser atribuída a la negligencia de ningún empleado en particular, individual o colectivamente", declaró el subsecretario general Karl Pasche, jefe de la Oficina de Vigilancia Interna de la ONU (OIOS).
El procedimiento fue archivado bajo la calificación de pérdida total y sin descontar dinero a miembros del personal.
La proyectada instalación del Sistema de Control de Acceso (UNACS) de las Naciones Unidas incluía tarjetas de identificacion, sistemas de imagen, tecnología computerizada de recolección de datos y torniquetes de verificación de entradas y salidas del edificio de la ONU.
Un informe de la OIOS, presentado a los 185 miembros de la Asamblea General de la ONU, calificó el proyecto de la organización, que está al borde de la bancarrota, como una ocasión desperdiciada.
La administración de la ONU, aparentemente, decidió dejar de lado el "proyecto impopular" debido a las preocupaciones que suscitó, entre otras cosas, el empleo de torniquetes.
"En el momento que el proyecto fue planeado, el jefe de protocolo señaló que los delegados "podían objetar el pasaje a través de torniquetes", dijo el informe.
El contrato por el abortado proyecto fue otorgado a uno de los mayores contratistas de defensa de Estados Unidos, Westinghouse Electric Company.
Con el requerimiento de tarjetas de acceso para 10.000 diplomáticos de la ONU, 10.000 empleados y otros 7.000 empleados temporales, "el plazo de entrega de Westinghouse fue menos que adecuado", concluyó el informe.
El sindicato del personal indicó motivos de salud y señaló que las tarjetas de acceso tenían un riesgo de cáncer, debido a las cintas electrónicas especiales dentro del sistema.
El sindicato tambien expresó preocupación por el servicio de seguridad, debido al tiempo de entradas y salidas de todos los que circulan en la sede de la ONU.
Despues que el proyecto fue abandonado el año pasado, la sección investigativa de la OIOS revisó el sistema para comprobar si podía descubrir que cualquiera de los empleados actuales hubiera violado los reglamentos de la ONU en conexión con el proyecto.
A la sección se le requirió específicamente determinar si el proyecto había sido planeado en forma apropiada, si el contrato se otorgó de acuerdo con las reglamentaciones y si la iniciativa fue manejada con idoneidad.
"Seis personas que ya no trabajan para las Naciones Unidas pero estuvieron involucradas en el proyecto rehusaron o no se mostrraron disponibles para ser entrevistadas", apuntó el informe.
Aseguró que la concesión del contrato no violó norma alguna. De todas maneras, la falta de reglas para adjudicar contratos crea potenciales manipulaciones y desentendimientos. La falla gerencial más seria en el proceso fue la falta de claridad sobre la duración del contrato, según el informe.
El contrato de proyecto quedó a mitad de camino porque el director de Edificios y Servicios Comerciales, que comenzó el trabajo, fue transferido.
La situación se vió empeorada por cinco subsecretarios generales designados durante el período del contrato, cada uno con un diferente concepto del proyecto, lo cual resultó que su manejo quedó en manos de funcionarios de nivel medio y departamentos.
Haciendo un análisis del desempeño de la administración de la ONU, el informe dijo que los miembros del personal que fueron los planificadores originales del nuevo sistema de seguridad, tuvieron solo un conocimiento limitado de lo que implicaba la iniciativa.
"Se trataba de una nueva tecnología con la cual nadie tuvo alguna experiencia en las Naciones Unidas. Se nombró el personal más calificado disponible y se reclutó un consejero", agregó.
"Desafortunadamente, la experiencia del consejero era sobre servicios de inmuebles y no sobre tecnología de control de acceso".
La OIOS observó que no se realizó ningún estudio de factibilidad sobre el proyecto, ni tampoco se indicaron claramente las necesidades de la organización. Más precisamente, esas necesidades fueron repetidamente redefinidas por sucesivos administradores.
"Lo más crucial fue que, a pesar de los cambios gerenciales de alto nivel, que generaron serias deficiencias en el manejo de la planificación del proyecto, así como sus fases de implementación, la iniciativa cobró vida propia y estuvo en perpetuo movimiento hasta que se adoptó la decisión de no ponerlo en práctica", subrayó. (FIN/IPS/tra-en/td/yjc/ego/ip).
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