MEDIO ORIENTE: Hace 40 años caía el Imperio Británico en Suez

El 6 de noviembre de 1956, Francia y Gran Bretaña intentaron capturar el canal de Suez, uno de los más vergonzosos operativos secretos de la historia, que dejó humillados a sus derrotados agonistas europeos.

Se considera que en esa fecha murió el Imperio Británico, si bien India había conquistado la independencia nueve años antes y ya se había fijado el plazo para la liberación de la Costa de Oro (la actual Ghana), la primera colonia en Africa que se emancipó de la metrópoli en Londres.

La del canal de Suez, además, no sería la última guerra colonial que afrontaría Gran Bretaña, ni la última que perdería.

Pero, al contrario de lo que sucedió en Francia, donde la vida siguió imperturbable tras el fiasco militar, la derrota se sintió como un aliento de muerte en Gran Bretaña.

El episodio sirvió para que los británicos de a pie advirtieran que el Imperio había acabado y que dependían de Estados Unidos en lo financiero y militar.

La guerra le costó a Londres su reputación en Medio Oriente, pues, en las declaraciones, se trató de una peripecia dirigida a la corrección de irregularidades comerciales, pero, en los hechos, sirvió a Israel de excusa para atacar a Egipto.

El conflicto consolidó el prestigio del líder de Egipto, Gamal Abdel Nasser, y destruyó el del primer ministro de Gran Bretaña, sir Anthony Eden, el arquetipo del político-diplomático.

En 1956, aún parecía que Gran Bretaña poseía un imperio. Dominaba territorios ubicados en todos los continentes del planeta. Y se suponía que aprovecharía los recursos que de ellos procedían.

La potencia se involucró en una intrincada red de alianzas en Medio Oriente que incluyó el respaldo político y militar a las monarquías de Iraq, Jordania y Libia, establecidas o impulsadas por políticos o diplomáticos británicos.

Pero debió enfrentar un desafío distinto en la persona de Nasser, a quien Anthony Eden consideraba otro Mussolini.

Cuando el líder egipcio nacionalizó el canal de Suez el 26 de julio de 1956, el primer ministro de Gran Bretaña aún creía que su país era una potencia mundial, si bien se daba cuenta de que contaría con recursos cada vez más limitados.

Eden consideraba el canal de Suez un pasaje vital hacia las posesiones británicas del Lejano Oriente, en especial la península Malaya, y hacia sus protectorados petroleros árabes, como Yemen, Omán y Kuwait.

La cuarta parte de las importaciones dirigidas a Gran Bretaña pasaban a través del canal. Uno de cada tres embarcaciones que lo atravesaban, además, ponía proa hacia Londres.

Pero Nasser pretendía convertir a Egipto en el eje del mundo árabe, lo cual requería una revitalización de la economía nacional.

En julio, Gran Bretaña y Estados Unidos habían retirado su apoyo a la construcción de la represa de Asuán, destinada al control de las inundaciones anuales del río Nilo, y vetaron los fondos destinados a la obra en el Banco Mundial.

Esa fue la primera vez en la historia que las naciones de Occidente esgrimieron la negativa de asistencia a países en desarrollo como instrumento de sus políticas.

La actitud fue interpretada como una afrenta a Nasser. La "Gran Represa" era el símbolo más poderoso del Nuevo Egipto, más grande aún que el acuerdo comercial que le aseguró la compra de armas soviéticas vía Checoslovaquia un año antes.

A los ojos de Estados Unidos y sus aliados, ese trato ubicó a Nasser en el campo enemigo, aunque el líder impulsaba, junto a Jahawarhal Nehru, en India, y Ahmed Sukarno, en Indonesia, una alternativa neutral tanto a Occidente como al campo socialista.

Londres y París reaccionaron con furia a la nacionalización del canal y consideraron una respuesta militar, pero Washington actuó con cautela. Las dos potencias europeas ignoraron a Estados Unidos y tejieron sus fuerzas durante los siguientes meses.

Los franceses abrieron el juego a Israel y negociaron una acción militar coordinada. Mientras la crisis se profundizaba, Jordania, temerosa de un ataque israelí, apeló a Iraq para mejorar su defensa.

En retrospectiva, y en el contexto de sus políticas imperiales, es posible comprender por qué Gran Bretaña y Francia consideraron la opción militar. Pero aún es imposible justificar lo que efectivamente ocurrió.

El 22 de octubre, el primer ministro de Israel, David Ben Gurión, su ministro de Defensa, Moshe Dayan, y el director general de esa cartera, Shimon Peres, se reunieron en secreto en la ciudad de Sèvres con los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Gran Bretaña, Christian Pineau y Selwyn Lloyd.

Los tres países coordinaron entonces el plan. El papel de Israel fue atacar Egipto y avanzar sobre el canal de Suez, que entonces podría ser capturado por las fuerzas franco-británicas. Los europeos impedirían entonces ataques egipcios sobre las tropas israelíes.

Israel atacó, de acuerdo con lo previsto, el 29 de octubre. Sus fuerzas de tierra se apoderaron de los principales puestos de frontera. Eden, entonces, envió un "ultimátum" formal a los gobiernos de Israel y Egipto para exigirles que se alejaran cada uno 10 millas de ambas orillas del canal de Suez.

La infantería aerotransportada de Gran Bretaña y Francia aterrizó el 5 de noviembre, y más fuerzas de tierra ingresaron desde el mar el 6 para iniciar su avance a lo largo del canal desde Port Said, en el mar Mediterráneo, hacia Suez, en el sur.

Pero Eden no contó con la furiosa oposición del presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, cuya primera presidencia estaba llegando a su fin.

Al final del día 6, cuando aún no se habían asegurado el control total del canal, Gran Bretaña y Francia aceptaron, inesperadamente, el cese de fuego reclamado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y, en principio, aceptaron retirarse.

La presión aumentaba. Cuando Gran Bretaña envió su ultimátum a Israel y Egipto, hubo fuertes ventas de libras esterlinas en los mercados mundiales de divisas. Estados Unidos, entonces, se opuso al retiro de dinero reclamado por Gran Bretaña al Fondo Monetario Internacional.

Eden, el canciller del Exchequer (Tesoro) británico (ministro de Finanzas), Harold Macmillan, y otros altos funcionarios de Londres concluyeron que debían frenar la operación.

Entonces quedó en evidencia que Gran Bretaña no era el país económicamente independiente que su dirigencia política pretendía que era cuando se inició la operación.

Ese fue el precio que Londres debió pagar por ignorar reiteradas advertencias para que evitara acciones de tal envergadura sin contar con la anuencia de Washington. Gran Bretaña jamás olvidaría la lección.

Eden, completamente debilitado por el nerviosismo y el consumo de anfetaminas, debió tomarse vacaciones en Goldeneye, la residencia del escritor Ian Fleming en Jamaica.

Finalmente, Eden renunció el 9 de enero de 1957. El nuevo primer ministro, Harold Macmillan, se percató de que Gran Bretaña necesitaba desempeñar un nuevo papel a través de alianzas con el resto de Europa.

Este episodio también provocó la constitución de la primera fuerza internacional de mantenimiento de paz de los tiempos modernos, dispuesta por la ONU el 7 de noviembre para supervisar el retiro de las fuerzas británica, francesa e israelí. Los primeros soldados llegaron al canal de Suez el día 15.

En las pocas horas que duraron las batallas de noviembre, los soldados egipcios sufrieron varias derrotas, pero Nasser fue, en términos políticos, el triunfador del conflicto.

Gracias a la diplomacia de Canadá, se alcanzó una fórmula de evacuación de las fuerzas de ocupación francesas, británicas e israelíes.

El canal fue reabierto bajo control egipcio. La Unión Soviética financió la represa de Aswan. El ascenso de Nasser y su visión de socialismo revolucionario contribuyó al derrocamiento de la monarquía probritánica en Iraq en 1958 y casi arranca al rey Hussein de su trono en Jordania.

Y el 29 de marzo de 1956, Egipto reabrió el canal y lo ha manejado con eficiencia desde entonces, con lo cual destruyó el mito de que solo los europeos pueden encargarse de cuestiones tan importantes.

Y, aunque bloqueado por las guerras entre 1967 y 1974, el canal de Suez ha ampliado sus operaciones y continúa siendo hasta hoy la principal arteria del comercio mundial. (FIN/IPS/tra- en/jmr/rj/mj/ip/96

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