LIBERIA: La guerra más costosa de Africa

Leaway Dahn había sido promovido a segundo grado de primaria cuando el 24 de diciembre de 1989, el Frente Patriótico Nacional de Liberia comenzó una de las guerras civiles más costosas de la historia contemporánea de Africa.

"Los rebeldes mataron a mi padre y a varios ancianos aquel mediodía, cuando atacaron Butuo", la aldea de Dahn. "Mi madre y mis dos hermanos menores fueron salvados, y yo estaba en el campo. Los cuatro huimos a Costa de Marfil en busca de refugio".

Dahn, repatriado por la Iglesia Metodista Unida en julio de 1995, tiene ahora 14 años y vende alimentos enlatados en las calles de Monrovia para ayudar a su familia, que vive en un campamento de desplazados en un suburbio de la capital.

Confía volver al colegio, como otros miles de niñas y niños apartados de los estudios por la guerra.

El costo del conflicto de Liberia no sólo debe ser medido en dólares, sino también en términos de la pérdida de potencial humano, especialmente de la generación futura.

Cincuenta mil niños murieron en la guerra civil y 30.000 fueron abandonados o quedaron huérfanos, mientras 300.000 figuran entre los desplazados y muchos están desnutridos o enfermos, según John Byarugaba, representante en Liberia del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.

Miles de menores de edad fueron reclutados para la guerra y su reinserción social es prioritaria para las organizaciones que trabajan para la paz.

Siete años de conflicto obligaron a abandonar el país a trabajadores e inversionistas. Unas 750.000 personas, la cuarta parte de la población, están refugiadas en naciones vecinas y cerca de 800.000 conforman el contingente de desplazados en el interior del país.

La guerra destruyó granjas y centros de salud y educación y los servicios de electricidad, telecomunicaciones, agua corriente y sanitarios funcionan de modo precario.

Los bandos en guerra firmaron en agosto de 1995 un acuerdo de paz, pero los combates continuaron este año, hasta que en agosto se logró otro pacto. Desde entonces sólo se han producido incidentes aislado, aunque el país sigue dividido y bajo el control de los grupos armados.

La última tentativa por desarmar a las facciones, comenzada el 22 de este mes, dio por resultado al cabo de tres días la entrega de las armas de 1.500 de los 60.000 combatientes. La operación es promovida por la Organización de Naciones Unidas, que paga por las armas entregadas, y continuará hasta enero.

Otros intentos habían fracasado y esta vez, el desarme se realizó por la noche, ya que los milicianos no deseaban hacerlo a la luz del día.

Se trata sólo de un paso en la escarpada ruta hacia la paz. La Comisión Liberiana de Paz y Justicia, perteneciente al Secretariado Nacional Católico, advirtió que el Poder Judicial, la policía, el consejo electoral y el parlamento permanecen repartidos entre los señores de la guerra.

"La falta de confianza entre los dirigentes de las facciones y su insaciable sed de poder y riquezas obstruyen el proceso de paz", destacó la Comisión.

El tráfico ilegal y la supervivencia de los más hábiles están a la orden del día. Varios sectores esenciales están paralizados y la stuación económica va de mal en peor.

El costo de los productos y servicios básicos se ha disparado, y los salarios se evaporan. El arroz y el petróleo escasean, y su precios está fuera del alcance de la mayoría de la población.

Según la Comisión de Paz y Justicia, un saco de 100 libras de arroz cuesta unos 30 dólares, y el galón de gasolina, un poco más de un dólar.

El dólar estadounidense se cotiza a 80 dólares liberianos, después de estar a la par, antes de la guerra civil.

La corrupción crece paalelamente con la caída del salario de los empleados públicos, ubicado en promedio en tres dólares por mes y pagado con retraso de seis meses.

Mientras, los empleados de la estatal Compañía de Electricidad de Liberia (LEC) no perciben su paga desde hace dos años. "Muchos creen que esa es la razón de los robos que constantemente se producen en la compañía", dijo un ejecutivo de LEC.

También es moneda corriente el saqueo de recursos naturales, como madera y caucho. "La guerra se ha transformado en un modo de lograr dinero", indicó la Comisión de Paz y Justicia.

Los combatientes y sus partidarios ocuparon en los últimos siete años varias plantaciones de caucho, y explotan los árboles hasta agotarlos o los queman para obtener carbón de leña.

La consecuencia es la depredación de un recurso que en el pasado fue la mayor fuente de divisas del país. La exportación de caucho representaba antes de la guerra 16 por ciento del producto interno bruto, según el Banco Nacional de Liberia.

La reconstrucción de la economía requerirá un prolongado y costoso proceso. El LEC calculó que su reactivación exige la inversión de 300 millones de dólares, y la Corporación de Telecomunicaciones necesita cinco millones para la rehabilitación de sus instalaciones. (FIN/IPS/tra-en/aj/pm/ff/ip pr/96

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