Las torrenciales lluvias en la región norte y occidente de Honduras, que hasta hoy causaron ocho muertos y dejaron sin vivienda a 65.000 personas, evidencian la fragilidad del país frente a los desastres naturales.
El gobierno expuso sus limitaciones en materia de prevención de catástrofes naturales, al reconocer que este país necesita ayuda millonaria del exterior para evitar las inundaciones.
Los departamentos de Colón, Cortés y Gracias a Dios, en la región atlántica, junto a Copán, en el oeste, son los más afectados por el desborde de ríos.
Las inundaciones cubrieron ciudades como La Lima, donde se concentran grandes plantaciones de banano, y cuyos 30.000 habitantes debieron subir a los tejados o buscar protección en pequeños refugios.
Los ríos Ulúa y Chamelecón, dos de los más caudalosos del país, rompieron su cauce y arrasaron los bordes de contención levantados para proteger a La Lima y otras localidades de la región noroccidental.
Las dos principales cadenas de radio lanzaron una campaña para reunir alimentos y medicamentos para los damnificados. Según el gobierno, se trata de la peor catástrofe desde 1974, cuando un huracán se cobró 20.000 vidas y acabó con una ciudad entera.
Juan de la Cruz Avelar, uno de los tres vicepresidentes de Honduras, dijo que "ahora estamos un poco más preparados" que en 1974, y "los muertos han sido menos. Pero las pérdidas económicas son similares".
"Somos una nación pobre, con poca estructura para afrontar los desastres de la naturaleza", admitió Avelar, que preside el Comité Permanente de Contingencias (Copeco), creado hace cuatro años por el gobierno para enfrentar situaciones de emergencia.
Según dijo, el presupuesto anual del Copeco es sólo de 50.000 dólares y esa cantidad se destina principalmente a gastos administrativos y pago de personal.
No obstante, funcionarios de Copeco puntualizaron que el instituto realizó tareas de capacitación comunitaria que evitaron una cantidad mayor de víctimas.
El presidente Carlos Reina calificó la situación de "deprimente", tras sobrevolar el miércoles las zonas afectadas. Sin embargo, descartó de momento la declaración de emergencia nacional.
"Situaciones como las de éstos momentos se repiten con frecuencia, porque carecemos de fondos para evitarlas" y no serán resueltas por un solo gobierno, sino a largo plazo, advirtió Reina.
Mientras, organizaciones empresariales aseguraron que las pérdidas del sector privado podrían superar los 100 millones de dólares, debido a la inundación de plantaciones de banano, maíz y frijoles, y a los daños en materia de infraestuctura física.
Germán Pérez, de la cúpula empresarial de la zona norte, aclaró que "esos 100 millones de dólares son cifras preliminares, pero lo cierto es que las pérdidas son graves y aún no se pueden cuantificar".
Según la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras, las inundaciones tienen en este país un ciclo de aproximadamente 20 años, desde 1934. (FIN/IPS/tm/ff/en/96