La prostitución es el medio de subsistencia más rápido y sencillo, a veces el único, para una generación de niñas y adolescentes dejados atrás por las reformas en Europa central y oriental.
Desde Riga hasta Bucarest, las estaciones de tren se han convertido en centros de prostitución infantil. El colapso de los sistemas sociales en países que buscan cumplir metas económicas recortando los fondos estatales lleva nuevas víctimas a las calles todos los días.
"Tenemos una vida dura, quién no la tiene. Pero esto cambiará cuando cumpla 18", afirma Silvia, de 15 años, una de las prostitutas sin hogar que trabaja en la estación de trenes de Sofía.
Su mayor esperanza y ambición es encontrar la forma de que un proxeneta la lleve a trabajar en la frontera entre República Checa y Alemania, o las conocidas autopistas entre Holanda y Alemania. "Conozco muchachas que trabajaron allí y ganaban hasta 200 dólares por semana", explica.
En Sofía, unos 6.000 niños sin vivienda deambulan en las calles, junto a unos 600 huérfanos sin hogar, aunque la constitución de Bulgaria garantiza que el Estado se hará cargo de los niños sin padres o abandonados.
El Comité Nacional Rumano para la Protección de la Infancia (CNRPC) y la sección en Rumania de la organización internacional Save the Children encuestaron en Bucarest a 32 niñas de entre nueve y 18 años.
De ellas, 15 por ciento eran huérfanas, 65 por ciento dijeron que la prostitución era su única fuente de ingresos y 92 por ciento sufría enfermedades venéreas.
"Para muchas niñas y niños callejeros, la prostitución se presenta como una fuente prometedora de ingresos", dijo Ecterina Laudatu, del CNRPC.
De su clientela, en general extranjeros, obtienen dinero, alimento y vestimenta. A veces logran vivir bajo un techo y tienen la oportunidad de tomar un baño caliente, añadió Laudatu.
En Riga, muchas de las prostitutas cerca de la estación tienen entre 12 y 14 años, y se registró el caso de una niña de ocho años. En 1994, la policía de de Riga registró 52 prostitutas menores de edad, en 1995, 202, y en los primeros meses de 1996, 125.
Los casos de delitos sexuales contra menores en la capital de Letonia fueron 122 el año pasado, pero en los primeros ocho meses de 1996 el número aumentó a 89, y sólo se trata de los casos conocidos por la policía.
En la Repúlica Checa, Hana Halfarova, directora de la organización no gubernamental Crisis de la Infancia, afirma que 56 víctimas de la prostitución llegaron a su organización solicitando ayuda el año pasado.
Pero Halfarova cree que la cifra sólo es la punta del iceberg. "Las niñas sólo se quejan cuando sus proxenetas las tratan con violencia", señaló.
Muchos adolescentes huyen de hogares carentes entre los 12 y 15 años, y muchos caen en manos del tráfico de prostitutas, un negocio que supera las fronteras.
En general, se trasladan de un país pobre a otro ligeramente más rico, de Rusia a Letonia, de Letonia a la República Checa y desde allí a Austria.
Cada vez más niños son comprados y vendidos a lo largo de los límites nacionales por redes organizadas, dijo la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un nuevo informe publicado este martes.
Se conoce la existencia de al menos cinco de estas redes, y el tráfico va en aumento a pesar de la creciente conciencia internacional sobre el problema, afirmó el documento, el cual se refiere a redes delictivas que trasladan niños del sur de Asia y América Latina al norte de Europa y Medio Oriente.
Las niñas viajan con pasaportes falsos y promesas de educación y empleo, y son entregadas a dueños de prostíbulos, quienes retienen sus papeles y las hacen trabajar para ganarse el viaje del regreso. Los "abastecedores" reciben entre tres y cinco mil dólares por cada chica.
La OIT hizo este martes un llamado a la acción inmediata para hacer frente a los peores abusos, la esclavitud, la prostitución, y el trabajo en condiciones de riesgo, y a una nueva convención internacional que codifique los derechos de los niños en riesgo. (FIN/IPS/tra-en/am/gv/jk/bb/pc/mom/rj/lp/pr/96