Estados Unidos reanudará sus gestiones para la creación del Area de Libre Comercio de América (ALCA), pues las elecciones del día 5 espantaron los fantasmas proteccionistas que habitaban el Congreso.
Washington intentará que la próxima reunión de ministros de Comercio de 34 países americanos, prevista para 1997 en Belo Horizonte, Brasil, siente las bases para negociar el ALCA, anunció el encargado de asuntos interamericanos del Departamento de Estado, Jeffrey Davidow.
El funcionario informó este martes que la "prioridad número uno" de Washington es establecer la paridad comercial para las exportaciones de la cuenca del Caribe respecto de México en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
En la primera declaración de fuste sobre América Latina emitida por el gobierno de Estados Unidos desde la reelección de Clinton, Davidow sostuvo que el Poder Ejecutivo presionará con fuerza al Congreso en materia de negociación de nuevos acuerdos comerciales.
El jerarca pronosticó en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington que la relación de Estados Unidos con América Latina permanecerá, en lo fundamental, inalterable con respecto a lo que fue el primer período de Clinton en la Casa Blanca.
Entre las prioridades figurarán nuevamente el combate contra el narcotráfico y el crimen internacional en la región, así como el respaldo a las reformas democráticas y de mercado que, afirmó, impulsarán el ALCA.
Las declaraciones de Davidow confirman que Clinton está decidido a mantener alta la guardia del libre comercio, después de un primer período de gobierno en el que tuvo que lidiar con un Congreso reticente para aprobar el TLC y el tramo final del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).
Las corrientes contrarias al GATT y el TLC en la opinión pública enfriaron la fiebre librecomercialista manifestada por Clinton en los 18 primeros meses de su presidencia.
Según las encuestas, ambos acuerdos provocaban ansiedad en la población estadounidense, que ya estaba preocupada por los efectos de la mundialización económica y tecnológica.
Tan fuerte fue ese sentimiento que el rival electoral de Clinton, el republicano Robert Dole, revirtió su tradicional respaldo a los acuerdos de libre comercio. Pero un acuerdo implícito entre ambos candidatos a la presidencia dejó el asunto al margen de la campaña electoral de este año.
Como resultado, América Latina aceleró el paso de sus propios procesos de integración económica, mientras Clinton no lograba que el Congreso aprobara la prometida paridad del Caribe con el TLC, la expansión de ese acuerdo a Chile o el inicio de negociaciones en torno al ALCA.
Pero el presidente de Estados Unidos aún enfrenta una fuerte oposición a la liberalización comercial.
Una encuesta contratada por el Banco de Boston apenas tres días antes de las elecciones del día 5 reveló que 57 por ciento de la ciudadanía del país se opone a acuerdos comerciales con América Latina y que 51 por ciento cree que pactos como el TLC provocarán pérdida de empleos.
Esto obligará al gobierno a desarrollar un esfuerzo de relaciones públicas internas para imponer sus intenciones.
"Los resultados de la encuesta son un llamado de alerta para la comunidad empresarial estadounidense, que deberá comprometerse en una amplia campaña de reeducación", dijo Ira Jackson, vicepresidente ejecutivo del Banco de Boston, al diario Journal of Commerce.
Pero los resultados electorales podrían impulsar el deseo de Clinton de reanudar la expansión comercial, paradójicamente gracias a que el Partido Republicano mantiene el control de las dos cámaras del Congreso.
Tras el fracaso electoral de los diputados demócratas más allegados al movimiento sindical, el presidente puede contar con una fuerte mayoría a favor de la liberalización comercial con respaldo republicano.
Así mismo, el hecho de que el Partido Republicano haya ganado dos escaños más en el Senado hacen de esa cámara un ámbito más amistoso a las nuevas iniciativas comerciales dirigidas hacia América Latina.
"El comercio es un área en la cual el gobierno y los líderes republicanos trabajarán juntos", dijo a IPS el embajador Ernest Preeg, un partidario del libre comercio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Davidow elogió los "progresos sustanciales" de los gobiernos de la región en materia de cooperación económica registrados desde la cumbre de jefes de Estado y de gobierno celebrada en Miami en 1994.
El gran desafío es ahora "mantener el impulso de las reformas económicas en curso" en todo el hemisferio, que "no son irreversibles" pues la mayoría de los países no crearon instituciones legales para asegurarlas, según el funcionario.
También debe realizarse un esfuerzo para reducir la pobreza, y la educación es la clave en ese proceso, agregó Davidow.
Washington postulará estas prioridades en la próxima cumbre en Chile, prevista para 1998, pero la reunión ministerial en Belo Horizonte será "decisiva" para la negociación del ALCA, dijo.
"Nos arriesgamos a perder la senda" si los representantes de los 34 países del Hemisferio Occidental no deciden metas claras y procedimientos entre las reuniones en Brasil y Chile, agregó el funcionario.
Uno de los problemas que deberá resolverse es si los países se representarán a sí mismos o a través de bloques comerciales preexistentes como el TLC, el Mercado Común del Sur (Mercosur) o la Comunidad del Caribe (Caricom).
Washington, sostuvo Davidow, "no tiene preferencia" en uno u otro sentido. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mj/if/96