La renuncia este miércoles de los principales asesores en política exterior del reelecto presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el sesgo derechista en el Senado crean nuevas incertidumbres sobre el futuro curso de Washington en el ámbito internacional.
Aunque no se prevén grandes distanciamientos respecto de los actuales lineamientos políticos, la administración enfrenta una serie de desafíos domésticos, tanto sobre política exterior como sobre la obtención del apoyo del Congreso.
Las renuncias del secretario de Estado Warren Christopher y el secretario de Defensa Bill Perry, dadas a conocer este miércoles en Washington, ya estaban anunciadas. Probablemente Clinton nombrará a sus sucesores en los próximos días.
Los candidatos favoritos para el cargo de Perry son John Deutch, director de la Agencia Central de Inteligencia y ex sustituto de Perry en el Pentágono, y Sam Nunn, senador retirado de Georgia que apoyó la masiva acumulación de armas durante la presidencia de Ronald Reagan.
La vacante dejada por Christopher despierta un interés aún mayor. Entre los principales candidatos se encuentran Madeleine Albright, embajadora ante la ONU; Richard Holbrooke, negociador en Bosnia y protegido de Henry Kissinger, y George Mitchell, ex líder de la mayoría en el Senado y enviado especial de Clinton a Irlanda del Norte. El nombre de Nunn también es manejado.
El renovado control republicano en el Congreso otorga a ambos ex senadores una ventaja sobre Albright y Holbrooke. Este último es considerado muy arrogante para tratar temas espinosos,mientras la brusquedad de Albright y su defensa del "multilateralismo aseverativo" no son muy apreciados por los republicanos, según un alto funcionario del Departamento de Estado.
Quienquiera que resulte designado deberá hacer frente no sólo a los desafíos de la política exterior, sino también a los recortes del presupuesto de ayuda al extranjero, que actualmente representa la mitad en términos reales de lo que fue a mediados de los años 80.
Los recortes provocaron el abandono de varios programas de asistencia al desarrollo y el cierre de puestos diplomáticos en varios países.
"Realmente, este Departamento está al borde de una crisis", afirmó otro alto funcionario, y destacó que la prioridad máxima del nuevo secretario de Estado consistirá en "idear y presentar un motivo por el cual Estados Unidos deba invertir más en sus compromisos internacionales".
Existen pocas dudas, sin embargo, de que esa tarea es ahora más difícil que antes de las elecciones de este martes, ya que, aunque los demócratas lograron derrotar a los elementos más derechistas de la Cámara de Representantes, los republicanos retuvieron el control, y en el Senado aumentaron su mayoría en dos escaños.
Más preocupante aún para internacionalistas demócratas y republicanos por igual es la complexión derechista de la renovada mayoría republicana en la cámara alta.
El Senado, que tiende a ser más activo en política exterior que la cámara baja, posee la facultad de ratificar todos los tratados internacionales y aprobar o rechazar designaciones de importancia en el ámbito de la política internacional.
Esto pone en riesgo recientes tratados sobre desarme, empezando por la Convención sobre Armas Químicas, que Clinton deseaba ratificar pero fue rechazada por la mayoría republicana del Congreso en septiembre, a instancias de Bob Dole.
Antes de los comicios, el gobierno aseguró que la ratificación de la convención sería una prioridad cuando el Congreso reiniciara sus sesiones, en enero.
"El resultado de las elecciones no hará las cosas más fáciles", aseguró John Isaacs, del Consejo para un Mundo Habitable. (FIN/IPS/tra-en/jl/ml/ip/96