La anunciada compra por Perú de 12 cazabombarderos MIG-29 de fabricación rusa compromete las conversaciones de paz con Ecuador, y desatar una carrera armamentista entre los dos países, que podría incluso extenderse a otros de la región.
En Quito, el ministro de Defensa de Ecuador, general Manuel Vayas, afirmó que los MIG-29 comprados por Perú no son aviones básicamente interceptores, es decir defensivos, sino naves de ataque, y advirtió que su país adquirirá otras equivalentes.
Perú y Ecuador protagonizaron entre enero y febrero de 1995 una guerra no declarada, librada en una zona selvática en donde se mantiene inconclusa la demarcación limítrofe establecida por el Tratado fronterizo suscrito en 1942 por los dos países en Río de Janeiro.
La guerra de 1995 no tuvo un desenlace militar claro, ambos países afirmaron haberla ganado, pero la superioridad aérea mostrada por Ecuador reveló una mejor y más anticipada preparación logística.
La paz fue conseguida por mediación de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, países garantes del tratado limítrofe ecuatoriano-peruano, que lograron sentar en la mesa de conversaciones a ambos contendientes y procuran conducirlos a la solución definitiva y pacífica de sus diferendos.
El jefe de la Fuerza Armada de Ecuador, general Paco Moncayo, declaró en Quito que la adquisición por Perú de MIG-29 "no ayuda a dar la confianza necesaria para una solución pacífica y Ecuador tendrá que tomar medidas para negociar con tranquilidad y sin amenazas su controversia territorial con Perú".
Esta impresion sombría sobre el futuro de las conversaciones de paz no es compartida en Perú, en donde parece estimarse que, por el contrario, los MIG-29 han devuelto el equilibrio estratégico necesario para disuadir a los presuntos "halcones" militares ecuatorianos.
La flota de MIG-29 adquirida es muy pequeña en términos norteamericanos o europeos pero coloca a la Fuerza Aérea Peruana en posesión del avión más poderoso y veloz en Latinoamérica, comparable con el F-16 de Estados Unidos.
Por otro lado, se sostiene que la adquisición de esos aviones de fabricación rusa podría contribuir a que el gobierno de Bill Clinton levante el veto a la venta de aviones F-16 en Latinoamérica y favorecer las conversaciones de Argentina y Chile con los fabricantes de las aeronaves estadounidenses.
Voceros civiles y militares en Santiago y Buenos Aires así lo han entendido, y emitieron declaraciones para expresar que la compra peruana de los MIG-29 no altera el equilibrio estratégico regional.
Si Chile y Argentina tienen éxito en su intención de equiparse con aparatos F-16, podrían provocar una cascada de iniciativas similares en Brasil, Venezuela y Colombia.
Si bien la compra ha sido respaldada por todos los sectores políticos y militares en Perú, tal vez la fuente logística y las características del contrato provoquen en el futuro inmediato investigaciones sobre la posible falta de transparencia comercial de la operación.
La flotilla aérea fue adquirida a Belarus, país que heredó los MIG-29 al fragmentarse la Unión Sovietica y que los ha puesto a la venta a precios más bajos que los del fabricante.
Los MIG-29 son cazabombarderos equivalentes a los F-16 y, junto con los Harrier británicos y los Mirage 2000 franceses fueron las estrellas de la última feria de aviones de combate realizada en marzo pasado en Chile.
Aparentemente en esa oportunidad la Fuerza Aérea Peruana (FAP) decidió adquirir los MIG-29 por una serie de razones: rápida disponibilidad, bajo precio y experiencia favorable en una antigua compra de MIG de menor rango.
Los analistas civiles consideran que al comprar aparatos tan sofisticados, de largo alcance y cuya velocidad duplica la del sonido, los militares peruanos, que no salieron muy bien librados en los combates aéreos con Ecuador en enero de 1995, retornan a la estrategia de la fuerza disuasiva.
Eso significaría que si fracasan las conversaciones de paz, Perú trataría de no dejarse arrastrar a guerras focalizadas como la del año pasado.
Uno de los militares más prestigiados del ejército peruano, el ex canciller Edgardo Mercado Jarrín, sostiene que en caso de un nuevo conflicto, Perú debe estar en condiciones de ocupar una "prenda territorial ecuatoriana" para forzar al gobierno de Quito a aceptar el tratado Fronterizo de 1942.
Fujimori declaró inicialmente no estar dispuesto a distraer recursos financieros cuantiosos en las adquisiciones reclamadas por sus militares, y parecía confiar en que Estados Unidos forzaría a Ecuador a dejar de desestabilizar la frontera surgida del Tratado de 1942.
Pero el gobierno de Washington presionó a los gobiernos de Quito y Lima para que se hicieran concesiones recíprocas, que permitieran arribar a una solución diplomática definitiva.
Según suponen los analistas peruanos, la unica concesión que aceptarían los militares ecuatorianos es territorial, fórmula que Fujimori no puede aceptar porque sus mandos militares no lo tolerarían, y porque arriesgaría sus posibilidades de reelección.
De modo que cuando a mediados del presente año Washington hizo saber su intención de retirar sus efectivos en la Misión de Observadores Militares extranjeros que supervisa la paz en la frontera entre ambos países, Fujimori pareció entender que perdía uno de los más importantes garantes diplomáticos de su frontera.
Aparentemente entonces cambió de opinión, pues en marzo de este año, al conocer los contactos de la FAP con Belarus para comprar MIG-29 usados, Fujimori se limitó a decir que no admitiría "operaciones corruptas en las que se habla de sobrevaluaciones y comisiones".
Aparentemente, Fujimori aceptó finalmente comprar los aviones bielorusos usados, porque Rusia, el país fabricante, reclama el pago previo de una antigua deuda pactada en devaluados rublos, que ahora quiere cobrar en divisas fuertes por un monto superior a mil millones de dólares. (FIN/IPS/al/jc/ip/96