Los esfuerzos de Estados Unidos contra el narcotráfico estimularían las violaciones a los derechos humanos y el malestar social en América Latina, así como el uso de drogas y las enfermedades en Asia.
Al menos, esto es lo que sostuvieron este viernes algunos panelistas en la 10 Conferencia Internacional sobre Reforma de la Política sobre Drogas, un foro de tres días de duración celebrado en Washington con el patrocinio de la Fundación para la Política contra las Drogas.
"Estoy avergonzado como estadounidense al ver el daño que hemos causado", declaró Arnold Trebach, presidente de la Fundación, un grupo con sede en Washington según el cual el abuso de drogas debe ser abordado como un problema de salud pública y no como un delito.
Los resultados de la política de drogas de Estados Unidos son devastadores en América Latina, aunque en esta región los problemas de salud son menores que en Asia.
"Las principales víctimas son los miembros más pobres de la sociedad, los más vulnerables", destacó Coletta Youngers, de la Oficina de Washington para América Latina.
Youngers acusó a Washington de utilizar "métodos de mano dura", a menudo basados en la dependencia económica de la región, para obligar a los países latinoamericanos a implementar sus estrategias antidrogas.
Como estas estrategias involucran a "prácticamente todas las dependencias del ejército estadounidense", en general se consideran "una amenaza a la soberanía de las naciones andinas", agregó.
"En los Andes, hay una verdadera guerra", y los programas antidrogas de Estados Unidos arruinan los esfuerzos por promover la democracia y los derechos humanos en la región, dijo Youngers.
En Bolivia, añadió, la política de Washington "fomentó directamente el malestar y los conflictos políticos", mientras en Colombia contribuyó a crear "la peor situación de derechos humanos de América actualmente".
Mientras, en Asia, "la reacción política de los países industrializados ante el narcotráfico ha ocasionado un colosal problema de salud pública", aseguró Luke Samson, director de la Sociedad para los Pobres Urbanos de Nueva Delhi.
Las autoridades de India criminalizaron el consumo de opio y marihuana ante la intensa presión internacional, especialmente de Washington, en la década de 1980, y como resultado muchos drogadictos se volcaron a la heroína, explicó Samson.
La mayor parte de la heroína que se consume en India procede del vecino Pakistán, donde las ganancias del narcotráfico solían utilizarse para financiar las guerrillas anticomunistas afganas, respaldadas por Estados Unidos, destacó.
Mientras el opio y la marihuana se consumen bajo la forma de cigarros, la heroína y otras drogas sustitutas se inyectan, y esto provocó un notorio aumento en los casos de sida, hepatitis y otras enfermedades asociadas con el uso de agujas intravenosas, añadió Samson.
Situaciones similares ocurren en otras partes de Asia, de acuerdo con otros panelistas de la conferencia.
Nick Crofts, médico australiano que contribuyó a la fundación de la Red Asiática para la Reducción del Daño, señaló que la producción, la distribución y el consumo de opio en Asia aumentó notoriamente durante la guerra de Estados Unidos con Vietnam.
Esto se debió a que parte de las ganancias eran utilizadas por la Agencia Central de Inteligencia para "financiar guerras ilegales" en Camboya y Laos, explicó.
Cuando los países de la región iniciaron campañas contra el consumo de opio en respuesta a la presión de Estados Unidos, dijo, muchos productores de opio sustituyeron sus cultivos por los de heroína, y esto provocó un dramático aumento en el uso local de esta droga, particularmente entre los jóvenes.
En el noreste de India, Tailandia, Vietnam y otros países asiáticos, la difusión del uso de drogas intravenosas resultó en una "epidemia de VIH" (Virus de la Inmunodeficiencia Humana, que causa el sida), y también creó una "epidemia secundaria" de tuberculosis, según Crofts.
Los esfuerzos de Washington no lograron reducir el suministro ni el uso de drogas en Estados Unidos, especialmente de cocaína, observó Jack Riley, director interino del Programa de Previsión del Consumo de Drogas del Departamento de Justicia.
Como el costo de la hoja de coca representa sólo una pequeña fracción del precio "al por menor" de la cocaína, explicó, los esfuerzos por la erradicación de los cultivos han tenido escaso impacto, y el aumento transitorio que puedan causar en el precio de las hojas de coca sólo "estimula una mayor producción".
Añadió que, en respuesta a los programas de erradicación, hubo una "diseminación geográfica" en la producción. "Resulta claro que los traficantes continuarán innovando", concluyó Riley. (FIN/IPS/tra-en/pz/ml/ip/96