DESARME: Las armas químicas desaparecerán de la Tierra

La Convención sobre Armas Químicas, que prohibe el desarrollo, fabricación, almacenamiento y empleo de esos productos letales, entrará en vigor dentro de seis meses, aunque sin la inclusión de los principales arsenales químicos: Estados Unidos y Rusia.

La lista requerida de 65 países ratificantes quedó completada este jueves cuando Hungría depositó en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Nueva York el instrumento de adhesión.

Boutros Boutros-Ghali, secretario general de la ONU, proclamó que la comunidad internacional había vivido "una jornada histórica" al quedar ratificada la Convención que también prevé la eliminación de las armas químicas.

La Convención entrará ahora en vigor el 29 de abril próximo. A partir de esa fecha, correrá un plazo de 10 años, hasta el 2007, para que los Estados adheridos destruyan todas sus armas químicas y las instalaciones levantadas para producirlas.

Los Estados partes están obligados también a la inutilización de todos los depósitos de armas químicas que hayan dejado abandonados en otros países.

El secretario de la ONU subrayó que la Convención ha sido el primer acuerdo de desarme negociado en un marco multilateral, la Conferencia de Desarme, que tiene sede en Ginebra.

La Convención tiene su principal antecedente jurídico en el Protocolo de Ginebra, discutido después de la Primera Guerra Mundial y firmado en 1925 con la intención de prohibir "el uso en la guerra de gases asfixiantes, venenosos y otros".

Pero el mayor impulso a la negociación de la Convención sobre Armas Químicas se verificó después de las experiencias de la Guerra de Vietnam, con la intervención de Estados Unidos en la nación asiática entre 1964 y 1975.

Estados Unidos, precisamente, y Rusia, poseedores de los mayores arsenales químicos en el mundo, han declarado su conformidad con los propósitos de la Convención pero hasta ahora no han conseguido superar dificultades internas para ratificarla.

Apenas conocida la ratificación por Hungría, que aseguró la entrada en vigor de la Convención, Boutros-Ghali dirigió un llamamiento a todos los países que aún no la han ratificado, "en especial aquellos que disponen de arsenales significativos", para que se adhieran.

Sin embargo, algunos países estimaron que la falta de ratificación rusa y estadounidense reduce el valor del tratado internacional de desarme químico.

El gobierno de Irán había advertido tres meses atrás que la integridad y la universalidad de la Convención se verían seriamente amenazadas si Estados Unidos y Rusia no ratificaban de inmediato el tratado.

En el Congreso de Estados Unidos, la ratificación de la Convención se vio aplazada por oposición de sectores de la mayoría republicana.

Los críticos de la ratificación observan que el tratado permite a todos los países participar en la vigilancia de la producción de armas químicas.

De esa manera, previenen, algunos Estados considerados "poco confiables" podrían acceder a información tecnológica crítica.

Por otro lado, algunos países árabes, como Egipto, Siria, Jordania, Sudán y Libia se rehusan a firmar el acuerdo hasta que Israel no haya rubricado el Tratado de No Proliferación (TNP).

El texto de la Convención negociado en la Conferencia de Desarme quedó concluido en septiembre de 1992. La Asamblea General de la ONU lo aprobó el 30 de noviembre del mismo año y la apertura a la firma se inició en París el 13 de enero de 1993.

La aplicación de la Convención estará a cargo de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, un ente con sede en La Haya, Holanda, que ya comenzó a trabajar a través de una comisión preparatoria.

El control de las industrias químicas presenta dificultades para diferenciar los productos elaborados con fines pacíficos de los destinados a uso militar. En algunos casos, con ciertos productos se pueden fabricar elementos con las dos finalidades.

Por ejemplo, el tiodigicol sirve al mismo tiempo como ingrediente de la tinta empleada en inofensivos bolígrafos y como precursor del letal gas mostaza.

De la misma forma es posible transformar instalaciones de fabricación de productos químicos en plantas de armas químicas o de sus precursores. (FIN/IPS/pc/jc/hd/96

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