Los representantes de Chile, Argentina, Bolivia y Panamá formularon en la Cumbre Mundial de Alimentación, con distintas palabras, un mismo reclamo: que se respete el derecho fundamental de toda persona a una alimentación apropiada y a no padecer hambre.
Aseguraron que el cumplimiento de los compromisos asumidos en la reunión, celebrada en Roma por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), son la única garantía que permitirá lograr la seguridad alimentaria para todos los habitantes de la Tierra.
Argentina, Bolivia y Panamá estuvieron representados por sus vicepresidentes, mientras por Chile participó el ex presidente Patricio Aylwin.
Aylwin, demócrata cristiano, al igual que el actual presidente, Eduardo Frei, recordó la alocución del Papa Juan Pablo II, con la cual se inauguró la Cumbre, que puso de relieve "la trascendencia moral" del tema de la conferencia.
El dirigente chileno calificó de "escándolo moral" la existencia de 800 millones de hombres y mujeres, entre ellos casi 200 millones de niños menores de cinco años, que carecen de los alimentos suficientes, en un universo que exhibe asombrosos logros de la inteligencia para alcanzar bienestar y riqueza.
Llamó también la atención sobre la pobreza, en este mundo tan rico, que afecta a más de mil millones de seres humanos, de la cual "el hambre y la malnutrición no son sino el rostro más triste y preocupante".
El vicepresidente argentino, Carlos Ruckauf, abrazando las tesis del Vaticano, se refirió al control de la natalidad.
La estabilización de la población "no debe lograrse a través de medidas gubernamentales u originadas en instituciones supranacionales que contradigan la libertad de decisión de individuos y familias y no atiendan a los valores religiosos, éticos y culturales de las comunidades locales", afirmó.
La planificación familiar, añadió, debe sustentarse en la libertad de decisión y el respeto de los derechos humanos de los cónyuges, sin injerencia estatal", y también condenó el aborto.
En opinión del gobierno de Argentina, "el crecimiento demográfico no es necesariamente consecuencia del subdesarrollo ni causa de la pobreza y la inseguridad alimentaria".
Argentina se comprometió también en un esfuerzo para eliminar el "escándalo que significan 800 millones de personas desnutridas en el mundo".
Ruckauf se declaró, sin embargo, optimista: "existen razones para abrigar esperanzas sobre el futuro alimentario de la humanidad si se toman las medidas adecuadas".
El dirigente argentino se refirió también al drama de Zaire, al millón de pófugos a los cuales todavía no les puede llegar la ayuda alimentaria para impedir que mueran de hambre.
A su juicio, los acontecimientos políticos y militares del Zaire plantean en Africa la repetición de un drama que requiere "respuestas en el ámbito de la política alimentaria y sanitaria".
Bolivia expresó su convicción de que "la pobreza, la inequidad, el deterioro del medio ambiente y la inseguridad alimentaria no pueden ser tratados de forma aislada, sino con una visión integral que articule el corto y el largo plazo".
El vicepresidente boliviano, Victor Hugo Cárdenas, aseguró que su país está empeñado en el desarrollo sostenible, que calificó como un proceso cuyo fin es mejorar las condiciones de vida de la población.
Explicó que esto lo hacen mediante la transformación productiva que utiliza de modo racional los capitales humano, natural, físico y financiero y los patrimonios institucional y cultural.
Aclaró que este proceso "no debe poner en riesgo la satisfacción de las necesidades fundamentales de las generaciones futuras y la capacidad de asimilación de la naturaleza, en un marco de equidad social y de gobernabilidad".
Manifestó que su objetivo fundamental consiste en el "mejoramiento de las condiciones de vida de la población boliviana".
Después de haber logrado la estabilidad económica y democrática, dijo, "estamos implementando las reformas llamadas de segunda generación, orientadas principalmente hacia logros de mayor equidad, mejor distribución del ingreso, mayor acercamiento del Estado a la sociedad y mayor crecimiento económico".
El primer vicepresidente de Panamá, Tomás Altamirano, subrayó la "desproporción abismal entre los países industrializados y la inmensa mayoría de las naciones representadas en la Cumbre".
Aclaró que los gobiernos no pueden asumir solos la responsabilidad de asegurar los alimentos.
El sector privado "debe encontrar suficientes incentivos y la sociedad civil debe tener la suficiente participación para que las decisiones que van a afectar a la totalidad de la población sean posibles de ejecutar".
Expresó su convencimiento de que "la carencia de alimentos o su mala distribución constituye una de las causas más evidentes del atraso en que viven muchos de nuestros países".
En algunos casos, agregó, es "una de las aberraciones más bochornosas que la historia haya conocido".
Sostuvo que la humanidad no puede preciarse de los avances casi increíbles que ha experimentado en tecnología y en informática, si al mismo tiempo 800 millones de personas no cuentan siquiera con los alimentos para cubrir sus necesidades mínimas.
Sostuvo que los países del Sur estarían en un círculo vicioso porque "la pobreza genera carencia de alimentos y la mala alimentación agrava la pobreza".
Sin embargo, a su juicio este círculo vicioso se puede romper, "hay que procurar la seguridad alimentaria como prerrequisito para derrotar la pobreza".
Por esta razón, celebró que la Cumbre se haya propuesto el objetivo de alcanzar una seguridad a nivel individual, familiar, nacional, regional y mundial. (FIN/IPS/jp/jc/ip-dv/96