El aclamado éxito económico de Asia dañó la capacidad de autosustento del continente y no evitará que millones de personas enfrenten una severa crisis alimentaria, alertó el Subcomité de Nutrición de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El grueso de los 840 millones de hambrientos del mundo vive en Asia, donde se encuentra más de la mitad de la población y casi tres cuartos de los agricultores del planeta.
La última encuesta del Subcomité de Nutrición de la ONU hizo sonar campanas de alarma en la Cumbre Mundial de Alimentación, al informar que, a excepción de China, las naciones de Asia tienen un futuro peor que el de Africa subsahariana en materia de seguridad alimentaria.
Casi la mitad de los niños menores de cinco años en el sur de Asia están por debajo de su peso, mientras la proporción de jóvenes desnutridos es de un tercio en el sudeste. El siguiente nivel de desnutrición infantil (27 por ciento), corresponde a Africa subsahariana.
Una proyección "optimista" del estudio revela que el Sudeste Asiático reducirá el nivel de sus niños desnutridos en los próximos 15 años.
Pero el sur del continente tendrá un tercio de su población joven en estado de desnutrición, con unos 200 millones de niños sufriendo a causa de una dieta pobre.
El estudio responsabilizó de la falta de avance nutricional en la región en la década de 1990 al inadecuado desarrollo económico en el caso del sudeste de Asia, y a una combinación de crecimiento demográfico y pobreza en el caso del sur de Asia.
Asia produce más de un tercio de la cosecha mundial anual de granos, pero la mitad de sus países, con 85 por ciento de la población de la región, fueron clasificados como Países de Bajos Ingresos y Déficit Alimentario, con ingresos por habitante por debajo de un nivel de 1.395 dólares definido por el Banco Mundial.
Estos países también presentaron balances negativos en el comercio de alimentos, en relación a una canasta de alimentos promediada en tres años.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), auspiciante de la cumbre celebrada en Roma, el rápido crecimiento económico, especialmente en el sudeste, y prácticas de agricultura intensiva debilitan la capacidad de autosustento.
"El hecho de que la protección ambiental es mucho más barata y sencilla que la rehabilitación no es tenido en cuenta ante la búsqueda desenfrenada del crecimiento económico", indicó la FAO en el informe "Estado de la Alimentación y la Agricultura".
La deforestación o la desertificación, el agotamiento y la contaminación de fuentes de agua subterránea, la salinidad del suelo en áreas irrigadas, la pérdida de diversidad biológica y la erosión son algunos de los problemas que amenazan la productividad agrícola, indicó el documento.
Con pocas posibilidades de extender el área en cultivo, exceptuada China, Asia debe incrementar la producción en sus granjas, buena parte de las cuales se sitúan en áreas semiáridas alimentadas por lluvias, sostuvo la FAO.
La revolución verde de la década de 1970 generó un altísimo rendimiento, pero su éxito se logró mediante el uso de fertilizantes costosos, pesticidas e irrigación. El uso indiscrimindo de nutrientes artificiales dañó la productividad del suelo, abusó del agua y produjo salinidad.
Otra seria amenaza a la producción agrícola en Asia es la creciente urbanización, que erigió en el continente más de la mitad de las 30 megaciudades del mundo.
Se estima que solamente China pierde cada año unas 330.000 hectáreas de buena claidad para el cultivo ante el avance inustrial y urbano.
Expertos agrícolas calculan que la degradación de la tierra resulta en una pérdida económica anual de al menos 10.000 millones de dólares a los países asiáticos, una cifra equivalente a siete por ciento del total de su producción agrícola. (FIN/IPS/tra- en/mu/mk/lp/dv hd/96
