El acercamiento del gobierno de Cuba a la Iglesia Católica, simbolizado en la visita del presidente Fidel Castro al Papa Juan Pablo II, es parte del proceso de búsqueda de vías para superar la crisis económica, señalaron analistas en esta capital.
Castro se reunió este martes con el Papa en el Vaticano para confirmar la disposición de su gobierno al diálogo con la Iglesia Católica, tras un enfrentamiento que duró más de tres décadas.
Juan Pablo II aceptó la invitación de Castro a visitar Cuba el próximo año, según informó un portavoz del Vaticano al término de la entrevista, de 35 minutos.
En un gesto inusual, tras el silencio que rodeó en la isla todos los preparativos de la reunión, el Noticiero Nacional de la televisión oficial transmitió un amplio reportaje sobre el encuentro, y los cubanos pudieron ver al Papa y a Castro frente a frente.
Los analistas sitúan en un mismo plano los signos que emite Cuba hacia el Vaticano y el discurso pronunciado el día 12 por el vicepresidente Carlos Lage ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para promover una resolución condenatoria del bloqueo de Estados Unidos a la isla.
"Todos son signos de apertura en diferentes frentes", dijo a IPS un miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y observó que "el gobierno de Castro está emitiendo señales al mundo de su intención de dialogar".
"No estamos en contra de los cambios, sino en contra del bloqueo", dijo Lage en la ONU, al pronunciar un discurso interpretado en círculos intelectuales cubanos como una propuesta aperturista y una "jugada maestra".
El gobierno cubano que está dispuesto a abrir espacios a la Iglesia Católica, totalmente descartados años atrás, a cambio de un mayor apoyo del Vaticano ante el bloqueo que Washington impone a la isla desde 1962.
De hecho, el Vaticano eliminó el tono neutral con que durante años se refirió al bloqueo y el Papa condenó explícitamente esa política en la inauguración de la Cumbre Mundial de Alimentación, celebrada en Roma la pasada semana.
Para Carlos Manuel de Céspedes, vicario de la arzobispado de La Habana, la visita de Juan Pablo II a Cuba, único país de América Latina que ha quedado fuera de los itinerarios del Papa, representaría "una apertura política".
Fuentes católicas en La Habana creen que, pese a su respuesta afirmativa a la invitación de Castro, el Papa condicionará su viaje a Cuba al desarrollo de las relaciones bilaterales en los próximos meses y a la satisfacción de las demandas de la iglesia local.
El Vaticano solicitó a las autoridades cubanas que admitan el ingreso de sacerdotes extranjeros a la isla, que en estos momentos no llegan a 200, para atender la demanda de servicios religiosos de una población de 11 millones de habitantes mayoritariamente católica.
La iglesia espera, además, facilidades para su labor humanitaria y asistencial, la autorización para la construcción de nuevos templos y el acceso a centros de enseñanza y a los medios de comunicación masiva monopolizados por el Estado.
Pero, mientras las autoridades parecen dispuestas a aceptar algunas demandas, el acceso de la Iglesia a la enseñanza y a la prensa es aún poco probable.
Según informó Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano, la conversación entre Castro y el Papa giró alrededor de la labor de la Iglesia Católica en Cuba y del papel de los creyentes en la vida de la isla.
El diferendo entre la Iglesia y el Estado cubano data de comienzos de los años 60, cuando la jerarquía católica tomó partido contra medidas decretadas por el gobierno revolucionario.
Aunque el gobierno decretó una apertura religiosa a inicios de esta década, las relaciones entre la Conferencia de Obispos de Cuba y las autoridades dependen de hechos coyunturales y de los pronunciamientos de una y otra parte.
Por un lado, el gobierno espera que la Iglesia sea totalmente apolítica y se limite a sus funciones religiosas y, por el otro, el clero cubano se siente en la obligación de emitir publicamente su opinión sobre la realidad social del país.
"Si hay mejores relaciones con la Santa Sede es porque hay mejores relaciones entre el Estado y la Iglesia en Cuba y viceversa", dijo el 28 de octubre el cardenal cubano Jaime Ortega.
Según Ortega, con la visita del Papa, Cuba "dejaría de ser una excepción" lo cual corroboraría la exsitencia en el gobierno de Fidel Castro de "una voluntad de apertura".
La invitación oficial de La Habana data de 1989 y fue confirmada, en octubre, a Jean- Louis Tauran, secretario del Vaticano para las relaciones con los Estados, que estuvo en Cuba por invitación del canciller Roberto Robaina.
Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, reseñó el homenaje que rindió Castro el lunes a quien fuera nuncio apostólico en La Habana, monseñor Cesare Zacchi, pero no dedicó ni una palabra al encuentro que se realizaría este martes en el Vaticano.
"Mucha esperanza", respondió Mariano Díaz, católico practicante de 59 años, a la pregunta sobre sus expectativas del encuentro entre Castro y el Papa que, como a buena parte de los cubanos interrogados por las calles, le pareció "increíble". (FIN/IPS/da/ff/ip/96