La falta de micronutrientes (vitaminas y minerales) en la dieta habitual de los pobladores de la región andina es una de las causas de las altas tasas de desnutrición en la región, alertaron expertos reunidos en Lima.
Para enfrentar esa carencia, se requieren medidas drásticas como el reforzamiento de los alimentos y mejoras de los hábitos de consumo, según los especialistas.
Los micronutrientes juegan un papel fundamental en la defensa del organismo contra las infecciones, el cáncer, los transtornos cardiovasculares, la osteoporosis y los defectos congénitos.
Los expertos en nutrición humana consideran que su carencia debilita el sistema inmunológico al aumentar la incidencia de enfermedades infecciosas. Además, la falta de micronutrientes atenta contra el rendimiento óptimo del individuo en tareas intelectuales o manuales.
En la región andina, donde la mayoría de los pobladores viven en estado de pobreza crítica, el déficit de micronutrientes en la dieta significa una alta incidencia de enfermedades como el escorbuto, la pelagra, el bocio y el beri-beri, extinguidas en otras partes del planeta.
Ello se debe a la altísima carencia de la vitamina A las del complejo B, hierro y yodo que se observa en los platos de los andinos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 11.000 niños quedan ciegos, 1,3 millones de horas de trabajo se pierden y 20.000 personas mueren cada año en la región como consecuencia de la dieta pobre en micronutrientes.
La OMS estableció que una inversión de 50 centavos de dólar por habitante redundaría en 4.000 por ciento de "ganancia" en materia de salud.
Enfrentar la deficiencia de micronutrientes requiere voluntad política, concertación entre diversos sectores y políticas adecuadas de salud y nutrición, según los asistentes al simposio internacional celebrado en Lima.
En Venezuela, por ejemplo, se logró disminuir 25 por ciento el déficit de hierro de la población mediante el reforzamiento de harinas de trigo y maíz con este mineral, informó el médico José Félix Chávez, jefe de la División de Investigaciones Alimentarias del Instituto Nacional de Nutrición.
Para ello, el gobierno debió convencer a los industriales harineros, que no percibían la ventaja de la inversión.
"En Venezuela existen normas sobre la composición de los productos alimenticios. Fue necesario aprobarlas porque antes se vendían alimentos tan pobres en nutrientes que parecían pegamento para paredes", afirmó.
Otro ejemplo exitoso es Bolivia, que en agosto fue declarado por la OMS "libre de bocio". La erradicación de esa enfermedad se logró mediante un agresivo programa de yodación de la sal y el aceite.
Pero en 1981, 60 por ciento de la población escolar del país padecía algún grado de bocio (cretinismo y déficit de desarrollo psicomotriz, entre otros).
El bocio se debe a la carencia de yodo en el organismo, y, en su estado más avanzado, produce un abultamiento notorio debajo de la barbilla, a la altura de la glándula tiroides.
Laas autoridades sanitarias de Bolivia lograron elevar la producción de sal yodada de 2.000 toneladas en 1984 a 53.000 en la actualidad.
El aceite dejó de yodarse en 1993, cuando el abastecimiento de sal alcanzó su punto de equilibrio.
Bolivia comenzó en 1991 a reforzar el azúcar con vitamina A, tras comprobarse que 48 por ciento de los menores de cinco años presentan carencia de esta vitamina, responsable de disminuir el riesgo de mortalidad infantil hasta 25 por ciento si se ingiere en dosis adecuadas.
El director de Micronutrientes del Ministerio de Salud de Bolivia, José Rivero, expresó que todavía no se han logrado resultados significativos porque no toda el azúcar que se consume en su país se refuerza, debido a la resistencia de los industriales.
En otros paises, como Perú, poco se ha avanzado. Aunque los índices de bocio han disminuido, 45 por ciento de la población de zonas del altiplano como el departamento (provincia) de Puno presentan desórdenes sanitarios por déficit de yodo.
Además, las tres cuartas partes de la población presenta algún grado de deficiencia en micronutrientes, especialmente hierro, lo cual es más notorio entre embarazadas y menores de cinco años.
Nelly Baiocchi, Directora del Centro Nacional de Investigación y Nutrición de Perú, indicó que la grave carencia nutricional de la población infantil obligó al gobierno a desarrollar programas de refuerzo de alimentos en base a productos nativos de cada región.
Esos alimentos se entregan diariamente en forma de papillas o suplementos de dieta a más de tres millones de escolares de zonas pobres del país beneficiarios de los programas de desayunos escolares y "vaso de leche" diario.
El gobierno de Perú negocia con las compañías de todo el territorio del país el refuerzo de la harina de trigo con hierro y retinol, a pedido de la OMS, como vía de enfrentar la aguda desnutrición de la población.
Un programa similar se realiza en Ecuador donde, según el médico Julio Alvear, asesor del Ministerio de Salud, la desnutrición crónica afecta a 50 por ciento de los menores de cinco años.
Setenta por ciento de los niños de entre seis y 36 meses presentan algún grado de anemia, al igual que 60 por ciento de las embarazadas, a consecuencia de lo cual alrededor de 30 por ciento de los bebés tienen bajo peso al nacer.
"La situación nutricional en Ecuador es muy grave y requiere medidas urgentes. Existe un comité que estudia la carencia de hierro, vitamina A y yodo y que se plantea reducir 80 por ciento los casos de anemia", declaró Alvear.
El comité aspira a que los niveles de carencia de yodo se mantengan en un mínimo aceptable, así como a eliminar el déficit de vitamina A y reforzar las harinas de trigo y maíz.
Alvear, sin embargo, considera que el problema debe ser abordado en su conjunto. "No nos podemos dedicar exclusivamente al problema de los micronutrientes, porque el saneamiento básico y la decisión política de erradicar la pobreza es el elemento sustancial", subrayó. (FIN/IPS/zp/mj/he dv/96