CHINA: Población siente nostalgia de tiempos más seguros

La desilusión crece en China frente a las reformas económicas lanzadas hace 17 años por el líder supremo Deng Xiaoping, especialmente por razones de inseguridad laboral y ciudadana, según un informe oficial.

La mayoría de la población respalda la línea trazada por el gobernante Partido Comunista, pero se diluye el entusiasmo inicial por las reformas, advirtió el departamento de investigación social del la Comisión del Estado para la Reestructuración de la Economía.

Más de 80 por ciento de las personas encuestadas en 40 ciudades se manifestaron insatisfechas con su situación, de acuerdo con el último informe de la Comisión.

La brecha entre ricos y pobres, el creciente número de trabajadores despedidos de empresas del Estado arruinadas, la corrupción y el aumento de la delincuencia son las principales prepcupaciones de la población de China.

Desalentados por la dura competencia por los puestos bien retribuidos en el ascendente sector privado, graduados universitarios ingresan en el área estatal, donde perciben un bajo salario pero creen tener mayor seguridad laboral, pese la decadencia de varias empresas públicas.

El incremento del salario es objetivo de 73,3 por ciento de los encuestados, aunque en alta proporción no buscan la prosperidad, sino la estabilidad social.

Más de 69 por ciento del total de consultados para el informe anual de 1993 de la Comisión habían señalado como su prioridad la estabilidad social, y la proporción se incrementó a 81,2 por ciento en 1996.

La mayoría están de acuerdo con la campaña de "garrote duro" con que el Partido Comunista pretende aplastar a los "demonios sociales" surgidos en el país desde la apertura de la economía a la inversión extranjera.

El gobierno atribuye a la influencia occidental el consumo de drogas, la delincuencia, la prostitución y otros síntomas de creciente decadencia moral de la sociedad.

Los encuestados consideraron la corrupción, que identifican en todos los sectores de la sociedad, "uno de los mayores problemas" del país, y muchos creen que su aumento amenazaría gravemente "al partido (Comunista) y al país".

"El dinero y el poder son intercambiables ahora en China. Los funcionarios utilizan el poder para adquirir apartamentos y otros bienes, y nosotros, la gente común, somos postergados", dijo un taxista de Shanghai.

Otra encuesta, concentrada en los cambios psicológicos operados en los últimos años en Beijing, demostró que el rápido cambio a la economía de mercado ha causado "conflictos de valores".

La investigación, realizada por una emisora de televisión de la capital y la Escuela de Magisterio de la Universidad de Beijing, solicitó la identificación de los grupos "más envidiados" y de los "más respetados" de la nueva sociedad.

Veinticinco por ciento de las respuestas obtenidas pusieron a los "ricos" al tope de la lista de los más envidiados, por delante de "las personas con poder" , "las personas con conocimientos" y de quienes "tienen una vida familiar feliz".

Pero ni los ricos ni los poderosos ganan el respeto de los habitantes de la capital. Quince por ciento de los encuestados citaron en primer lugar a los maestros como merecedores de respeto, y tras ellos a los funcionarios honestos y desinteresados.

"Los valores tradicionales inducen a la población a sentir respeto por quien trabaja mucho y pide poco, mientras el 'boom' económico desafía las virtudes clásicas", destacó Gu Hailiang, asesor de la investigación universitaria.

Gu atribuyó el conflicto entre valores tradicionales y las condiciones actuales de la sociedad a la rápida marcha de las reformas económicas.

Significativamente, casi todas las personas de edad mediana y avanzada expresaron nostalgia por el decenio de 1950. "Entonces, no era necesario cerrar la puerta por la noche y siempre alguien devolvía las billeteras perdidas", observó uno de los entrevistados.

Setenta y cuatro por ciento de las personas consultadas respondieron que vivir en la capital ofrece mejores oportunidades, y 65 por ciento aludieron a la inseguridad pública. Cerca de la mitad informaron que su hogar fue robado en los últimos cinco años.

"Cuando Mao aún vivía, se podía dejar en verano una sandía en una cada abierta, que nadie la tocaba. Pero ahora no hay cerrojo que pueda detener a los ladrones", lamentó una empleada de tienda.

Mao Zedong (1893-1976), fundador de la República Popular de China y arquitecto de la revolución cultural de 1966-1976, se convirtió en símbolo de los triunfos y los traumatismos del comunismo chino.

Mao representa para muchos intelectuales y partidarios de la reforma económica la ineficiencia que causó la muerte por hambre a millones de personas en los años 60. Esa misma corriente de opinión también señala que la represión causó cientos de miles de víctimas durante la revolución cultural.

Pero en opinión de otros, que no han sido favorecidos por la liberalización económica y las políticas de mercado dispuestas por Deng a fines de los 70, Mao representa el compromiso con el comunismo.

Las revelaciones de las dos encuestas no alterarán el rumbo del gobierno. En sus conclusiones, la Comisión del Estado para la Reestructuración de la Economía sugirió la aceleración de las reformas como la vía más apropiada para volver a encender la fe del público en la política económica en curso.

A juicio del Partido Comunista, el problema no son las reformas económicas en sí mismas, sino la presencia de sectores sociales corruptos y desviados de los valores tradicionales, que que intentan capitalizar de modo inaceptable las transformaciones en marcha.

La dirección del Partido Comunista revivió el llamado a forjar una "civilización espiritual" lanzado por Deng para evitar la influencia del "liberalismo burgués" y sostener la moral social.

Deng, de 92 años, que no aparece en público desde hace dos años y medio, dictó una serie de directivas para asegurar la moral de la sociedad frente a los efectos secundarios negativos del arribo al país de los inversionistas occidentales, que llegan con su lujoso estilo de vida.

Pero según el partido, dirigido ahora por el presidente Jiang Zemin, algunos ciudadanos se han extraviado y han caído víctima de enfermedades sociales. (FIN/IPS/tra-en/ab/cpg/ff/pr/96

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