Uno de los cultivos de arroz de más alto rendimiento en China podría ser incluso más productivo mediante un procedimiento de ingeniería genética, de acuerdo con un informe publicado hoy por la revista científica Nature.
El procedimiento consiste en utilizar una planta que ha sido "construida" mezclando sus genes con los de otra de su misma familia aunque silvestre, de menor rendimiento pero más resistente al crecer.
El informe recoge los resultados de una investigación conjunta sino-estadounidense dirigida por el Centro Nacional de Investigación y Desarrollo de Arroz Hídrido de China y la Universidad Cornell de Nueva York.
El trabajo del equipo binacional permitió identificar genes mejoradores del rendimiento en la planta Oryza rufipogon, parienta silvestre del arroz cultivado en China, que puede mejorar la producción de las variedades de alto rendimiento.
Es la primera vez que se recurre al arroz silvestre para mejorar variedades cultivadas, pese a que contiene genes positivos para la producción.
"Estos genes favorables, sin embargo, con frecuencia quedan ocultos tras otros perjudiciales", explicó Stephen D. Tanksley, del Departamento de Cultivos Vegetales y Biometría, de la Universidad de Cornell.
Ahora, en cambio -añadió-, es posible usar mapas genéticos moleculares para explotar selectivamente el potencial genético útil de las variedades silvestres.
Después de hacer una serie de cruzamientos y cultivos sucesivos, los investigadores compararon los rendimientos de grano de la nueva planta con tres diferentes variedades de arroz.
El resultado general fue que 15 por ciento de las nuevas plantas rindieron más toneladas de la variedad V/64 por hectárea – una de las variedades híbridas más rendidoras de China-, y 14 por ciento de ellas rindieron más grano por planta.
Cuando los científicos pesaron 1.000 granos de cada variedad, las nuevas plantas resultaron 56 por ciento más pesadas que la variedad V/64.
"Estos resultados sugieren que los genes provenientes de Oryza rufipogon pueden aumentar el rendimiento de una variedad seleccionada de arroz -un arroz de élite- a pesar de que esa planta por sí misma tiene un rendimiento inferior a las variedades cultivadas", explicó Tanksley.
El arroz es el alimento básico de la mitad de la población del mundo y por largo tiempo ha sido el blanco de los programas de alimentación. Sus rendimientos, en consecuencia, han aumentado de forma notable.
Los arrozales chinos producían alrededor de tres toneladas por hectárea en la década de los 50. El promedio actual oscila entre cinco y seis toneladas, e incluso se puede llegar a ocho en condiciones favorables.
Sin perjuicio de ello, la producción mundial de arroz por año deberá ser 70 por ciento mayor hacia el año 2030, para satisfacer la demanda de una creciente población.
"Los incrementos de producción de este básico alimento se conseguían en el pasado expandiendo el área cultivada, aumentando el uso de fertilizantes y aplicando pesticidas químicos. Pero ninguna de estas opciones sigue siendo realista hoy en día", añadió Tanksley.
"Los futuros aumentos de productividad requerirán elevar el potencial genético de rendimiento de las especies, y en el caso de las variedades modernas de arroz ese potencial ha permanecido estacionario por muchos años".
El experimento Cornell no se limita a China. También se ha implantado una forma de colaboración con otros tres países asiáticos y con Colombia en América del Sur.
El cultivo de arroz en tierra seca, ampliamente extendido en América del Sur, es mucho menos productivo que el asiático, que se realiza en agua. Su rendimiento es apenas de una a tres toneladas por hectárea. (FIN/IPS/tra-en/jmp/mom/rj/arl/dv/96