Los gobiernos de Brasil y Venezuela pactaron la creación de una empresa binacional comercializadora de electricidad, que apunta al uso del combustible venezolano orimulsión en plantas térmicas del norte brasileño.
Del acuerdo se informó este miércoles, tras concluir en Caracas la reunión del comité de trabajo sobre planificación, uno de los 11 grupos que, desde 1994, se reparten por áreas la organización de la cooperación entre ambos gobiernos.
La nueva empresa, que se llamará Globelec, organizará la comercialización de equipos y de combustible para la generación de electricidad, sobre la base del empleo de orimulsión para alimentar plantas del norte y noreste brasileño, dijo el asesor gubernamental venezolano Ramón Illaramendi.
La orimulsión es un combustible sustituto del carbón para alimentar plantas termoeléctricas, desarrollado en Venezuela a base de hidrocarburos extrapesados, agua y aditivos surfactantes, y que se emplea ya en Europa y América del Norte.
La creación y puesta en marcha de Globelec dependerá de los resultados del proceso de apertura y privatización de las empresas energéticas que se desarrolla en Brasil, observó en Caracas el presidente de Electrobrás, Firmino Sampaio.
La nueva empresa orientaría proyectos que parten de una base para negocios: el norte y noreste brasileño es deficitario en energía, en tanto que Venezuela tiene superavit y grandes centros de generación en su oriente y sureste fronterizo.
Ambos países avanzaron en un estudio de factibilidad para llevar electricidad a Manaos, capital de la Amazonia brasileña, desde la represa de Guri, sureste de Venezuela y con capacidad instalada de 10.000 megavatios.
El proyecto está paralizado desde hace meses porque, comprobada la factibilidad técnica, surgieron dificultades económicas, por la diferencia de precios a que aspiraban las partes.
La orimulsión puede ser una nueva línea a explotar, si la construcción de plantas abre mercado a equipos brasileños y al combustible por el que Venezuela apuesta al largo plazo.
Otro frente energético es un proyecto de asociación entre los grupos estatales Petróleos Brasileiros (Petrobrás) y Petróleos de Venezuela (PDVSA), para construir una refinería de 180.000 o 200.000 barriles diarios de capacidad en el norte de Brasil.
Esa refinería sería dotada de tecnología de conversión profunda, para poder procesar crudos pesados, los que Venezuela posee en mayor cantidad.
Sin embargo, montar una refinería de esas características tiene un costo de 2.000 millones de dólares, por lo que ejecutivos de Petrobrás y PDVSA la manejan sólo como una de las alternativas posibles de negocio bilateral. (FIN/IPS/hm/ff/if/96)
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