El déficit comercial de 1.308 millones de dólares en octubre fortaleció los pronósticos de que el gobierno será forzado a contener el crecimiento económico de Brasil en el próximo año, lo que impedirá mejoras en el empleo.
El mercado financiero ya actuaba en base a probables medidas gubernamentales, como reducción del crédito al consumo y mayor devaluación de la moneda dentro del sistema de bandas cambiarias.
La balanza comercial, más negativa que lo esperado, agravó el pesimismo. La expectativa es que se mantenga la tendencia de aumento de las importaciones y estancamiento de las exportaciones, que ya hicieron al país acumular un déficit de 2.900 millones de dólares de enero a octubre.
El año debe concluir con más de 4.000 millones de saldo negativo y para el próximo año los analistas financieros ya prevén entre 7.000 y 8.000 millones de dólares.
A mediados del año pasado, ante una explosión importadora, especialmente de automóviles, el gobierno adoptó drásticos aumentos de aranceles, de 20 a 70 por ciento en el caso de vehículos, combinados con restricciones al consumo.
El equilibrio logrado en el segundo semestre de 1995 y comienzos de este año se esfumó a partir de junio, con las importaciones superando las ventas externas en 327 millones de dólares. Esa diferencia se elevó a 655 millones en septiembre y se duplicó nuevamente en octubre.
Los estímulos concedidos por el gobierno a las exportaciones, como financiación y exención de impuestos internos, no lograron los efectos deseados hasta ahora. Las ventas del país crecieron menos de cinco por ciento este año, contra 6,8 por ciento el año pasado.
Esto no acompaña a la expansión del comercio mundial, que supera siete por ciento.
Contener las importaciones, via compresión del consumo, aparece como la única alternativa, ya que se descarta una gran devaluación cambiaria y medidas proteccionistas que enfrentarían reacciones en la Organización Mundial de Comercio.
Las reservas cambiarias actuales, de cerca de 58.000 millones de dólares, no aseguran tranquilidad en las cuentas externas, aunque sean suficientes para 11 meses de importaciones. Es que el servicio de la deuda externa viene creciendo y sus pagos se concentran en 1997.
Serán 18.000 millones de dólares en amortizaciones y 14.000 millones en intereses, según Paulo Nogueira Batista Junior, un economista experto en el tema.
Si a esos 32.000 millones de dólares se suman el deterioro de la balanza comercial y la deuda de corto plazo, como los créditos comerciales, que tiene que ser refinanciada permanentemente, gana cuerpo un peligroso desequilibrio en las cuentas externas, advirtió Batista.
Se arma así una bomba que puede estallar si algún hecho interrumpe la facilidad actual con que el país capta capitales en el exterior para refinanciar sus deudas. Las reservas pueden disiparse rápidamente, aunque las tasas de interés en Brasil sean muy superiores a las internacionales.
El ex ministro de Hacienda Antonio Delfim Netto concentra sus críticas en lo que considera sobrevaluación de la moneda, desde que pasó a llamarse real y se puso en marcha el último plan de estabilización, en julio de 1994.
Pero como el control de la inflación depende mucho de la relativa estabilidad del cambio, no se espera que el gobierno modifique su política de suaves oscilaciones dentro de una banda cambiaria cuyos límites se fijan para un período de varios meses.
El mercado de futuros sólo prevé una aceleración de las devaluaciones del real, que varían en torno de 0,5 por ciento al mes actualmente. Los negocios en dólares se están haciendo en base a una reducción mensual de cerca de 0,75 por ciento en el valor de la moneda brasileña hasta el primer trimestre de 1997.
El gobierno está adoptando otras pequeñas medidas para evitar un mayor deterioro en las cuentas externas.
Elevó el arancel sobre autopartes de 2,4 a 4,8 por ciento en lo que resta del año y a 7,2 por ciento en 1997, y averigua incluso si los millones de dólares de la venta de jugadores de futbol al exterior ingresaron legalmente al país.
Pero economistas como Persio Arida, uno de los padres del Plan Real hoy en el sector privado, recomiendan o prevén medidas para impedir un crecimiento excesivo de la economía, con el consumo superando la capacidad de producción interna en condiciones competitivas.
El gran déficit comercial de octubre enciende una luz amarilla que probablemente sepulte la meta de crecimiento de cinco por ciento o más en 1997, anunciada por el presidente Fernando Henrique Cardoso y algunos de sus ministros. (FIN/IPS/mo/ag/if/96