(Artes y Espectáculos)

Como "un canto a la tolerancia" define el escritor chileno Luis Sepúlveda a su última novela, "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar", presentada en la XVI Feria del Libro de Santiago.

La presencia de este exitoso "contador de historias" ha sido uno de los aspectos más destacados de esta feria, considerada la tercera en importancia de su tipo en América Latina, luego de las de Guadalajara y Buenos Aires.

La versión numero 16 de la Feria del Libro de Santiago, inaugurada el día 21 y que culminará el 8 de diciembre, tiene como otros invitados "estrellas" al español Arturo Pérez-Reverte, al brasileño Paulo Coelho y al francés Guy Asorman.

"No me considero un escritor. Pienso que es una palabra que me queda grande. Me considero un contador de historias", dice Sepúlveda, quien saltó a la fama literaria a comienzos de la década con "Un viejo que leía novelas de amor".

"Mundo del fin del mundo", "Nombre de torero" y "Patagonia Express", dieron continuidad en estos años a la presencia narrativa de este periodista nacido en 1949 en la ciudad de Ovalle, 411 kilómetros al norte de Santiago, y radicado hace 20 años en Europa.

"Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar" es, según su autor, "una historia ecológica y humanista, recomendada para jóvenes a ocho a 88 años".

"Es una novela que intenta ser un canto a la tolerancia", dijo el escritor en un encuentro con periodistas, tras señalar que el libro es una suerte de fábula, nacido en alguna forma en el seno de su familia.

Y es que sus hijos -Sebastián, de 11, y los gemelos Max y León, de ocho años- hacen cada día que les cuente alguna historia, y por ahí se fue gestando esta novela, que sumó a otro protagonista del núcleo familiar: el gato Zorbas.

Llamado así en homenaje a la más famosa novela del griego Nikos Kazantzakis, Zorbas es "un gran escuchador de historias incomprensibles" y también un ejemplo vivo de tolerancia en el hogar del escritor chileno.

"Es un gato negro, gordo, peludo, flojo, ladrón. Nunca intentamos que fuera un gato 'correcto', nunca nos 'integramos'. Convivimos con él como seres diferentes, respetando al otro como es, como debe ser la convivencia", explicó Sepúlveda.

El Zorbas de la fábula es un gato vagabundo de Hamburgo que auxilia a una gaviota agónica, ahogada por un derrame petrolero, la cual le deja como herencia al morir un huevo, con el compromiso de que cuide a su hija.

La obra -explicó Sepúlveda en un coloquio con el público de la feria- cuenta no sólo las peripecias de Zorbas y sus amigos del puerto para defender a la pequeña gaviota, sino también para convencerla de su condición de ave y de que puede y debe volar.

Pero esta historia no es sólo una fábula, sino también una parábola de la Europa y la Alemania actual donde los "cabezas rapadas" de los grupos neonazis con sus persecuciones a los turcos representan la intolerancia y el rechazo a la diversidad.

Entre la fábula, la ecología y la tolerancia, este "contador de historias" debuta en la Feria del Libro de Santiago, luego de participar en los mayores encuentros editoriales del mundo, como Francfort, el Salón del Libro de París, Gudalajara y Buenos Aires.

"Nadie es croqueta en su tierra", respondió Sepúlveda, citando un verso de "Reflexiones de una patata" del vasco Bernardo Archagá, cuando se le preguntó por su llegada un tanto tardía a la feria santiaguina.

El mismo escritor aclaró que esa era una explicación humorística, para no dar "una respuesta más peleadora".

Sepúlveda es conocido por sus juicios críticos al proceso de transición democrática que se abrió en Chile en 1990 al término de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90), y por su rechazo al modelo económico neoliberal.

Se cuenta que durante el gobierno del ex presidente Patricio Aylwin (1990-94) se le ofreció el cargo de agregado cultural de la embajada de Chile en Alemania, que él rechazo por considerar que aún había presos políticos en el país.

La visión crítica de Sepúlveda alcanza también a la llamada literatura "light", que en su opinión es cultivada por jóvenes escritores en Chile y América Latina que se apoyan en recursos de marketing para promover sus obras.

Fue muy crítico con "McOndo", una antología hispanoamericana de cuentistas editada por los chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez, quienes consideran sobrepasado el realismo mágico y reivindican una "cultura bastarda" donde uno de los referentes es la comida chatarra de Mc Donald.

Eso es "la cultura del olvido" para Sepúlveda, quien invoca al argentino Mempo Giardinelli y su "Santo Oficio de la Memoria" para subrayar que "los escritores tenemos la obligación de preservar la memoria histórica".

Bajo esa premisa es que más allá de la "magia de la realidad", como definieron los críticos a "Un viejo que leía novelas de amor", Luis Sepúlveda sostiene que en su obras cuenta "historias de hoy".

"Debo reflejar el mundo tal como es. Con sus imperfecciones, con sus monstruosas contradicciones", dijo a los periodistas, para poner énfasis en su opción por la crítica y la tolerancia.

"A la literatura hay que medirla siempre con mirada crítica", señala este narrador que reivindica como buenos escritores chilenos a Hernán Rivera Letelier, Guadalupe Santa Cruz, Andrea Maturana, Roberto Ampuero, Carlos Cerda, Ramón Díaz Eterovic "y un largo etcétera".

Enemigo de la autopromoción, Sepúlveda sostiene que "uno es escritor de la misma manera como otro señor es gásfiter (plomero). Ninguno de los dos es más importante que el otro". (FIN/IPS/ggr/jc/cr/96

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