La creación de empleo "es el vínculo principal entre crecimiento económico y oportunidades de desarrollo humano", según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero para cuatro millones de personas en el mundo, las esperanzas de mejorar sus condiciones de vida mediante un empleo, hace rato que se esfumaron. Pertenecen a la categoría de "desalentados", es decir personas que saben que ya no podrán conseguir trabajo.
Otras 35 millones de personas aún abrigan la esperanza de conseguir un empleo, pero por el momento son desempleadas absolutas, de acuerdo a cifras de la ONU, que señala que la peor parte la llevan las mujeres.
En América Latina el desempleo absoluto afecta a 7,5 por ciento de su población económicamente activa, y es especialmente alto en Argentina (18,6 por ciento), según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que no incluye en esta cifra el desempleo encubierto: trabajadores parciales y a destajo.
México es otro caso preocupante para la OIT. De 1994 a la fecha el desempleo saltó de 3,6 a 6,6 por ciento, mientras que los salarios reales sufrieron un deterioro de 13,3 por ciento en el mismo período.
En otros países, como Brasil, cuya tasa de desempleo es de seis por ciento, unos 4,5 millones de personas, y al menos medio millón de empleados federales podrían verse afectados de prosperar las drásticas medidas destinadas a reducir los gastos estatales.
El crecimiento de las tasas de desempleo ha puesto en entredicho asertos comúnmente aceptados, como que el crecimiento económico conduce automáticamente al incremento del empleo y los salarios.
Por lo menos en países de América Latina donde la economía experimentó crecimiento, no ha ocurrido lo mismo con el empleo y se ha erosionado además, la seguridad en el mismo.
En Uruguay, por ejemplo, el desempleo se matuvo en nueve por ciento entre 1987 y 1995, pero este año bordea 12,8 por ciento de acuerdo a cifras del Movimiento Nacional por el Trabajo, integrado por diversas instancias afectadas por la falta de empleo.
Las excepciones son Colombia, Chile y Costa Rica, que según la OIT han combinado ajuste estructural, crecimiento económico y crecimiento del empleo. En Colombia, el salario real se ha incrementado en 1,6 por ciento, aunque el desempleo pasó de 7,6 a 8,7 por ciento en el último año.
En Chile, el desempleo disminuyó entre 1994 y mediados de 1995 de 6,7 a 5,7 por ciento, y los salarios reales se incrementaron en 2,9 por ciento en el mismo período.
Victor Tokcman, director regional de la OIT, dijo que el crecimiento económico por si sólo no es suficiente para asegurar el crecimiento del empleo.
"Los países tienen la opción de elegir entre crecimiento económico que mejora la cantidad y la calidad de las oportunidades de trabajo y crecimiento que no las mejora", expresó.
Según los especialistas, muchos gobernantes latinoamericanos parecen haber elegido la última opción.
Guido Pennano, ex ministro de Industrias del presidente Alberto Fujimori, afirma que el gobierno peruano no tiene como objetivo elevar el empleo "porque promueve las importaciones y la exportación de recursos naturales pero no la industria manufacturera o la pequeña empresa".
En Perú, la tasa de desocupación bordea nueve por ciento, según cifras oficiales, aunque organismos privados y no gubernamentales afirman que llega a 12 por ciento.
El ministro de Trabajo, Jorge Gonzalez, reconoce que el desempleo se debe al proceso de ajuste iniciado en 1990 y al incremento de productividad en las empresas.
Según el informe de la OIT, las mujeres y los jóvenes son los grupos más afectados con el desempleo.
Las mujeres son las "últimas a las que se contrata y las primeras a las que se despide" debido al argumento de que los hombres necesitan un puesto de trabajo con más urgencia.
"Tuvimos que analizar todos los casos y finalmente decidimos que las casadas no serían tan afectadas por el desempleo porque tienen un marido que las mantiene", fue el argumento que le dieron a Cecilia Martínez para justificar el despido de 36 mujeres casadas en el banco peruano donde trabajaba.
En el caso de los jóvenes, la falta de oportunidades y los bajos niveles de formación limitan sus posibilidades, de acuerdo al organismo.
Sin embargo, la OIT llama la atención sobre el crecimiento del sector informal en América Latina: entre 1980 y 1993, el 82 por ciento de los nuevos empleos creados en la región correspondieron a este sector, que crece a un ritmo de ocho por ciento anual.
Se estima que 59 por ciento de los pobres urbanos y 67 por ciento de los menesterosos de América Latina obtienen sus ingresos en ese sector, donde trabajan en mayor proporción mujeres.
Algunos datos por países sirven para ilustrar el modo como este sector se ha convertido en la principal fuente de empleo de la región. En Brasil, entre 1980 y 1993, el sector creció de 34 a 56 por ciento, en Colombia creció hasta 60 por ciento y en Costa Rica pasó de 36 a 53 por ciento. (FIN/IPS/zp/ag/pr-dv/96