El agujero de la capa de ozono llegó a medir este año más de 22 millones de kilómetros cuadrados, pero aún asi, algunos expertos creen que la guerra contra las sustancias que la destruyen se está ganando.
Se trata de una guerra a largo plazo cuya victoria sólo será visible dentro de 50 o 70 años, tiempo necesario para que se empiece a revertir el deterioro de la capa, causado por sustancias químicas como los clorofluorocarbonos (CFC), los halones o el bromuro de metilo.
Los CFC, considerados los más dañinos para la capa de ozono, han sido utilizados durante décadas en aparatos de refrigeración, de aire acondicionado, de espumas y en aerosoles.
Los halones, utilizados en extinguidores de fuego, se estima que destruyen 16 veces más que los CFC, pero su uso es mucho menor. El bromuro de metilo, de uso muy generalizado en la agricultura como pesticida, es también un gran destructor.
Según datos del Protocolo de Montreal, en 1992 el consumo mundial de metilbromuro fue de 75.625 toneladas.
Algunos expertos ven con gran preocupación el comportamiento mostrado este año por la capa de ozono, que lejos de ensancharse sigue adelgazándose, con el consiguiente riesgo para la vida en el planeta, porque esta capa impide el paso de los rayos ultravioleta.
Predicen que el mayor deterioro se verá en los próximos 10 años, se manifestará en una mayor cantidad de casos de cáncer de piel, cataratas en los ojos, mutaciones en la biosíntesis de las células y muerte de especies marinas.
El proceso de recuperación tal vez sólo comience a partir del 2010, gracias a las medidas adoptadas por el mundo en la última década a través de la Convención de Viena y el Protocolo de Montreal, creados precisamente para buscar solución al problema.
Otros, como Frank Pinto, director de la Unidad del Protocolo de Montreal, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se basan en los hechos concretos, en los cambios que experimenta la industria mundial, para decir que la guerra contra las sustancias destructoras del ozono va bien.
Pinto señaló que con los 530 millones de dólares que se han invertido de 1991 a 1996 fue posible eliminar 75.000 toneladas de sustancias agotadoras de la capa de ozono.
En 1995 se eliminó el consumo de CFC en los países industrializados -en 1997 sólo podrán usar 13.000 toneladas con fines médicos- y en el 2000 se iniciará la eliminación obligatoria en el Sur, que culminará en el 2010.
Los halones se eliminaron en el Norte en 1994 y los países del Sur tienen un período de gracia de 10 años, por tanto, deberán parar la producción y el consumo en el año 2004.
El bromuro de metilo debe eliminarse en los países industrializados en el año 2020, pero no hay un calendario para los países del Sur.
Los beneficios del Protocolo de Montreal se pueden ver en cifras globales: en 1986 se consumían 1,1 millones de CFC, de los cuales un millón correspondía a los países industrializados.
Actualmente se producen 150.000 en todo el planeta. En total, el mundo consume 250.000 toneladas de sustancias que destruyen la capa de ozono.
En los próximos tres años, los países en desarrollo eliminarán 21.000 toneladas de CFC correspondientes a un programa de sustitución voluntaria del consumo que será financiado por el Fondo Multilateral del Protocolo.
La reasignación de recursos para el Fondo Multilateral fue el tema central de la Cuarta Conferencia de las Partes de la Convención de Viena y la Octava del Protocolo de Montreal, que concluyó este miércoles en San José.
Los 540 millones de dólares acordados se distribuirán entre cuatro agencias de implementación de los acuerdos, que hacen proyectos de inversión en cada pais.
El PNUD, el Banco Mundial y la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) trabajan en proyectos de reconversión industrial para eliminar CFC, halones, bromuro de metilo y refrigerantes solventes.
La agencia de la ONU participa en 49 países con un total de 287 proyectos de inversión en la sustitución de CFC.
En Africa, invirtió en el período 1994-1996 11,6 por ciento de los recursos que se le asignaron para que promoviera proyectos de reconversión y en América Latina 34,4 por ciento.
La región más favorecida fue Asia, donde el PNUD invirtió 52 por ciento de los recursos, en virtud de que era la mayor productora de CFC, debido al tamaño de China.
Asia y Africa han acogido la tecnología más limpia para reemplazar los CFC. Con una mayor influencia europea, han decidido sustituir los CFC con hidrocarburos, que son inofensivos para el ozono.
Pero América Latina, cuyo mercado está dominado por la tecnología estadounidense, ha debido optar por una solución intermedia: los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que ocasionan daños al ozono, pero en menor proporción.
Jack Van Engel, director de la Unidad del Protocolo de Montreal, del PNUD para América Latina, señaló que todo esto demuestra que se está trabajando intensamente para salvar la capa de ozono.
El ministro de Ambiente de Costa Rica, René Castro, estima que la guerra se va a ganar, pero señaló que se podría ganar más rápido si los gobiernos estuvieran dispuestos a invertir más dinero en esa lucha. (FIN/IPS/mso/ag/en/96