El plomo emitido por los escapes de los coches representa 75 por ciento de la contaminación del aire en Harare, dijeron expertos ambientalistas en momentos en que ya se vende en Zimbabwe la gasolina sin plomo.
Además de subrayar que esta contaminación puede dar origen a ciertas formas de cáncer, los expertos previnieron que también contribuye a otros males para la salud humana.
"Existen pruebas médicas que demuestran que una concentración de plomo en los tejidos humanos, más alta de lo normal, está relacionada con la pérdida de energía intelectual", dijo a IPS Nicholas Kwaramba, de la Compañía Nacional de Petróleo de Zimbabwe (NOCZIM).
Otros efectos, fuera del campo de la salud, son más visibles. Las emisiones de los tubos de escape han ensuciado los edificios de Harare y también reducen la visibilidad en ciertos momentos del día, especialmente en las horas pico.
El cielo de la ciudad se cubre en ocasiones con una capa gris que, en opinión de los expertos, es el resultado de las emisiones de monóxido de carbono.
Kwaramba dijo que la NOCZIM decidió "introducir la gasolina sin plomo por la necesidad de reducir los gases no quemados de hidrocarburos y de óxido de nitrógeno, que los escapes de gas envían a la atmósfera.
Los vehículos serán adaptados con convertidores catalíticos que transforman los hidrocarburos no quemados en dióxido de carbono y reducen los óxidos nitrosos a nitrógeno y oxígeno, cortando así la cantidad de sustancias nocivas, explicó.
Zimbabwe es el segundo país de Africa meridional, después de Sudáfrica, que se ha decidido a usar gasolina sin plomo, de acuerdo con Kwaramba.
La NOCZIM comenzó a vender gasolina sin plomo el 7 de octubre, lo que no parece demasiado pronto como respuesta a la publicación de datos por el Concejo Municipal de Harare, revelando que el dióxido de azufre en el aire aumentó de 70 microgramos por metro cúbico en 1993 a 107,23 microgramos en 1994.
La Organización Mundial de la Salud fijó en 60 microgramos por metro cúbico el máximo permisible de concentración de gases dañinos en el aire, del tipo del dióxido de azufre.
De acuerdo con el médico Peter Lowenstein, la gasolina vendida en Zimbabwe tiene uno de los más altos contenidos de plomo en todo el mundo, y esto no puede ser tomado a la ligera.
"Cuando los niños respiran en un ambiente cargado de gases de escape de los coches puede disminuir en forma permanente su coeficiente intelectual, dañarse su estabilidad emocional, reducirse su capacidad de concentración y perjudicarse su audición y su crecimiento físico", dijo Lowenstein.
"Más de 90 por ciento de los niños de muchas ciudades africanas tienen niveles de plomo en la sangre que superan los 100 microgramos por litro, y en ese nivel se pueden medir daños irreversibles", añadió. (FIN/IPS/tra-en/lm/kb/arl/en-he/96