La propuesta de Portugal de reforzar la ayuda de la Unión Europea (UE) a sus llamadas "zonas periféricas" reafirmó su papel de promotor de la repartición de fondos comunitarios a las regiones menos desarrolladas, tanto del espacio comunitario como del resto del mundo.
Portugal ha sido, desde su ingreso a la comunidad en 1985, el único país del llamado "grupo de los pobres" de la UE que asume tal condición, mientras España, Grecia e Irlanda rehuyen el calificativo, subrayando en cambio que este grupo de cuatro naciones forman el "grupo de cohesión".
Los portugueses se han ido también convirtiendo poco a poco en los voceros de los menos ricos a nivel de la UE, y autores de propuestas de ayuda comunitaria a los países menos desarrollados, con la pretensión de jugar un papel futuro determinante, muy especialmente en Africa.
La Conferencia Intergubernamental sobre Africa, que deberá reunir en 1997 a los gobiernos europeo-comunitarios y africanos, por ejemplo, nació de una propuesta portuguesa, que fructificó también debido a intensos cabildeos realizados en Bruselas por el comisario luso ante la UE, Joao de Deus Pinheiro.
En la ayuda a la reconstrucción de Angola y Mozambique, ex posesiones afrolusas destruidas por tres décadas de guerra colonial y civil, Lisboa logró convencer a sus socios comunitarios para redoblar los esfuerzos en la ayuda e inversiones directas.
Con España, Portugal coincide plenamente en la necesidad de incrementar al máximo las relaciones entre la UE y América Latina, muy especialmente con el Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y al que desde este mes se asoció Chile.
En este sentido, el primer ministro socialista luso, Antonio Guterres, recordó en un artículo escrito para la revista "Mercosur" que "Brasil es la prioridad de las prioridades" de su política exterior, y recordó el peso de este país sudamericano lusófono en el acuerdo económico entre los cinco países.
"Sobre la base de los lazos con Brasil, Portugal procurará desempeñar un papel relevante en el marco de las relaciones Europa- Mercosur", puntualizó el gobernante lusitano.
El pasado fin de semana, Portugal presentó en la última conferencia intergubernamental de Dublín una propuesta que pretende la inclusión en el Tratado de Maastritch de un nuevo artículo que consagre el concepto de "región ultraperiférica".
En tal condición se encuentran los archipiélagos franceses de ultramar, en el Caribe y en Oceanía, y las islas españolas de Canarias y portuguesas de Madeira, ubicadas frente a las costas de Marruecos, así como la región insular lusitana de Azores, localizada en medio del Atlántico, entre América y Europa.
El documento portugués propone una "intervención adecuada y coherente" de la UE en estas regiones, "de acuerdo al principio de cohesión económica y social", inscrita en los postulados comunitarios.
La sugerencia lusa propone la introducción en el tratado de un artículo que formalice el estatuto jurídico específico, ya reconocido en esas regiones, complementado por un protocolo de disposiciones para su aplicación.
Los portugueses sostienen que esas regiones españolas, francesas y lusas deberían recibir un apoyo reforzado de la UE, no sólo a nivel de fondos estructurales y otros mecanismos financieros, sino también en la ponderación adecuada de su realidad, para la definición y ejecución de políticas comunes.
Según el autor del documento, Francisco Seixas da Costa, secretario de Estado (vicecanciller) para Asuntos Europeos, "se trata de reconocer la necesidad de aplicar medidas específicas para compensar las desventajas estructurales de estas regiones".
En lo sustancial, Seixas da Costa propuso que estos instrumentos privilegiados se concreten en las políticas aduaneras y comerciales (zonas francas), medidas fiscales que garanticen el desarrollo y promuevan las inversiones, y una política agrícola y de pescas adecuada a sus realidades y condiciones.
Por ahora, Portugal logró el compromiso de los demas países para garantizar a estas regiones "condiciones de acceso adecuadas a todos los programas comunitarios", un éxito en una batalla que a pesar de contar con el apoyo de España y Francia, no parece convencer del todo a la poderosa Alemania.
En la ruta de la cohesión europea, Bonn parece más preocupado con su realidad interna, de nivelar el desarrollo de las regiones de la ex República Democrática Alemana, que con la de lejanas islas olvidadas en medio de los océanos Atlántico y Pacífico. (FIN/IPS/mdq/jc/ip/96