La oposición se muestra indignada por la situación constitucional que plantea la enfermedad del presidente de Rusia, Boris Yeltsin, y reclama su dimisión antes de que el país se suma en el caos, pese a que la mayoría de la población ha dejado de preocuparse por la salud del jefe de Estado.
Algunos expertos recuerdan que esta situación se inscribe en la historia del Kremlin a lo largo de este siglo, donde la disimulada incapacidad del líder beneficia a las diversas facciones dentro del poder y a las figuras de recambio.
El líder de la oposición comunista, Gennady Zyuganov, no deja de advertir del colapso gubernamental que produciría un empeoramiento de las capacidades de Yeltsin.
Tanto él como Mijail Gorbachov, último presidente soviético, afirman que incluso si la operación al corazón fuera exitosa, la salud de Yeltsin no le permitiría cumplir plenamente con sus deberes presidenciales.
"El gobierno no está llevando a la práctica sus políticas porque carece de verdadero poder", dijo Zyuganov, añadiendo que "el poder presidencial no funciona".
Algunos observadores, no obstante, se preocupan más por la parálisis gubernamental que por el caos, mientras dure la estancia de Yeltsin en un sanatorio de Barvija, en las afueras de Moscú, donde espera ser sometido a una operación del corazón que ahora está programada para diciembre.
"La historia política del Kremlin a lo largo de este siglo ha demostrado que la situación de un líder en estado semicomatoso puede convenir a las facciones rivales dentro del grupo en el poder durante varios años", opinó Sergei Solodovnik, miembro del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú.
El experto explicó que una situación de poder en la que por ausencia del líder se diluye la responsabilidad -o al menos la responsabilidad política- conviene a las figuras principales, que pasan al primer plano: el primer ministro Viktor Chernomyrdin y el secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Alexander Lebed.
"El ex líder soviético Leonid Brezhnev siguió siendo el número uno pese a sus deficiencias cerebrales, por no mencionar su alta presión arterial y su habla defectuosa", recordó.
"Yeltsin tiene ahora una gran oportunidad para imitar esta sofocante experiencia, legitimando el funcionamiento del primer ministro y a la vez allanando el camino a una futura campaña presidencial del general Lebed.
Si Yeltsin renunciara por motivos de salud o muriera, sus competencias pasarían a Chernomyrdin por tres meses, mientras se realizan nuevas elecciones. Pese a que el Presidente ha dicho que quiere gobernar en buena salud o no gobernar, el primer ministro sugirió que una dimisión es algo "fuera de discusión".
"Creo que mi obligación política y humana es terminar lo que fue comenzado, para que no sean en vano los sacrificios hechos durante la primera etapa de las reformas", afirmó Yelstin.
El Presidente ya ha pasado a Chernomyrdin un control parcial sobre los organismos del Estado, en particular la supervisión de los ministerios más importantes, como Exteriores, Defensa y Seguridad.
No obstante, la Constitución rusa omite dar una solución para el caso de que un presidente se encuentre seriamente enfermo o incapacitado. En cambio es clara en la línea de sucesión.
También es vaga la carta fundamental al referirse al punto en que un jefe de Estado está incapacitado para gobernar, y deja esa decisión al mismo titular, presumiendo que pueda hacerlo.
Oleg Rumyantsev, ex diputado del Soviet Supremo y actual asesor de la Comisión Jurídica de la Duma (cámara baja), afirmó que los liberales previeron deliberadamente una crisis como la actual, cuando prepararon el texto constitucional en el grupo de redacción de la convención constituyente de 1993.
Opositor reconocido de Yeltsin, Rumyantsev recordó que en aquel momento solicitó una enmienda al proyecto que determinara la actuación de una comisión médica para decidir sobre la salud del presidente, pero que su propuesta fue rechazada.
"Ahora asistimos al deteriorado estado físico de Yeltsin, pero algunos quisieron una Constitución con esta carencia, sólo para mantenerle en el poder", dijo Rumyantsev.
El presidente de la Duma, Gennady Seleznyov, advirtió que la cámara podría aprobar cambios constitucionales para restringir los "ilimitados" poderes del jefe del Estado.
"La democracia comienza cuando el poder emana de los cuerpos representativos, y cesa cuando el poder se concentra en una persona", declaró a la agencia de noticias Interfax.
El liberal Grigory Yavlinsky acusó al Kremlin de falta de coordinación. "Ante un problema como Afganistán, Chernomyrdin dice una cosa, el jefe del gabinete Anatoly Chubais dice otra, y Lebed una tercera. De hecho se han creado tres gobiernos".
La mayoría de los observadores coinciden en que las maniobras políticas que rodean a la enfermedad de Yeltsin revelan una inestabilidad básica en el sistema político, lo que puede ser atribuido a la escasa fuerza institucional de las diversas ramas en que se distribuye el poder.
Algunos analistas intentan trazar ciertos paralelos con el nacimiento y la evolución del sistema democrático de Estados Unidos, que también, en su opinión, fue desafiado por la explosión del crecimiento económico y el cambio político.
Según Adrei Piontkowsky, del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú, el resultado fue, en Estados Unidos, una guerra civil y el nacimiento de poderosos cárteles empresariales como la Standard Oil, que en un momento amenazaron a todo el país.
"Esto es típico del capitalismo naciente de cualquier país", dijo el experto. "Empeorado en nuestro caso porque la enorme riqueza del Estado ha sido distribuida entre clanes burocráticos semi-delincuentes".
Pocas personas de la calle tienen tiempo para preocuparse de los detalles históricos, y son igualmente pocas las expresiones de preocupación difundidas por los medios estatales de comunicación. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/arl/ip/96