El presidente ruso Boris Yeltsin barrió hoy con dos meses de presiones políticas por parte de funcionarios del Kremlin y despidio a su popular consejero de Seguridad Nacional, Alexander Lebed, acusado de planear un golpe de estado.
La iniciativa de Yeltsin, que está gravemente enfermo, puso un paréntesis a la lucha por el poder en Moscú debido a la ausencia del mandatario, quien se encuentra en su casa en las afueras de la capital a la espera de una operación cardíaca para implantarle un marcapasos.
También abrió un nuevo capítulo en la carrera política de Lebed, quien como supuesto mano derecha de Yeltsin sobre cuestiones de seguridad, fracasó en ganar la guerra política en el Kremiln pero logró acrecentar su popularidad.
Lebed ha sido liberado ahora de lucha interna en el Kremlin y podrá concentrar sus esfuerzos en su intento de asumir la jefatura del estado, sin importar si Yeltsin termina su período presidencial o debe dejarlo por razones de salud.
Hablando a la radio Echo Moscwy, tras lo que describió como su "dimisión", Lebed dijo que no protestará la decisión de Yeltsin y dió a entender que volverá a la actividad política despues de "un breve descanso".
Como independiente, igual que Yeltsin, quien nunca se comprometió con algún partido político, Lebed se mostró decidido a seguir trepando la escala del poder. El propio Yeltsin fue despedido por el entonces gobernante politburó soviético encabezado por el ex presidente Mijail Gorbachov.
Yeltsin actuó despues que el primer ministro ruso, Viktor Chernomyrdin, no logró disipar la confusión causada por las denuncias del titular del Interior, Anatoly Kulikov, un viejo enemigo del ex general de partacaidistas, quien acusó a Lebed de estar preparando una acción militar para tomar el poder.
Chernomyrdin presentó este jueves un informe a Yeltsin con las conclusiones de una reunión de jefes de seguridad, a la que asistieron Lebed, Kulikov, y altos funcionarios de Defensa, servicios secretos, inteligencia exterior y guardias fronterizos.
Durante la discusión, Chernomyrdin desvirtuó los cargos pero concedió sin entrar en detalles que algunos de los alegatos de Kulikov eran verdaderos, especialmente aquellos referidos a la intención de Lebed de crear un nuevo cuerpo de las fuerzas armadas bajo sus órdenes.
Tanto Kulikov como Lebed solicitaron luego entrevistas personales con Yeltsin, como hicieron los líderes de casi todos los partidos políticos opositores que dominan la cámara baja del parlamento (Duma).
El vicepresidente de la cámara, Alexander Shokhin, dijo a la agencia de noticias Interfax que si la demanda era rechazada, el Partido Comunista, principal fuerza de la Duma, prsentaría una moción para someter a Yeltsin a exámenes médicos y determinar si podía seguir siendo presidente de la Federación Rusa.
Esto fue suficiente para Yeltsin, quien apareció en vivo ante las cámaras de la televisión rusa y dijo que se había visto "obligado" a "liberar" a Lebed de su cargo y poner fin al "intolerable forcejeo" en el Kremlin.
Lebed, de 46 años, ingresó en la política en 1995 tras una controversia con el entonces ministro de Defensa, Pavel Grachev, sobre la guerra en Chechenia y aspectos claves de la reforma en las fuerzas armadas.
Entre 1985 y 1995 Lebed ocupó comandos claves en el ejército ruso, incluyendo la jefatura en 1991 de la división aerotransportada Tula del 14 cuerpo de ejército, basada en la revuelta region del Transdniester, en la república de Moldova.
El propio Yeltsin, quien de acuerdo con la constitución no puede ser presidente por más de dos períodos, sugirió en varias oportunidades que Lebed podría ser su sucesor despues de junio del año 2000, en que termina su mandato.
"Si el Kremlin se vé obligado a convocar nuevas elecciones si Yeltsin demuestra ser incapaz de gobernar el país, Lebed tiene todas las posibilidades de repetir el rápido ascenso al poder del mandatario a fines de los años '90", declaró Sergei Solodovnik, del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú.
"Es una tradición nacional rusa sentir simpatía hacia aquellos que chocan con las autoridades", dijo a IPS poco despues del anuncio. "Con esto, Lebed se asegura apoyo popular".
La semana pasada, un sondeo de opinión realizado por el Centro de Estudios de Opinión Pública comprobó que el 40 por ciento de los interrogados lo consideran el político de más confianza. Ningún otro dirigente, incluyendo a Yeltsin, obtuvo esa cifra.
Mientras muy pocos en Rusia tomaron en serio las denuncias de golpe, hubo informes sobre descontento, especialmente entre los antiguos camaradas de Lebed en el cuerpo de paracaidistas, y en las fuerzas armadas sobre recortes de fondos y demoras en pagos.
Lebed culpó a Kulikov por el fracaso militar en la separatista república de Chechenia. La crisis costó 100.000 muertos, la mayoría civiles. Por esa razón demandó desde hace tiempo el despido del ministro del Interior.
En su respuesta a las acusaciones de Kulikov, que calificó de "absurdas", Lebed denunció el miércoler que el ministro del Interior habia instalado "campos de concentración" en Chechenia, donde murieron miles de personas.
Kulikov había acusado públicamente a Lebed de preparar un golpe con la ayuda de 50.000 hombres de una fuerza secreta y 1.500 milicianos chechenos.
Ironicamente, Lebed pidió a Yeltsin el miércoles que despidiera a Kulikov, diciendo que "uno de nosotros debe marcharse". (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/ego/ip).
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