La hidroponía, un nuevo método de producción agrícola promovido en América Latina por la FAO aplicable en predios urbanos, será una de las estrellas de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en noviembre próximo.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), esta revolucionaria técnica contribuye a la solución de dos problemas vitales del fin de siglo: la pobreza y la escasez de espacios cultivables.
Y es que contrariando la vieja sentencia de que los alimentos vienen de la tierra, la hidroponía posibilita la producción de hortalizas precisamente sin tierra, con un aprovechamiento integral del agua y de soluciones nutrientes.
Desde 1992 la oficina regional de FAO, con sede en Santiago de Chile, lleva a cabo un programa de hidroponía popular, para masificar este método creado en los años 70 en los Estados Unidos bajo el estímulo de la carrera espacial.
La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de Estados Unidos mantiene experimentos hidropónicos basados en la reutilización permanente de aguas desechadas por el ser humano para la sobrevivencia en largos viajes cósmicos o hipotéticos cultivos futuros en Marte.
Pero la apuesta de la hidroponía popular está en este planeta y particularmente en areas urbanas y semiurbanas densamente pobladas donde confluyen los fenómenos de la pobreza y de la falta o agotamiento de tierras de cultivo.
La hidroponía permite enfrentar la escasez de terrenos, la carencia de agua saneada para regadío y con ello la proliferación de enfermedades asociadas en los sectores pobres al deterioro de la higiene ambiental.
Uno de los problemas básicos que enfrenta el mundo actualmente no es tanto la falta de alimentos sino el acceso a ellos y el deterioro de las condiciones para producirlos donde más se necesitan, es decir en las áreas de pobreza y desnutrición.
La Cumbre Mundial sobre Alimentación, que se celebrará en Roma entre el 13 y el 17 de noviembre en coincidencia con el 50 aniversario de la FAO, será la ocasión para que unos 200 gobernantes de todo el mundo analicen esta paradoja.
Como una contribución a la cumbre, la oficina regional de FAO editó en conjunto con la Universidad de Talca, ciudad chilena situada 260 kilómetros al sur de Santiago, un manual técnico sobre hidroponía popular.
El texto recoge la experiencia de un proyecto que en la perspectiva de la superación de la pobreza aplica las técnicas hidropónicas en empresas de mediana escala, capaces de abastecer al mercado en grandes volúmenes y por ende de generar ganancias para sus socios.
Los investigadores Gilda Carrasco, de la Universidad de Talca, y Juan Izquierdo, de FAO, adaptaron para estos efectos la técnica de la solución nutritiva recirculante (NFT, en inglés), desarrollada por el británico Allan Cooper hace unos 20 años.
La NFT es uno de los sistemas hidropónicos cerrados, llamados así por la recirculación constante del agua y las soluciones nutrientes por las raíces de las plantas, suspendidas en soportes que son generalmente delgadas láminas de poliestireno.
Los sistemas cerrados constituyeron un avance en la hidroponía con respecto a los cultivos en sustratos de materiales inertes, como arena o gravilla, donde se asientan las plantas para recibir el agua y las soluciones nutrientes que contienen minerales y sales fertilizantes.
El reciclaje del líquido permite usar agua potable en la hidroponía, al contrario de los sistemas extensivos de cultivos en tierra, basados a menudo en el riego a través de aguas servidas, con la constante amenaza de enfermedades, como lo demostró el cólera a comienzos de esta década.
Carrasco e Izquierdo programaron una unidad de NFT bajo la modalidad de un invernadero con 280 metros cuadrados cultivables, con una inversión en equipos e instrumentos de 15,13 dólares por metro cuadrado.
El sistema permite cultivar, por ejemplo, lechugas a una densidad de 24 plantas por metro cuadrado, que alcanzan su crecimiento óptimo luego de 35 a 40 días, posibilitando, por tanto, entre ocho y nueve cosechas cada año.
El estudio de costos e ingresos de los expertos indica que en los dos primeros años esta unidad de NFT podrá obtener utilidades de 2,31 dólares por metro cuadrado en cada cosecha, considerando amortizaciones y depreciaciones.
Las ganancias de toda la unidad en cada cosecha son del orden de los 647 dólares, lo cual permite proyectar utilidades anuales de 5.176 dólares, considerando ocho recolecciones.
La hidroponía en NFT, según las investigaciones, permite producir una gran variedad de hortalizas, incluyendo lechugas, pepinos, tomates, melones y albahaca (basilisco), según los investigadores.
Hasta ahora, la hidroponía, que se está ensayando también para producir alimentos en la Antártida, tenía como uno de sus principales limitantes el alto costo de sus insumos, según los sistemas desarrollados en los países del Norte.
Los programas e investigaciones impulsados por FAO en América Latina están abriendo cauce a tecnologías de bajo costo para la creación de empresas medianas en los perímetros de las grandes urbes, subrayan Carrasco e Izquierdo. (FIN/IPS/ggr/dg/dv-sc/96