Sensaciones cruzadas de satisfacción e inconformismo marcaron en Chile el octavo aniversario de la derrota de la dictadura del general Augusto Pinochet en el plebiscito presidencial del 5 de octubre de 1988.
La conmemoración de la fecha sirvió para ratificar un cierto orgullo por la ordenada transición llevada a cabo en el país, pero a la vez posibilitó un balance que sacó a luz algunos déficit y numerosos desafíos aún pendientes.
Hace ocho años, un vasto conglomerado político-social movilizó a 54 por ciento de los chilenos que votaron por el NO en el plebiscito que tenía a Pinochet como candidato único y abrieron en cauce para el retorno de la democracia.
Comenzó así "el principio del fin" para el régimen dictatorial que se instaló cruentamente el 11 de septiembre de 1973 y sólo terminó el 11 de marzo de 1990, cuando Patricio Aylwin juró como presidente.
Fue el propio Aylwin quien advirtió este viernes, en el principal acto conmemorativo del triunfo del NO, el debilitamiento de la Concertación por la Democracia, la coalición de centroizquierda que gobierna el país.
"Tenemos el deber de preguntarnos: ¿llegó la alegría?", dijo el ex mandatario, aludiendo a la consigna central de "la alegría ya viene", levantada por la entonces llamada Concertación de Partidos por el NO.
"Estamos lejos de la patria que soñamos", dijo Aylwin, quien llamó a renovar los compromisos asumidos por la actual coalición gobernante en 1988, tras recalcar que la democracia vigente en Chile "es aún muy imperfecta".
Mientras el ex mandatario democristiano y el líder socialista Ricardo Lagos encabezaban la conmemoración en Santiago, Pinochet se encontraba a miles de kilómetros de distancia, en Londres, en una reservada visita de carácter militar.
El ex dictador salió del país hace una semana en una misión como comandante en jefe del Ejército, con una agenda de viaje que se mantiene bajo reserva "por razones de seguridad" de acuerdo a informes oficiales.
Pinochet sigue concitando un fuerte repudio internacional, mientras en Chile encarna un "poder fáctico", que a juicio de la mayoría de los políticos marca rigurosamente los límites de la controlada restauración democrática.
El veterano general de 80 años dejará el mando castrense recién el 11 de marzo de 1998, según las reglas que él mismo fijó para la eventualidad de que fuera derrotado, como efectivamente lo fue, en el plebiscito de hace ocho años.
En el balance de la recuperada democracia está la impunidad en que permanecen unos 2.500 crímenes contra los derechos humanos cometidos bajo la dictadura, luego de que se impusiera la permanencia de una ley de amnistía expedida por la dictadura en 1978.
Aylwin, quien acuñó en 1994 la frase de que "el mercado es cruel con los más pobres", advierte asímismo que el país está aún lejos de alcanzar una justicia social, pese a la exitosa evolución de su economía, la de mayor crecimiento en América Latina.
A los temas de la desigualdad y la justicia, frecuentemente incluídos en las visiones críticas de la recuperada democracia, se suma ahora la constatación del debilitamiento de la coalición gobernante.
La Concertación por la Democracia, que se comenzó a articular en 1986 con el llamado Acuerdo Nacional, está formada hoy por los partidos Demócrata Cristiano (PDC), Socialista (PS), Por la Democracia (PPD) y Radical Socialdemócrata (PRSD).
La coalición que conquistó el gobierno con Aylwin en 1990 y lo mantiene desde 1994 con el actual mandatario Eduardo Frei, aspira a continuar como fuerza política mayoritaria en los comicios presidenciales de diciembre de 1999.
Antes de esa contienda, la Concertación tendrá como pruebas electorales la elección municipal del 27 de este mes y de los comicios de diputados y senadores que deberán realizarse en 1998.
En estos días resurgió el debate entre los democristianos, que reclaman su derecho a postular un hombre de sus filas en las próximas presidenciales como fuerza mayoritaria de la coalición, y la fórmula de alternabilidad del PS y el PPD.
Estos últimos tienen como su abanderado al ministro Lagos, quien aparece sistemáticamente en las encuestas como el político con mayor volumen de adhesiones entre todos los posibles "presidenciables".
Cuando restan aún tres años para las próximas elecciones presidenciales, los partidos de la Concertación aparecen enfrascados en una disputa sobre comicios "primarios" y otros mecanismos de resolución democrática de su futuro liderazgo. (FIN/IPS/ggr/dg/ip/96