Balas perdidadas causaron tres muertos y cinco heridos desde el día 19 hasta el lunes en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, y el temor gana a la población.
Ana Raquel de Souza, dueña de casa de 62 años, fue alcanzada por un disparo en la cabeza el domingo en la noche, cuando esperaba un autobús en la avenida Brasil, la más importante vía de acceso al centro de Río de Janeiro.
El jueves había muerto una niña de 12 años, Antonia Ferreira Alves, que dormía en una "favela" (barrio marginal) cuando recibió un balazo.
El diario O Globo contó 14 víctimas de balas perdidas en Río de Janeiro y una ciudad periférica desde principios de este año.
El último caso se registró el lunes. Robson Leite da Silva, de 10 ños, fué herido en la pierna, en el aula de una escuela del Barrio Santa Teresa, cerca del centro.
Muchas escuelas, ubicadas cerca de favelas dominadas por el narcotráfico, son blancos casuales de tiroteos. La Universidad Estacio de Sá, también próxima al centro, ya tuvo que suspender las clases varias veces por ese motivo.
El riesgo alcanza a otra área central, la Plaza Once, donde suelen instalarse circos. El Circo de Nápoli, que se había instalado allí y anunciaba funciones hasta el 15 de diciembre, decidió dejar la ciudad el lunes.
Un tiroteo cercano, que puso en peligro a ocho hijos de artistas del circo la semana pasada, llevó al propietario, Beto Pinheiro, a tomar la decisión de "no volver nunca más" a la ciudad. Más de 20 perforaciones en el techo de lona de sus instalaciones comprueban el riesgo.
En julio, Niziomar do Espirito Santo, de 48 años, murió a causa de un disparo de fusil AR-15, un arma de guerra estadounidense, cuando asistía al espectáculo de otro circo instalado en el mismo lugar.
Es indispensable desarmar a la población, advirtió Rubem Cesar Fernandes, coordinador del movimiento "Viva Río", conformado por organizaciones no gubernamentales que intentan movilizar la ciudad para solucionar varios problemas, especialmente la violencia.
Al haber muchas armas en poder de la población, "problemas sin importancia, como peleas o borracheras, se convierten en tragedias", señaló Fernades.
En Sao Paulo, la policía inició este año una campaña para que la población entregue sus armas a las autoridades, tras registrarse un gran aumento del númro de asesinatos en los fines de semana, la mayoría por motivos fútiles.
Las balas perdidas de Río de Janeiro proceden en general de armas pesadas en manos de narcotraficantes, que combaten entre ellos o contra la policía, o incluso disparan ráfagas al aire sin necesidad, para celebrar algún hecho.
Esos disparos pueden matar a más de dos kilmetros de distancia. (FIN/IPS/mo/ff/pr/96