Japón pretende extender su influencia más allá del sudeste de Asia, hacia las 15 naciones menores del Pacífico sur, que cada vez reciben menos asistencia de sus tradicionales benefactores, Estados Unidos y Australia.
"La presencia estadounidense y australiana en el Pacífico Sur se debilita gradualmente, lo cual determina incuestionablemente la política exterior de Tokio", dijo Masashi Takahash, encargado de la sección del Pacífico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón.
"Trabajamos lentamente para llenar el vacío que dejan Estados Unidos y Australia por su pérdida de interés en una región que fue de particular importancia militar durante la segunda guerra mundial", dijo a IPS otro diplomático japonés, que reclamó reserva sobre su identidad.
El gobierno de Japón considera que la pobreza en esa zona puede derivar en una inestabilidad política y social que afectaría la seguridad de la región de Asia y el Pacífico.
Por esa razón, "Tokio necesita participar en el Pacífico sur", sostuvo el subsecretario de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, Ken Shimanouchi.
Pero los observadores afirman que el renovado interés de Japón en el Pacífico a medio siglo de finalizada la segunda guerra mundial obedece a motivos más relacionados con la economía y la política internacional que con la seguridad regional.
La estrategia japonesa, al igual que la desarrollada en las hoy economías de rápido crecimiento del sudeste de Asia, sería enlazar cualquier ayuda que ofrezca Tokio con una base firme para sus negocios en los mercados locales.
Sin embargo, el Pacífico sur, sin contar Australia, nuclea apenas seis millones de consumidores, cuatro millones de ellos en Papúa-Nueva Guinea y 800.000 en Fiji.
Pero "el fortalecimiento de las relaciones entre Japón y la región valen la pena. Tokio ya recibió el apoyo de esos países en su carrera por un escaño en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas", recordó el analista político Teru Muta.
"Al margen de ello, Japón ve en esa región importantes posibilidades económicas", agregó Muta.
Hace dos semanas, Tokio inauguró el Centro de las Islas del Pacífico, institución financiada en parte por el gobierno de Japón y por los de las 16 naciones del Foro del Pacífico Sur (SPF).
Este es el tercer centro de este tipo después de los de Auckland, Nueva Zelanda, y Sydney, Australia, y el primero fuera de la región.
El SPF nuclea a Australia, Fiji, Kiribati, las islas Marshall, Micronesia, Nauru, Nueva Zelanda, Palau, Papua-Nueva Guinea, las islas Salomón, Tuvalu, Vanuatu, Samoa Occidental, Tonga, las islas Cook y Niue.
La fundación del centro en Tokio responde "al deseo expresado durante muchos años por las islas del Pacífico", y contribuirá "a la estabilidad y el desarrollo de sus economías a través de la promoción del comercio, la inversión y el turismo", dijo el portavoz del instituto, Kazunori Yamaguchi.
"Una de las tareas será alentar al sector privado japonés a involucrarse más activamente en los negocios de las islas del Pacífico", según el primer informe del centro.
"El fortalecimiento de las relaciones entre Japón y el Pacífico sur es muy importante en estos tiempos. Si no hay asistencia del exterior a la región, existe riesgo para toda Asia", afirmó el informante diplomático.
Los intereses de Estados Unidos en el SPF se centran principalmente en las islas Marshall y en Estados Federados de Micronesia, dos antiguas colonias japonesas que dependen mucho de la asistencia de Washington, concedida a cambio de permiso para el asentamiento de bases militares.
Japón lanzó en 1941 desde Micronesia el ataque sobre la base estadounidense en Pearl Harbor, Hawaii, lo que arrastró a la potencia a intervenir en la segunda guerra mundial. Cuando Tokio se rindió en 1945, las islas Marshall y Micronesia quedaron bajo control de Washington.
Ubicadas a 13.000 kilómetros de la costa oriental de Estados Unidos, ambos archipiélagos soportaron numerosas pruebas de armas nucleares dispuestas por Washington. Hoy, cuando concluyó la guerra fría y se desarrollan gestiones para prohibir esas pruebas, las islas perdieron importancia estratégica.
Washington, al mismo tiempo, pretende reducir su presencia militar en las islas, especialmente debido al afianzamiento de sus alianzas de seguridad con Japón y Australia, consolidadas a inicios de este año.
De todos modos, Australia mantiene grandes intereses en la región y conserva el papel protagónico en sus instituciones políticas y económicas.
El ex conductor de la agencia de asistencia del gobierno de Asutralia (AUSAID), Bob Dunn, reemplazó al ex presidente de Vanuatu, Ati George Sokomanu, en la secretaría general de la Comisión del Pacífico Sur.
Canberra es el principal donante individual a las naciones de la región, pues les destina 374 millones de dólares de su presupuesto externo de 1.250 millones.
Papua-Nueva Guinea recibe 266 millones de dólares de esa suma, debido al acuerdo que acabó con el régimen colonial australiano sobre ese territorio en 1975.
"Pero Australia y Estados Unidos, que solían suministrar a esos países más de 400 millones de dólares al año, pierden interés. Tokio debe asumir su liderazgo", dijo el funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón.
Para las islas menores del Pacífico sur, la asistencia económica y las inversiones japonesas no solo significarán fondos, sino también una forma de llamar la atención de Washington y Canberra hacia la región.
Por el momento, Japón está rezagado respecto de Estados Unidos y Australia en materia de ayuda financiera, tecnológica y logística, pues aporta apenas 160 millones de dólares anuales. (FIN/IPS/tra-en/mk/cpg/mj/ip if/96