El abogado populista Winston Peters emergió, tal como se esperaba, como el árbitro de la situación política en Nueva Zelanda después de las elecciones generales, pero los reales triunfadores podrían ser los maoríes.
El mismo un maorí, Peters se distanció del movimiento político indígena independentista -que basa su plataforma en los intereses de la comunidad maorí- durante la campaña que precedió a la votación del último fin de semana para renovar el Parlamento.
Su postulación le convirtió, de todas formas, en el hombre del momento, pues cualquiera de los dos partidos que tradicionalmente han controlado el poder en Nueva Zelanda necesitará de su apoyo para formar gobierno.
Escindido del gobernante Partido Nacional, Peters creó el partido Nueva Zelanda Primero (NZF) -que hizo campaña contra la política inmigratoria liberal del gobierno- y consiguió 17 de los 120 escaños del Parlamento.
Todo indica que volcará su apoyo en favor del Partido Laborista, que perdió el poder en las elecciones de 1990.
Se espera que los cómputos oficiales, cuando se difundan esta semana, asignen 44 escaños al Partido Nacional, 37 al Partido Laborista, 17 al NZF, 13 al izquierdista Partido de la Alianza, ocho al derechista Partido ACT y uno al Partido Unido.
Parece probable que Peters -separado del Partido Nacional por causa de la política de inmigración- se incline por apoyar al Partido Laborista, pero no se cree que acepte formar parte de una coalición gobernante.
Los laboristas, al igual que el Partido Nacional, no comparten la posición anti-inmigración adoptada por Peters, el cual es visto en muchos círculos como un enemigo de los asiáticos, tras haber atacado en múltiples ocasiones a la rica comunidad de inmigrantes del sudeste asiático en este Nueva Zelanda.
De los casi 55.000 inmigrantes -un récord en la segunda posguerra mundial- que recibieron residencia permanente el año pasado, 60 por ciento provenían de Asia (en su mayoría de Taiwán, Hong Kong y China) y trajeron con ellos millones de dólares para invertir.
Ninguno de los dos grandes partidos quiere ahuyentar a la comunidad asiática, que ya consta de unas 125.000 personas, y temen una caída de la inversión si Nueva Zelanda fuera vista como un país de sentimientos antiasiáticos.
Es significativo que los maoríes moderados, que antes daban su apoyo al Partido Laborista, hayan colocado sus votos detrás de Peters. Ello trasladó cinco escaños, tradicionalmente ganados por candidatos maoríes presentados por los laboristas, a políticos maoríes opositores que integraron las listas del NZF.
El rasgo más significativo de estas elecciones, sin embargo, fue el éxito general de los candidatos maoríes, 15 de los cuales se sentarán en el Parlamento, en contraste con los seis que entraron en la última elección, celebrada en 1993.
Esa cantidad equivale a 12 por ciento de los escaños, lo que quiere decir que por primera vez los indígenas de Nueva Zelanda – 13 por ciento de la población de 3,4 millones- pueden sentirse debidamente representados en términos puramente porcentuales.
La forma en que esto pueda traducirse en el reconocimiento de una incidencia política fuerte y unida de la minoría indígena, dependerá en gran medida de la forma en que se jueguen las cartas durante las negociaciones para formar una coalición de gobierno en las próximas semanas.
Pese a que Peters parece tener todos los ases en la manga, el hecho de que sean 15 los maoríes sentados en el Parlamento -aunque representando a diversos partidos- permite pensar que las cosas pueden ser diferentes, según Diane Price, portavoz del Partido Mana Maorí, independentista, que no ganó ningún escaño.
La dirigente independentista reconoció que Peters se había distanciado de ese movimiento durante la campaña, y que la mala votación de Mana ha justificado la actitud del líder del NZF.
No obstante, Price entendió que la campaña de Peters infundió un nuevo sentido de conciencia política en la comunidad maorí, lo que dio por resultado que los maoríes acudieran a las urnas como nunca antes -80 por ciento-, lo que contrasta con su anterior participación electoral, inferior a 60 por ciento.
"Nuestra gente en el Parlamento, cuando era elegida en las listas del Partido Laborista, siempre permaneció muy silenciosa", recordó Price a IPS. "Esta oportunidad fue propicia para que los maoríes levantaran su voz".
Price sugirió que los 15 parlamentarios maoríes, aun perteneciendo a diferentes partidos, podrían formar un grupo maorí en el Parlamento, cualquiera que sea el partido que forme gobierno. (FIN/IPS/tra-en/ks/cpg/arl/ip/96