Un equipo oficial comenzó a investigar los acontecimientos que condujeron a los motines producidos en esta habitualmente tranquila ciudad del sudeste de Nigeria a finales del mes pasado.
El grupo investigador creado por el administrador militar del estado de Imo, coronel Tanko Zubairu, empezó este lunes una serie de audiencias públicas para averiguar "las causas inmediatas y remotas" de los disturbios ocurridos el 24 y 25 de septiembre.
Los motines de Owerri, capital del estado de Imo, tuvieron su origen en el arresto, el 20 de septiembre, de Innocent Ekeanyanwu, un hombre al que la policía dijo haber sorprendido portando una cabeza humana envuelta en una bolsa de polietileno.
La cabeza -exhibida por la televisión nacional- fue más tarde identificada como perteneciente a un niño de 11 años que había desaparecido el día anterior.
"Al ser interrogado, el sospechoso -que dijo trabajar en el hotel Otokoto de esta ciudad- admitió haber matado al niño", recordó el jefe de policía del estado de Imo, Iliya Lokadang.
No obstante, el sospechoso murió repentinamente en su celda, el 22 de septiembre, pese ser un hombre de 30 años de edad y en apariencia saludable.
Según Johnson Adenola, oficial de relaciones públicas de la policía, el cuerpo policial se siente "incómodo por la repentina muerte del detenido", de la cual no se ha proporcionado aún ninguna explicación oficial.
El 24 de septiembre, cuando la policía excavó en el jardín del hotel, encontró el cuerpo decapitado del muchacho de 11 años, y también otros cadáveres decapitados y huesos humanos. Fueron arrestados el dueño del hotel, siete miembros del personal y otras cuatro personas.
Una gran multitud de curiosos se había reunido en frente del hotel durante la exhumación. La gente fue enfureciéndose con cada hallazgo, y tan pronto como la policía abandonó el lugar, la muchedumbre se precipitó en el recinto y saqueó los 15 edificios del conjunto, a los que después destruyó.
De ese lugar la turba se dirigió a las casas del propietario del hotel y de un hijo suyo que está bajo custodia policial desde el año pasado en relación con un caso de secuestro, incendiando ambas residencias junto con varios automóviles de lujo.
El festín de violencia se extendió a las viviendas de amigos y supuestos socios de los sospechosos. En una de esas viviendas fue encontrado un cadáver seco y mutilado. También fue atacada e incendiada una iglesia pentecostal a la que se cree pertenecía el dueño de esa casa, tras hallarse dos esqueletos en el lugar.
Las autoridades debieron emplear una fuerza combinada de policía antidisturbios y soldados, para reducir a los amotinados tras dos días de esfuerzos.
La policía registró un total de 24 edificios saqueados y quemados en esta ciudad de 300.000 habitantes, que había sido clasificada en 1995 como la más pacífica de Nigeria. Fallecieron dos saqueadores, pero no se informó de otras muertes.
Entre las personas que perdieron su propiedad se cuenta el presidente del consejo de jefes tradicionales del estado de Imo. Los manifestantes le acusaron de estar asociado con defraudadores y de conferir títulos de jefe a esos delincuentes.
Otro blanco de los ataques fue el anterior administrador militar, al que los amotinados acusaban de corrupción durante el tiempo de su mandato. Fueron incendiadas varias casas que se dice había adquirido cuando gobernaba el estado.
Detrás de la sospecha de que se realizaban sacrificios rituales, se encuentra el temor de que parte de Nigeria crea que es posible hacerse millonario mediante esas prácticas.
Sigue sin aclararse la desaparición de 17 personas en Owerri el año pasado. Este año desaparecieron otras seis personas, entre ellas Chinedu Offoaro, un periodista de The Guardian, diario que se edita en Lagos. (FIN/IPS/tra-en/dm/kb/arl/ip/96