Daniel Ortega, candidato a la presidencia de Nicaragua por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), cerró su campaña para las elecciones de este domingo con un mensaje conciliador y con el compromiso de impulsar programas sociales en beneficio de los más pobres.
Ortega, segundo en las encuestas de intención de voto, detrás del liberal Arnoldo Alemán, logró llenar el miércoles la plaza pública más grande del país, como lo había hecho en vísperas de las elecciones de 1990, ganadas por la actual presidenta, Violeta Chamorro.
El aspirante sandinista, jefe del gobierno revolucionario establecido entre 1979 y 1984 y presidente constitucional desde ese último año hasta 1990, reunió en Managua a más de 100.000 seguidores, llegados desde todas las provincias del país.
En contraste con su principal adversario, el derechista Arnoldo Alemán, que cerró campaña seis horas antes, Ortega concentró su mensaje en la reconciliación y la reunificación del país y de la familia nicaragüense.
"Pidamos a Dios que siembre más amor, más reconciliación y más fraternidad entre la familia nicaragüense", dijo el candidato del FSLN. "También pidamos que nos ayude a aprender a perdonar, así como Dios sabe perdonar".
Vestido de camisa blanca, y acompañado de su esposa y de su numerosa familia, el líder sandinista entró a la plaza pública bajo las notas del Himno a la Alegría, de la Novena Sinfonía de Bethoven, que hace alusión al amor, la fe y la esperanza.
El único símbolo sandinista que portaba era una pañoleta rojinegra (los colores de su partido), sostenida en su mano izquierda.
Ortega tampoco mencionó al general Augusto Sandino, a quien la revolución de los años 80 llamó "El Padre de la Patria", por haber expulsado en 1933 a las fuerzas de intervención estadounidenses.
Tampoco estuvieron cerca de él las figuras más polémicas del sandinismo, como su hermano Humberto Ortega, ex jefe del ejército, o los ex ministros Tomás Borge, de Interior, y Jaime Wheelock, de Reforma Agraria.
El ex presidente admitió errores de los gobiernos que encabezó, aunque sin identificarlos. Sólo no se equivoca quien "no piensa, que no camina, o no actúa", y "todos estamos expuestos a equivocarnos", dijo Ortega.
Tras el derrocamiento en 1979 del dictador Anastasio Somoza, se libró en el país una sangrienta guerra civil, alentada por Estados Unidos, gobernado entonces por Ronald Reagan, que "abrió profundas heridas y desangró al pueblo", señaló.
Pero a fines de los años 80, la colaboración de los presidentes de América Central y la voluntad del régimen sandinista condujo a un período de negociación, que acabó con el conflicto, agregó.
Los tiempos han cambiado y señal de eso es el acuerdo firmado el 18 de septiembre por el FSLN con sus antiguos enemigos, los llamados "contras", manifestó Ortega.
"Juramos ante Dios, el pueblo, y la Patria, que nunca más correrá sangre de hermanos en Nicaragua", y que "nunca más volverá el servicio militar" obligatorio, declaró.
La ley de servicio militar obligaba a los jóvenes de 16 a 25 años a servir dos años en el ejército, en el período más cruento de la guerra. Para algunos analistas, fue causa de la derrota electoral sandinista en 1990.
Así mismo, el aspirante sandinista anunció programas sociales en las área de la educación y la salud, y créditos agrícolas.
Llamó a la población a votar por su partido para fortalecer la educación gratuita y los servicios de salud pública, y para resolver los problemas de los productores morosos ante la banca del Estado.
"¿Si queremos trabajo en qué casilla vamos a votar?", preguntó Ortega, y la multitud le respondió: "En la 12", correspondiente al sandinismo.
La candidatura de Ortega, que compite con 23 aspirantes a la presidencia, logra entre 30 y 36 por ciento de la intención global de voto, ante el margen entre 38 y 41 por ciento de Alemán, de acuerdo con las últimas encuestas.
El triunfo en la primera vuelta electoral exige un mínimo de 45 por ciento del total de votos válidos. (FIN/IPS/rf/ff/ip/96
