Murciélagos, ardillas, ratones y varias especies de aves e insectos luchan, junto a perros y gatos callejeros, por sobrevivir en la capital mexicana. Sus enemigos principales son el crecimiento urbano, la contaminación y la amenaza de cazadores humanos.
Cerca de 320 especies de aves, tres de roedores, 15 de hormigas, 24 de murciélagos, 13 de cucarachas, 44 de libélulas, 33 de lagartijas, dos de alacranes y 15 de arañas conviven, entre otros animales, con los 20 millones de habitantes de la ciudad, señalan estudios de la Universidad Nacional Autónoma (Unam).
Según el Instituto Nacional de Ecología, 90 por ciento de la fauna del valle donde se asienta la capital desapareció durante los últimos tres siglos y en la actualidad varias especies están en peligro de extinción, como el ratón de campo y el ajolote, una clase de pequeño animal anfibio.
Otras se adaptaron o llegaron hace poco. En este rubro se clasifican las libélulas y arañas, que se ubican cerca de cisternas, los roedores, cuyas madrigeras están en las cañerías, y algunas colonias de murciélagos que viven en las grietas de viejos edificios.
La ciudad es una selva donde cientos de animales, perjudiciales o beneficiosos, luchan por sortear amenazas, entre ellas la persecución humana, señaló Carlos López, experto del departamento de Biología de la facultad de Ciencias de la Unam.
Los habitantes capitalinos comparten su espacio urbano, que los últimos 30 años creció de 36.500 a 120.000 hectáreas, con dos millones de perros, 150 millones de ratas y un millón de gatos.
Para combatir la sobrepoblación canina y las enfermedades contagiosas como la rabia, los servicios de salud pública sacrifican en la capital un promedio de 222 perros callejeros por día.
Los animales, que sobreviven comiendo restos de alimentos que encuentran en basureros, mueren por la aplicación de sobredosis de anestesia, considerado como el método menos violento, la introducción de un émbolo en el cerebro o la aplicación de una descarga eléctrica.
En el caso de ratas se utilizan trampas y venenos, cuyo uso es cuestionado por grupos ecologistas, pues gran parte de los químicos destinados a los roedores van a parar al sistema de drenajes y luego a los ríos, afectando a otras especies de fauna y flora.
Cada mañana trabajadores municipales recorren los mercados públicos de alimentos de la ciudad para recoger decenas de roedores de tamaño similar a conejos, que mueren en la madrugada al consumir los venenos.
Los gatos tampoco se salvan de la mano del hombre. La Asociación de Protección de Animales sostiene que más de 80 de esos mamíferos son sacrificados diariamente en la capital para luego venderlos a escuelas para supuestas investigaciones.
Los gatos son robados o recogidos de las calles y luego ahogados en agua "en condiciones de total abandono e inmundicia", señala la Asociación.
Entre otros animales también atacados por el hombre, aunque considerados beneficiosos, se cuentan los murciélagos, que viven en parques y en viejas construcciones centrales de la capital.
De las 24 especies de murciélagos que se han registrado en la ciudad, 10 son habitantes permanentes y el resto llega sólo en ciertas épocas del año. La mayoría son insectívoros y polinívoros.
El crecimiento de la mancha urbana, la disminución en el número de árboles, flores e insectos y la fragilidad de los quirópteros, que pueden morir por un débil golpe, mantienen a las colonias de murciélagos en grave riesgo, indicó Bernardo Villa, investigador de la Unam.
Los mamíferos voladores, atacados continuamente por el hombre bajo la creencia de que son dañinos, polinizan las flores y esparcen semillas, algo ya casi imposible en una ciudad con tanto cemento, señaló Villa.
La fauna capitalina se complementa con centenares de aves, como garzas, palomas y gorriones que viven en terrazas, árboles y hasta basurales, donde su único alimento son las moscas.
Los expertos de la Unam afirman que la contaminación atmosférica alejó a varias especies de la ciudad, mientras que otras sufrieron transtornos fisiológicos y hasta genéticos.
Estudios oficiales indican que cada año se emiten a la atmósfera de la capital mexicana 3,7 millones de toneladas de contaminantes. (FIN/IPS/dc/dg/en/96