Japón y Estados Unidos siguen muy de cerca las últimas maniobras militares de Corea del Norte, ante indicios de que Pyongyang puede estar preparándose para ensayar el lanzamiento de un misil de largo alcance en el Mar del Japón.
La primera advertencia de esta posibilidad surgió cuando unas fotos tomadas este mes por un satélite estadounidense de reconocimiento reveló que Corea del Norte había desplazado de su base la plataforma de lanzamiento de su misil Rondong 1.
Según los informes conocidos, el misil tiene un alcance de por lo menos 1.000 kilómetros, lo que significa que podría amenazar a Japón si fuera lanzado desde la costa oriental de Corea del Norte, donde ahora está emplazado.
Washington advirtió la semana pasada a Corea del Norte contra la realización de cualquier ensayo de esa naturaleza.
"Es algo que perjudicaría nuestros esfuerzos para asegurar la estabilidad de la península coreana", dijo a la prensa la semana pasada un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Pyongyang replicó este miércoles diciendo que los informes sobre sus preparativos de tal ensayo son meros "rumores", pero agregó que Estados Unidos no debería interferir con el programa armamentístico de Corea del Norte.
"Estados Unidos, en respuesta, envió a la zona uno de sus más avanzados aviones espía, un C-135, con la misión de observar los preparativos norcoreanos para realizar un disparo de prueba", confió a IPS en Tokio un portavoz militar estadounidense.
Según fuentes diplomáticas y observadores sitos en Tokio, Pyongyang sólo está adoptando una pose, pero no está claro qué es exactamente lo que espera ganar con ese lanzamiento, ni cuál es la amenaza que encierra un acto de ese tipo.
"Las amenazas norcoreanas no son más que una parte de un juego más grande y complejo, del que todos deberíamos tener miedo", dijo John Neuffer, analista del Instituto Mitsui de Investigaciones, sito en Tokio.
El gobierno comunista norcoreano, en medio de grandes apreturas financieras, está ansioso por atraer la inversión japonesa hacia su Zona Económica y Comercial Libre de Rajin-Sonbong, situada en el extremo norte, sobre la frontera con China y Rusia.
Japón envió el mes pasado una delegación de 270 funcionarios y empresarios -incluidos representantes de sus mayores conglomerados industriales, como Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo- a un foro de tres días que se realizó en la zona fronteriza con el objetivo de atraer a potenciales inversores.
"Una acción de lanzamiento sólo podría tener efectos negativos, tanto para Pyongyang como para el futuro de las conversaciones cuatripartitas y la inversión extranjera en la zona franca", dijo Izumi, experto japonés en asuntos coreanos.
Cuando el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, visitó Corea del Sur a principios de este año, acordó con su colega surcoreano Kim Young Sam una propuesta para instalar un diálogo cuatripartito que involucre a Pyongyang, Beijing, Washington y Seúl.
El diálogo estaría destinado a aflojar las tensiones que afectan a la zona desmilitarizada que divide a las dos Coreas desde el fin de la guerra coreana de 1950-53.
No obstante, las conversaciones aún no tienen perspectivas de comenzar, obstaculizadas por incidentes militares que este año han aumentado las tensiones entre Seúl y Pyongyang.
No sorprendería, por lo tanto, que los dirigentes norcoreanos estuvieran contemplando el lanzamiento del misil como forma de desplegar su poderío ante los surcoreanos.
Izumi, no obstante, juzgó que Pyongyang quizá pretenda exhibir su misil "ante las delegaciones militares de Libia y Siria que visitan Corea del Norte" y podrían interesarse en comprar la tecnología norcoreana.
Cualquiera que sea la razón para estas maniobras militares de Corea del Norte, los expertos coinciden en que, si bien por el momento no parecen más que una pose de Pyongyang, también dan fé de cuán frágil continúa siendo la seguridad en Lejano Oriente a causa de la incierta situación de ese país. (FIN/IPS/tra-en/mk/cpg/arl/ip/96