JAPON: Política interna domina el debate electoral

Los empresarios japoneses están nerviosos ante las elecciones generales que tendrán lugar este domingo en Japón, y juzgan que las propuestas de los partidos carecen de un pensamiento adecuado a la encrucijada que atraviesa la economía.

Todos ellos concuerdan en que será una votación crucial, pero al menos en público afirman estar todavía indecisos, a tan pocos días de la elección, sobre qué partido votarán.

En términos estrictamente referidos a programas de política económica, los empresarios entienden que ninguno de los partidos merece su apoyo.

"Las elecciones llegan demasiado tarde. Deberían haberse celebrado mucho antes en bien de la economía y el bienestar de la nación", se lamentó Shoichi Toyoda, presidente de la Federación de Organizaciones Económicas (Keidanren).

"El pueblo japonés tiene una tremenda responsabilidad, pues si elige erróneamente a sus candidatos puede sembrar la semilla de un futuro desastre", previno Jiro Nemoto, presidente de la Federación Japonesa de Asociaciones Empresariales (Nikkeiren).

También el común de la gente expresa un sentimiento de desilusión. Según los datos de una reciente encuesta de opinión encargada por el diario Yomiuri Shinbun, sólo 52 por ciento del electorado se muestra dispuesto a votar.

Los analistas políticos entienden que los propios partidos políticos deben ser culpados por este descenso del interés público en el acto electoral.

"La gente se sorprende de que no estén presentes en el debate electoral los verdaderos problemas, que ocupan un lugar muy menor en esta campaña", dijo el analista Masayuki Utsunomiya, de la Universidad de Osaka.

"No se están discutiendo cuestiones importantes, aquellos asuntos que podrían iluminar el futuro del país", añadió Utsunomiya. "Apenas si se ha debatido la política exterior, y nadie ha propuesto discutir las relaciones comerciales con Estados Unidos".

Por cierto, los principales partidos se han concentrado en dos temas: la reforma administrativa del Estado y la posibilidad de aumentar el impuesto a las ventas.

La reforma administrativa, llamada a afectar a la poderosa burocracia japonesa, es un tema que toca el corazón de la gente, que en los últimos años se sintió perjudicada más de una vez por la mala administración de la maquinaria estatal.

Los empresarios creen que el principal blanco de las reformas debería ser el Ministerio de Finanzas. La opinión pública también se queja de ese ministerio, lo mismo que del Ministerio de Salud y Bienestar.

El Ministerio de Finanzas, que fija los presupuestos de todos los demás departamentos y controla los institutos de seguridad social, alcanzó altas cotas de prestigio en la década de los 80, cuando la economía estaba boyante.

No obstante, la quiebra de varias empresas dedicadas a financiar la compra de viviendas, el año pasado y este año, puso al descubierto una cantidad de ineficiencias en el control ministerial de las instituciones financieras privadas.

Cuando el Ministerio de Finanzas propuso entonces un proyecto para destinar cientos de millones de dólares -del dinero de los contribuyentes- para salvar a las compañías en quiebra, la idea fue simplemente inaceptable para los japoneses.

Las culpas del Ministerio de Salud también datan de la década pasada, aunque sus verdaderas implicaciones sólo afloraron el año pasado.

Un escándalo médico de grandes proporciones se produjo cuando pudo demostrarse que el Ministerio permitió en aquel entonces, a sabiendas, que los enfermos hemofílicos fueran tratados con plasma sanguíneo importado que podría estar contaminado con el virus HIV, causante del sida.

Cerca de 1.800 hemofílicos resultaron efectivamente infectados con el sida, de los cuales ya han muerto 400. El Ministerio de Salud, tras haber admitido su culpa, debe pagar ahora millones de dólares en indemnizaciones.

Estos escándalos justifican que la reforma administrativa se haya convertido en un legítimo tema de la campaña electoral.

"Todos los partidos, tal vez con la única excepción del Partido Comunista, se unieron al coro de la reforma administrativa, sólo porque es un asunto de gran atractivo ante la opinión pública", expresó el comentarista político Zenichiro Hibi.

Lo que no se entendería, entonces, es que el pueblo prestara tan poca atención como ha prestado, al debate electoral. La respuesta parece encontrarse en que la mayoría cree que los cambios que se hagan serán meramente cosméticos, ya que ninguno de los partidos quiere de verdad modificar las cosas.

El primer ministro Ryutaro Hashimoto, líder del gobernante Partido Liberal Democrático (LDP), que vuelve a encabezar las encuestas de opinión para las elecciones del domingo, ha anunciado planes para una gran reforma de los ministerios.

Lo mismo han hecho los demás partidos, pero pocos se muestran convencidos de sus propias iniciativas.

"Nada en la historia del LDP indica que el partido pueda estar dispuesto a dar un giro de 180 grados en esta materia", declaró el economista Andrew Shipley a la Revista Económica de Lejano Oriente.

"Incluso si reestructuran los ministerios, esto no significa gran cosa si no reducen el tamaño de la administración", añadió.

La otra cuestión dominante en la campaña electoral es el plan gubernamental para elevar los impuestos al consumo, algo a lo que se opone el empresariado por temor a una caída en el gasto de los consumidores.

Los funcionarios sostienen, sin embargo, que a medida que la economía continúe recuperándose de la recesión de los últimos tres años, las ventas volverán a retomar la tendencia ascendente y el nuevo impuesto aportará los fondos que están necesitando las administraciones locales.

Los analistas juzgan que al no verse propuestas innovadoras por parte de los partidos de la oposición en materia de política económica, es probable que la coalición gobernante vuelva a ganar las elecciones.

Las encuestas predicen que el LDP llevará 33 por ciento de los votos, mientras que su aliado en la coalición, el Partido Social Demócrata, alcanzará la cota de cinco por ciento.

Ello confirma que surgirá otra coalición de gobierno, dominada por el LDP, bajo el nuevo sistema electoral japonés.

El nuevo sistema, sancionado en 1994, determina la elección de 300 legisladores en pequeños distritos, y otros 200 a través de listas partidarias en 11 grandes distritos. Cada votante tendrá que depositar dos votos, uno por un candidato individual y otro por un partido. (FIN/IPS/tra-en/mk/cpg/arl/ip/96

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