Los médicos que operaron hoy de apendicitis al Papa Juan Pablo II excluyeron definitivamente la presencia de un cáncer, como se temía por sus precarias condiciones de salud y por el antecedente de un tumor benigno que le habían extirpado en 1992.
La intervención concluyó exitosamente, afirmó Francesco Crucitti, el cirujano que operó al paciente de 76 años, en nombre del equipo de nueve médicos que participó en la intervención, y excluyó de manera categórica que se hubiera formado un nuevo tumor.
Ante 300 periodistas de todo el mundo, Crucitti expresó que le habían extirpado además las adherencias que se le habían formado en el abdomen, producto de las operaciones realizadas anteriormente, y que fueron necesarios 10 puntos de sutura.
Se trata de adherencias absolutamente normales, aclaró, y añadió que la intervención quirúrgica duró 50 minutos, entre las 07.50 y las 08.40 hora de Italia (05.50/06.40 GMT).
El Papa, quien ha sido sometido en total a seis intervenciones quirúrgicas, se podrá levantar el miércoles, y abandonará el hospital Gemelli de Roma dentro de siete días, el día 15, o incluso antes, dijo Crucitti, para proseguir el período de convalecencia en el Vaticano.
Las "investigaciones realizadas también ayer, incluida una nueva tomografía, y la operación, confirmaron todo lo que nos esperábamos, que se trataba sólo de una apendicitis", subrayó.
Recordó lo dicho en 1992, que el Papa podría morir por cualquier otra causa "pero no por esta", refiriéndose al tumor benigno del porte de una naranja que le extirparon del intestino.
"Tutto bene" ("todo bien"), declaró Crucitti, visiblemente satisfecho, al entrar a la sala de prensa para leer el primer boletín médico y responder a las preguntas de los periodistas.
Explicó que se le había administrado al paciente anestesia general y que la operación había confirmado el diagnóstico clínico de una apendicitis reincidente.
"La exploración regional permitió excluir, una vez más, la presencia de otras patologías", afirmó.
Al responder a una pregunta, Crucitti excluyó tajantemente que existiera algún "secreto" sobre la salud del Papa: "ha llegado el momento de poner término a estas fantasías y yo estoy aquí para decirles la verdad".
Manifestó que el Papa se había despertado de la anestesia de manera absolutamente normal: "el estado de conciencia lo recuperó rápidamente e inmediatamente después fue llevado a su departamento" del décimo piso del hospital romano.
Señaló que habían dado resultados positivos los exámenes histológicos que le realizaron inmediatamente a los tejidos extraídos y que estos se completarán, como es habitual, con otros análisis similares que efectuarán posteriormente.
Los "parámetros vitales, cardiocirculatorios, respiratorios, hematológicos y metabólicos se mantuvieron en la normalidad durante toda la operación", señaló.
El Papa será sometido a un tratamiento con antibióticos, como es la costumbre en estos casos, explicó Crucitti.
Crucitti se negó a referirse a la causa del temblor de la mano izquierda, que, se afirma, sería producto del mal de Parkison que sufriría el Papa, porque dijo que no era de su competencia.
El portavoz vaticano, Joaquín Navarro, informó en una conferencia de prensa que el Papa había transcurrido las horas precedentes a la intervención con la "máxima calma y serenidad".
Dijo que Karol Wojtyla, que inició su pontificado en 1978, se había alzado a las tres de la mañana (01:00 GMT), que había rezado durante largo tiempo en la capilla privada de su departamento del Gemelli y que después había concelebrado misa con su secretario, el obispo Stanislao Dziwsz.
Cuando volvió a su pieza, después de la intervención, afirmó Navarro, preguntó a los médicos cómo había resultado la operación y que apenas estuvo listo el boletín médico, le pidió a una monja que se lo leyera antes que fuera difundido a los periodistas.
Navarro declaró que en el Vaticano la noticia del buen éxito de la intervención se recibió con alivio y alegría, "aunque desde hace mucho tiempo se conocía bien el diagnostico". (FIN/IPS/jp/jc/cr-ip/96