Chile se asoció formalmente este martes al Mercado Común del Sur (Mercosur), considerado el proyecto integracionista más dinámico de América Latina en la presente década.
Con la entrada en vigencia del tratado "cuatro más uno" de asociación y libre comercio, suscrito por cinco presidentes el 25 de junio en San Luis, Argentina, culmina exitosamente una difícil negociación iniciada en septiembre de 1994.
Chile se convierte así en miembro del acuerdo comercial creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, pero se mantiene al margen de la unión aduanera del Mercosur, preservando su estructura arancelaria basada en una tasa única.
Las empresas de este país de 14 millones de habitantes se aprestan a conquistar ahora un mercado de casi 200 millones de consumidores tras "la negociación económica de mayor envergadura suscrita hasta ahora por Chile".
La expresión corresponde al ministro de Relaciones Exteriores, José Miguel Insulza, quien destacó la alta prioridad que tiene para Chile la integración con América Latina, que incluye también una serie de tratados bilaterales.
El país tiene ya acuerdos comerciales con México, Venezuela, Colombia y Ecuador, y espera firmar este año otro con Perú, para seguir más tarde con el Mercado Común Centroamericano y esperar que Bolivia también se asocie con el Mercosur.
El ministro de Economía, Alvaro García, destacó el viernes último que Chile teje una red de integración comercial con América Latina, mientras avanza su negociación de un acuerdo con Canadá.
Permanece, mientras tanto, "congelada" por lo menos hasta 1997 la posibilidad de reanudación de conversaciones con Estados Unidos para la prometida adhesión chilena al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Lo cierto es que la negativa del Congreso estadounidense de octubre de 1995 a conceder el "fast track" al presidente Bill Clinton para ampliar el TLC, fue a la postre determinante para la negociación de Chile con el Mercosur.
Fue sólo entonces que el gobierno de Eduardo Frei despejó ambigüedades en materia de objetivos prioritarios de integración y concentró su esfuerzo en acelerar y clarificar las hasta entonces complejas conversaciones con el Mercosur.
Carlos Mladinic, quien juró el sábado como nuevo ministro de Agricultura de Frei, fue el principal gestor por la parte chilena de la fase final de las negociaciones que tuvieron su primer punto de llegada en San Luis.
Fue en esa ciudad argentina que Frei firmó el 25 de junio el tratado de asociación con sus homólogos Carlos Menem, de Argentina, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Juan Carlos Wasmosy, de Paraguay, y Julio Sanguinetti, de Uruguay.
Los pasos siguientes se cumplieron con alguna dificultad, pero con éxito final en Chile, hasta el 10 de septiembre, cuando el Senado ratificó el acuerdo por amplia mayoría, tras arrancar al gobierno dos compromisos fundamentales.
Estos fueron la rebaja del arancel externo único de Chile de 11 a siete por ciento a partir de 1997 y la inversión hasta el 2000 de 500 millones de dólares en la agricultura, el sector más perjudicado por la asociación con el Mercosur.
A partir del martes, un tercio de los productos que Chile exporta al Mercosur quedaron liberados de aranceles, rebajándose la tasa promedio de ingreso de mercancías a los cuatro países de 8,2 a 3,2 por ciento.
Las importaciones que Chile hace desde Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, sometidas hasta ahora al arancel único de 11 por ciento, tendrán en promedio un gravamen aduanero de 5,6 por ciento.
El tratado prevé que 90 por ciento del universo arancelario, correspondiente a 70 por ciento del comercio recíproco, quedará liberado completamente en el 2004, comenzando con una desgravación del orden de 40 por ciento.
Los llamados productos "sensibles" partirán con una preferencia que oscilará entre 40 y 100 por ciento, para llegar al arancel cero también en ocho años, en tanto los "productos sensibles comunes" lo harán en 10 años.
La desgravación de los "productos sensibles especiales" sólo comenzará en el tercer año del acuerdo, para llegar a cero en el 2006, mientras que la lista de excepciones prevé plazos desde el décimo año para completar las desgravaciones entre 15 y 18 años.
En este último grupo se encuentran los granos y la carne bovina, y sus productores fueron los que mantuvieron mayor resistencia en Chile al tratado, temerosos de no poder competir con los cuatro países del Mercosur.
Lo sustantivo es que en el primer plazo de ocho años quedarán liberados unos 1.000 productos con preferencias otorgadas por el Mercosur y más de 500 por preferencias concedidas por Chile, lo cual representa alrededor de 68 por ciento del intercambio.
Sobre estas bases, Chile espera equilibrar su intercambio con el Mercosur, destino hoy de 11 por ciento de sus exportaciones (unos 1.800 millones de dólares en 1995) y zona de origen de 18 por ciento de sus importaciones (2.700 millones de dólares).
El tratado incluye, además de los aspectos arancelarios, otras disposiciones en materia de complementación económica, con normas en materia tributaria, fitosanitaria, transporte, inversiones e integración física.
Estos otros aspectos son también vitales en la estrategia de Chile, que si bien tiene una relación comercial desventajosa con el bloque, encuentra en él su mayor receptor de inversiones, con 58,2 por ciento de los capitales del país en el exterior.
Los empresarios esperan no sólo mantener, sino aumentar sus inversiones al otro lado de la cordillera de Los Andes y hasta el Atlántico. (FIN/IPS/ggr/ff/if/96