Las divisiones políticas sobre Haití en Estados Unidos continúan manteniendo a ese país como rehén de un destino incierto, en el cual la asistencia internacional para reconstruirlo es todo menos segura, denunció un equipo de expertos.
Un equipo de siete miembros del Instituto Thomas Watson de la Universidad Brown afirmó en un estudio titulado "Haití como rehén", que la política interna estadounidense había jugado un papel negativo en las frecuentes tentativas de una respuesta internacional a la crisis democrática de ese país.
"Hay cierta veracidad en la observación de un alto funcionario del gobierno haitiano cuando dijo que a nadie le importa realmente (Haití), excepto si hace impacto en la Florida meridional", expresó el informe.
Los autores previnieron que "desafortunadamente, la actual controversia de la política estadounidense sobre la credibilidad del ex presidente populista Jean-Bertrand Aristide y su movimiento Lavalas, podría seguir perjudicando el apoyo a la frágil democracia de ese país".
"En gran medida, Haití ha sido mantenido como rehén de políticos partisanos en Estados Unidos, especialmente en este año de elecciones", dijo Robert Maguire, representante para Haití de la Fundación Interamericana y jefe del equipo.
Maguire expresó el miércoles en un foro universitario que el Partido Republicano sigue tratando de explotar la idea que el actual gobierno de Haití no merece el apoyo de Washington.
Señaló que el candidato republicano Bob Dole fue autor de una enmienda para restringir fondos de ayuda humanitaria y formación policial destinados a Haití, tras el asesinato en 1995 de Mireille Durocher Bertin, una abogada derechista.
Los republicanos, en general, han pintado a Aristide como un radical inestable, y han criticado al presidente estadounidense Bill Clinton por enviar tropas en septiembre de 1994 para reponer en el poder al mandatario, luego de tres tres años de dictadura militar.
Esas críticas de los republicanos se han extendido ahora al actual gobierno del presidente René Preval, al que juzgan débil e incapaz de investigar denuncias de derechistas haitianos y algunos medios estadounidenses, sobre asesinatos a supuestos golpistas.
"El resultado es que Haití no dispone del lujo de tener tiempo", arguyó William O'Neill, un miembro del equipo y consultor de la Coalición Nacional por los Derechos de Haití.
Una misión de apoyo de la ONU tiene previsto partir en seis semanas, y otra misión de derechos humanos de la ONU y la Organización de Estados Americanos padece una dramática falta de fondos, dijo.
Debido a que el apoyo internacional para reconstruir a Haití fue creado para que cumpliera rápidamente su cometido, tareas cruciales como el entrenamiento de una fuerza policial de 5.000 hombres para reemplazar a las desacreditadas y ahora disueltas fuerzas armadas, han sido precipitadas.
La policía haitiana recibió solo cuatro semanas de entrenamiento porque Washington estaba ansioso de cumplir el plazo de evacuación de sus tropas en febrero, apuntó. "La instrucción fue inadecuada debido a su brevedad".
"El plazo… fue dictado por consideraciones políticas fuera de Haití", coincidió Larry Minear, codirector del proyecto Humanitarismo y Guerra de la Universidad Brown.
Afirmó que, además de la política interna estadounidense, el hecho de haber invertido varios años en sacar a Haití de la dictadura militar hizo que "el mundo se ocupe ahora de otras crisis más graves".
La cuestión clave para los gobiernos que ayudaron a Haití es ¿será posible "salvar esa inversión cuando parece frágil y tambaleante?".
Con la policía haitiana enfrentada a un creciente problema de criminalidad y la amenaza de desestabilización por ex secuaces de la junta militar, la respuesta podría ser "no", dijo el informe.
"Si bien está considerado como un hecho exitoso entre las intervenciones internacionales, Haití podría dejar de serlo muy pronto", advirtió.
No obstante, Haití logró progresos en los últimos dos años "a pesar de la mala calidad de la ayuda internacional", dijo Maguire.
La nueva policía, si bien es inexperta, significa una notable mejoría respecto a la fuerza concebida por el gobierno estadounidense en 1994, que habría incluído a antiguos oficiales del ejército ajenos a violaciones de derechos humanos.
"Ahora hay nuevos jugadores, no viejos participantes reciclados", subrayó Maguire.
O'Neill expresó su esperanza que la fuerza de paz de la ONU pueda permanecer en Haití por otros seis meses para dar a la democracia del país tiempo de estabilizarse. Algunos funcionarios haitianos y de la ONU dijeron que esa alternativa sería posible cuando se discuta en noviembre, despues de las elecciones.
Sin tener en cuenta quién triunfe en la consulta, la noción de que la reposición de Aristide fue un éxito de la politica exterior estadounidense, podría mover a Washington a seguir apoyando a Haití.
"La opinión mayoritaria es que Estados Unidos invirtió mucho en Haití y ahora no se puede apartar", acotó Maguire. (FIN/IPS/tra- en/fah/paz/ego/ip).
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