Las subvenciones públicas aportan casi un tercio del total de la renta agraria de España, según las cifras finales de 1995 aportadas por el Ministerio de Agricultura y Pesca.
Pero el economista Laureano Lázaro Araujo puntualizó que el agro español no es el único y ni siquiera el más subvencionado. En efecto, los subsidios dispuestos en Alemania equivalen a 45,2 por ciento de la renta agraria de ese país y son los mayores de Europa, según los últimos informes oficiales en la materia.
Además, en esos cálculos sólo se toman en cuenta las subvenciones de explotación y no otras, como el subsidio por desempleo, las ayudas familiares o las pensiones no contributivas, otorgadas a personas que nunca cotizaron a la seguridad social.
La producción agropecuaria aporta 3,3 por ciento del producto interno bruto de España, superior en un punto a la media de la Unión Europea (UE) y muy por debajo de la proporción en Grecia, que es de 14 por ciento.
El porcentaje de mano de obra ocupada en la agricultura continúan en descenso en España, aunque todavía suma nueve por ciento de la población económicamente activa, casi el doble que en la UE.
Mientras, crece la renta agraria por trabajador ocupado, con una tasa anual acumulativa de aumento de 4,6 por ciento.
Las subvenciones aumentaron en grado sumo en España desde su ingreso a la UE, en 1985, y a partir de 1992, cuando el bloque aprobó la Política Agraria Común (PAC).
Esa política está orientada por el propósito de la UE de evitar la competencia en materia agrícola de los países en desarrollo. "La producción agrícola tiene menos defensas que la industrial frente a esa concurrencia", subrayó el catedrático José Miguel Casas Sánchez.
Según Araujo, la cuestión es "si la UE va a poder mantener indefinidamente la actual PAC".
Podrá hacerlo hasta el 2000, pero no hay certezas para los años siguientes, a la vista de la ola liberalizadora del comercio mundial impulsada por los acuerdos multilaterales que crearon la Organización Mundial de Comercio. (FIN/IPS/td/ff/if/96