Una misteriosa epidemia, que ya causó diez muertes en un mes y que cada día afecta a más personas, se extiende por Alcalá de Henares, la tierra natal de Miguel de Cervantes, el padre de la literatura española.
Con la aparición este viernes de once nuevos casos, las personas afectadas totalizan 192, de las cuales 45 permanecen internadas.
Mientras el defensor del pueblo Fernando Alvarez de Miranda, designado por el parlamento, exige que se investigue y se coordinen las acciones para frenar la epidemia, la mayoría de los médicos creen estar en presencia de la "legionella".
Por ese nombre se conoce a una enfermedad detectada en 1976 en Pensylvania, Estados Unidos, en un hotel donde se celebró una convención de veteranos de la Legión Americana.
Tras la epidemia, que cobró decenas de víctimas, los científicos determinaron que un virus se había expandido por las tuberías del aire acondicionado.
En Alcalá de Henares la infección parece haber llegado a través de las tuberías de agua corriente y desde éstas a las personas al ducharse, según las autoridades sanitarias nacionales.
El médico Vidal Montes señaló que el germen llega a los pulmones de las víctimas por las vías respiratorias, provocando desde leves catarros hasta neumonías, según el tiempo de exposición y la fortaleza física de las personas afectadas.
La primera medida de las autoridades de Alcalá, ciudad ubicada a 20 kilómetros de Madrid de 168.000 habitantes, fue triplicar la dosis de cloro vertida para purificar el agua. Pero ello provocó colitis y dolores de estómago en parte de la población, y la legionella, si se confirma que se trata de ella, sigue actuando.
Las autoridades municipales de la ciudad, sede de una de sus más antiguas universidades, se niegan a aceptar que se trate de la legionella y que el mal esté localizado en 13 puntos de las tuberías de agua.
Según dijeron, el foco está sólo en la zona norte de la ciudad.
Muchos de los vecinos recuerdan y comentan angustiados que quince años atrás otra epidemia sacudió a España y que también entonces se estuvo hablando durante semanas de un brote de legionella.
Meses después se comprobó que la epidemia, que afectó a miles de personas y mató a centenares, se debió a la ingestión de comidas preparadas con aceite de colza adulterado.
La "picardía" de unos comerciantes inescrupulosos, que alteraron químicamente un aceite de uso industrial para venderlo como si fuera de oliva, todavía mantiene abiertos juicios y centenares de personas enfermas.
Nadie se atreve a afirmar una u otra posibilidad, aunque el presidente de la Organización de Consumidores y Usuarios, Juan del Real, encontró "un cierto paralelismo con el síndrome de la colza en sus comienzos, ya que se desconocen las causas verdaderas".
Los vecinos de Alcalá, por las dudas, beben sólo agua mineral traída de otras regiones mientras en Madrid nadie bebe agua de Alcalá, pero quienes viven en esa pequeña ciudad siguen expuestos a la inhalación de vapores.
La consejera (ministra) de Sanidad de Madrid, Rosa Posada, ha intentado tranquilizar a los pobladores de Alcalá y dijo que en unos 15 días se conocerán los resultados de análisis realizados a los pacientes. "No se descarta ninguna posibilidad", afirmó.
Mientras tanto, los pacientes continúan llegando a los hospitales, se producen nuevas muertes y aumenta la angustia porque han empezado a enfermar personas más jóvenes.
La histórica Alcalá de Henares, en la que todos los años los reyes de España entregan el premio Cervantes a un escritor en lengua española, sigue con el sueño alterado. Se llame legionella o tenga otro nombre, una misteriosa epidemia no la deja dormir en paz. (FIN/IPS/af/dg/pr-he/96