El viaje del secretario de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher, fue atribuida a un interés electoralista del presidente Bill Clinton en el gabinete de Francia, lo que provocó un intenso intercambio de reproches.
Este episodio se sumó a una larga serie de desavenencias entre Washington y París, referidas a Medio Oriente, a las leyes de Estados Unidos contra Cuba, Irán, Iraq y Libia, la gestión de la OTAN y la reelección de Boutros Boutros-Ghali al frente de la ONU.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos Nicholas Burns reprochó al viceministro encargado de Cooperación de Francia, Jacques Godfrain, en términos que Washington reserva usualmente a los países que denomina "renegados" (Cuba, Irán, Irak y Libia, entre otros).
"Monstruosas, infundadas e injustificadas" fueron las palabras empleadas por Burns en réplica a declaraciones de Godfrain respecto de la gira de Christopher por Africa este mes. "No sé si ha estado viviendo debajo de una roca o qué", agregó el funcionario estadounidense.
Godfrain había sostenido que el viaje de Christofer fue una jugada proselitista del presidente Bill Clinton para mejorar su imagen entre la ciudadanía negra con miras a las elecciones de diciembre.
"Bill Clinton nunca estuvo en Africa, no mencionó a Africa en su discurso ante la Asamblea General de la ONU y rebajó 15 por ciento la asistencia al desarrollo de su país", recordó el ministro francés.
"Estoy encantado de que el presidente se muestre interesado por Africa y la convierta en prioridad tres semanas antes de las elecciones", ironizó.
Estas declaraciones elevaron la temperatura en el Departamento de Estado y, en consecuencia, Burns estuvo hablando de ellas sin parar desde el viernes pasado.
"Algunos en París se engañan y creen que ciertas partes de Africa deben ser la reserva o el dominio de una potencia colonial o, más bien, de una ex potencia colonial", afirmó este martes.
Godfrain "debe retractarse" de "los más vulgares comentarios hechos desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia", agregó Burns.
El portavoz del Departamento de Estado se mostró alarmado por que las críticas procedieran de "un gobierno aliado a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que critica al Secretario de Estado".
El sarcasmo de Godfrain y la acalorada réplica de Burns constituyeron el último de una serie de incidentes irritantes en las relaciones entre Francia y Estados Unidos.
Washington y París han discrepado en torno a la designación del comando militar de la OTAN, a la reelección de Boutros-Ghali en la Secretaría General de la ONU (Organización de Naciones Unidas) y a las soluciones que proponen para los conflictos en Medio Oriente.
También se intercambiaron cuestionamientos cuando Estados Unidos aprobó leyes destinadas a desalentar las inversiones europeas en Cuba, Irán, Iraq y Libia, cuatro de los "países renegados" y cuando Chirac abrazó a un enemigo de Washington, el presidente de Colombia, Ernesto Samper.
El presidente de Francia, Jacques Chirac, "tiene un montón de problemas domésticos", por lo que "no sorprende que juege su carta 'gaullista"', explicó un funcionario del gobierno de Clinton.
Charles de Gaulle se negó, mientras ejerció la presidencia de Francia, a seguir la línea definida por Estados Unidos durante la guerra fría, en el marco de un mundo bipolar.
Más que cualquier otro líder europeo, De Gaulle sostenía que su continente debía actuar con criterio propio y no seguir los pasos de Washington.
Chirac se identifica como el principal heredero político de De Gaulle, a pesar de que su gaullismo tuvo algunos retrocesos. El jefe de estado anunció el año pasado, por ejemplo, que Francia revertiría 30 años de resistencia y reintegraría sus fuerzas militares a la OTAN, dominada por Estados Unidos.
Pero Chirac aclaró que ello no ocurriría a menos que Washington permitiera que un funcionario europeo se hiciera cargo del comando sur de la OTAN. Estados Unidos rechazó la idea.
París mostró sus uñas en otras ocasiones. Chirac envió en abril a Medio Oriente al ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Herve de Charette, con la misión de negociar un cese de hostilidades entre Israel y el Hezbollah de Líbano.
Christopher, quien pasó casi dos semanas en la región con el mismo objetivo, se "enfureció" con la intervención francesa, especialmente cuando París solicitó la cooperación de Irán, de acuerdo con distintos informes.
Del mismo modo, las gestiones de Francia para aflojar el embargo dispuesto por la ONU sobre Iraq no recibieron el beneplácito de Washington.
Al gobierno de Estados Unidos tampoco le agradó que Francia se negara a respaldar los bombardeos contra territorio iraquí en septiembre.
El abrazo entre Chirac y Samper, en agosto, y la propuesta del líder francés de crear un consorcio internacional para comprar la cosecha de coca en América del Sur echaron sal sobre un vínculo lastimado.
Francia, además, fue uno de los países que mayor alarma manifestó ante el cada vez más frecuente uso de sanciones comerciales unilaterales por parte de Estados Unidos contra los "países renegados", especialmente aquéllos con los que París ha tenido tradicionalmente vínculos estrechos.
Chirac advirtió a Clinton en agosto que adoptará "represalias inmediatas" si empresas francesas resultan castigadas en el marco de una ley estadounidense que procura limitar la inversión extranjera en los sectores de petróleo y gas natural de Libia e Irán.
Las compañías Total y Elf, abanderadas de Francia en esos sectores, son fuertes inversoras en esos "países renegados".
Francia también se cuenta entre los países de la Unión Europea que promueven una queja formal ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) respecto de esa ley y la denominada Helms-Burton, que procura desalentar las inversiones extranjeras en Cuba.
París también se lamentó a inicios de mes cuando Washington excluyó a Europa de la cumbre de emergencia en la Casa Blanca para restaurar las conversaciones de paz entre Israel y Palestina.
Europa suministró mucho más financiamiento a la Autoridad Nacional Palestina que Estados Unidos, pero se vio relegada al margen del proceso de paz.
La campaña contra Boutros-Ghali asumida por el Washington también enfureció a París, ferviente partidaria de la permanencia del diplomático egipcio al frente de la ONU.
"Francia percibe una motivación política en la posición de Estados Unidos. Cree que Clinton se previene así de los ataques de su contrincante electoral, Bob Dole. Y, francamente, tienen razón", dijo un funcionario en Washington, quien reclamó reserva sobre su identidad.
El mismo informante criticó, sin embargo, el papel de Francia en Africa. "De un modo u otro, París respaldó a todos los 'chicos malos' en Liberia y en Ruanda", recordó. (FIN/IPS/tra- en/jl/mj/ip/96