El Banco Mundial debe lanzar una investigación independiente sobre la muerte el mes pasado de cinco huelguistas en una represa en construcción en el pequeño reino africano de Lesotho, exigió un grupo ambientalista con sede en California, Estados Unidos.
La Red Internacional Ríos (IRN) hizo un llamado al Banco Mundial, el cual entregó 110 millones de dólares en préstamos para la construcción de la represa de Katse, para que averigue lo sucedido durante enfrentamientos con la policía de empleados locales de cinco empresas extranjeras.
El Banco Mundial debe "asegurar que se realice una investigación imparcial e independiente, y que los responsables de esta tragedia sean llevados ante la justicia", demandó Lori Pottiger, de la campaña para Africa Austral de IRN.
Donal O'Leary, gerente del proyecto del Banco Mundial en Washington, señaló que la institución financiera no entregó fondos para el contrato particular en el sitio en que sucedieron las muertes.
En una carta dirigida a IRN, O'Leary dijo que el Banco Mundial "está profundamente preocupado por este desafortunado incidente, y se propone informarse sobre lo sucedido y los pasos tomados para rectificar la situación".
Además, el Banco Mundial "supervisa la situación, en particular en relación a la compensación de las familias de las víctimas".
Según la carta, la Autoridad para el Desarrollo de Lesotho informó al Banco sobre la realización de reuniones entre representantes de los contratistas y trabajadores, para resolver los temas laborales.
La construcción de la represa, que sólo requiere 10 por ciento del trabajo para que la obra quede finalizada, fue realizada durante los últimos 10 años por un consorcio de cinco empresas de ingeniería: la inglesa Balfour Beatty, las francesas Campenon Bernard y Spie Batignolles, la alemana Ed Zblin y la LTA de Sudáfrica.
La represa de Katse fue diseñada para desviar las aguas del río Naranja, conocido localmente como Senqu, a la zona industrial de Sudáfrica.
Asimismo, deberá ser una pieza central del más ambicioso Proyecto de Aguas de las Tierras Altas de Lesotho, pequeño país enclavado dentro del territorio de Sudáfrica. El costo del proyecto es de 8.000 millones de dólares.
El proyecto de Lesotho tiene por objetivo resolver los problemas de la región de Transvaal, hogar de un cuarto de la población de Sudáfrica y la mitad de sus industrias.
En 1998, la represa deberá brindar 18 metros cúbicos de agua por segundo mediante un complejo sistema de 82 kilómetros de nuevos túneles a Sudáfrica, y 72 megavatios de potencia.
Los trabajadores en la obra comenzaron las protestas contra las empresas en mayo, para destacar que los de Lesotho recibían menor salario que los de Sudáfrica, y que la Unión de Trabajadores de la Construcción de Lesotho había dejado de ser reconocida. Además, se quejaron de acoso policial.
Una nueva ola de protestas comenzó el 5 de septiembre. Hace dos semanas, unos 2.300 trabajadores fueron despedidos, y la policía desalojó a otros del sitio de la obra a pedido de los empleadores.
La policía "la emprendió contra los trabajadores mientras manifestaban pacíficamente y no destruían ninguna propiedad", sostuvo una declaración del Consejo de Organizaciones no Gubernamentales de Lesotho.
Los efectivos de seguridad "utilizaron gran cantidad de gas lacrimógeno, y abrió fuego contra los trabajadores cuando estos comenzaron a huir", indicó la declaración, y añadió que los disparos continuaron contra ambulancias que llegaron a asistir a los heridos, mientras el conductor de una ambulancia fue detenido y herido de bala.
Comunidades y grupos locales se han quejado de que el conjunto del proyecto es un desastre social y ambiental.
Moea Ramokoatsi, del Grupo de Acción de la Iglesia de las Tierra Altas, que vive cerca de Katse, sostiene que la gente "no cree que pueda salir nada bueno del proyecto, y lo ve como un monstruo que los tragará".
Activistas también señalan que la prostitución en los campos de construcción aceleró la difusión del sida, la fiebre tifoidea y otras enfermedades.
John Rome, gerente del Banco Mundial, sostiene que los indicadores de salud han empeorado, pero esto se debe "en parte a que hay mejores caminos, y la gente tiene la oportunidad de llegar al hospital y quejarse", y añade que ahora el personal de salud puede brindar más servicos a la comunidad.
Sin embargo, el Banco Mundial admite algunos problemas.
"El desfasaje temporal entre promesas de mejoras y su puesta en práctica aumentó la preocupación de la comunidad sobre el beneficio real del proyecto", indica un informe preparado por un panel de expertos de la institución financiera. (FIN/IPS/tra-en/pc/yjc/lp/lb-hr-en/96