CUBA: Doscientos mil evacuados a causa del huracán Lili

El huracán Lili cambió el rumbo previsto por los meteorólogos y provocó severos daños a la agricultura de Cuba, y unas 200.000 personas debieron ser evacuadas.

El huracán entró a la isla el viernes por Matanzas, 101 kilómetros al este de la capital, y cuando pareció que seguiría curso noreste hizo un viraje súbito, para arrasar otras provincias.

Matanzas, Villa Clara, Sancti Spiritus, Cienfuegos y el municipio especial Isla de la Juventud, con 2,3 millones de habitantes y 34.562 kilómetros cuadrados de superficie, sufrieron directamente el impacto de Lili, que alcanzó vientos de 185 kilómetros por hora.

Las lluvias, las inundaciones y la invasión del mar afectaron otras regiones del país y aún seguían amenazantes tras el paso del octavo huracán de esta temporada.

Como promedio, Cuba es afectada por un huracán cada tres años y octubre es tradicionalmente el mes más peligroso, aunque la temporada ciclónica se prolonga del 1 de junio al 30 de noviembre.

Fuentes del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil reportaron un total de 200.000 personas evacuadas, entre ellas los 4.000 habitantes de dos comunidades violentamente inundadas por el mar, y 1.700 turistas que se encontraban en un cayo al sur de La Habana.

Museos de La Habana Vieja, que ha sido declarada por la UNESCO Patrominio de la Humanidad, escuelas, centros de trabajo y hasta locales del Consejo de Estado sirvieron de albergue a los más de 64.000 habitantes de la capital que debieron ser evacuados.

El teniente coronel Heriberto Díaz Pérez catalogó los efectos de Lili como "severos", e informó como daños "preliminares" de 26.000 viviendas dañadas y 3.000 totalmente destruídas.

En Cienfuegos, 336 kilómetros al este de La Habana, donde Lili azotó con más fuerza, 2.000 viviendas se perdieron totalmente, otras 10.000 sufrieron deterioro, las ventanas de dos pisos del hospital provincial "salieron volando" y 6.000 toneladas de alimentos almacenados se impregnaron de humedad.

"Lo más importante es que hasta el momento no se ha reportado ni una pérdida humana", dijo Díaz. Ese hecho fue atribuido por fuentes oficiales a la forma en que se preparó a la población para enfrentar el desastre.

"No alarmar por gusto a la población", una máxima que reinó en Cuba durante años, fue sustituida por una información abundante y sistemática que permitió tomar precauciones y prepararse "para lo peor".

"Ahora hay que ver qué sucederá cuando salga el sol", advirtió Esteban Lazo, presidente del Consejo de Defensa de la capital cubana, y recordó que los peligros de derrumbe aumentan cuando la lluvia pasa.

Con un nivel menor de precipitaciones al esperado, Lili provocó 53 derrumbes parciales en La Habana, de ellos 31 en el casco histórico, y las autoridades no descartaban más daños.

Libre de volcanes, con un área muy reducida de su terrirorio nacional afectada por sismos, la población de la mayor de las islas del Caribe sufre, sin embargo, las consecuencias de hallarse en una de las regiones del planeta más azotada por huracanes.

Con un fuerte peso agrícola en su economía, dependiente de la caña de azúcar como su primer renglón exportable, los cubanos están acostumbrados a que los ciclones acaben, en un día, con el trabajo de meses y hasta de años.

"Un ciclón siempre implica gastos imprevistos para el gobierno, pero, además, el huracán Lili puede retrasar la recuperación del tabaco y del azúcar tras la crisis de los últimos años", dijo a IPS un profesor de la Universidad de La Habana.

La economía cubana creció 9,6 por ciento en el primer semestre de este año y, según los pronósticos oficiales, se espera terminar el año con un aumento de cinco por ciento del producto interno bruto (PIB).

Ese crecimiento, que podría ser inferior a lo aguardado, como consecuencia del desastre natural, es considerado insuficiente por autoridades y expertos, dado el bajo nivel de actividad del que parte el cálculo.

La crisis, comenzada en 1990, cuando Cuba perdió sus principales socios comerciales del bloque socialista de Europa, determinó una caída del PIB de 34,3 por ciento entre 1989 y 1993.

De acuerdo con la información preliminar, Lili perjudicó seriamente las plantaciones de cítricos de exportación, los semilleros de tabaco que deben garantizar la cosecha del próximo año, los campos sembrados de caña de azúcar y cientos de hectáreas destinadas a la producción de alimentos.

Ochenta por ciento de las plantaciones de banano situadas en las cercanías de la capital resultaron destruidas y el gobierno movilizo a unos 5.000 trabajadores para salvar, en lo posible, la fruta.

"Lo único que no necesitábamos ahora los cubanos era un ciclón", dijo Aurelio Gómez, un vecino de La Habana que después de 20 horas de apagón recuperó la luz eléctrica, pero sigue sin servicio de agua potable y sin teléfono. (FIN/IPS/da/ff/pr/96

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