COSTA DE MARFIL: Cazadores tradicionales se vuelven policías

Los "Dozos" de Costa de Marfil eran felices de trabajar en sus granjas de día y cazar de noche, pero la incapacidad policial para frenar la ola de crímenes llevó a miembros de ese grupo secreto a asumir el papel de vigilantes.

Fáciles de reconocer por sus tradicionales túnicas grises de algodón, los dozos pueden ser vistos actuando como policías extraoficiales en aldeas y pequeñas poblaciones de Costa de Marfil.

Cazador es el equivalente más proximo a "Dozo", una palabra en lengua malinke que se habla en varias naciones de Africa Occidental, incluyendo Costa de Marfil, Guinea, Guinea Bissau y Mali. No obstante, "cualquiera puede convertirse en cazador, pero no todos son dozos", explicó Kone Nalourga, un jefe dozo.

"Un cazador que pretende ser dozo debe ser iniciado em nuestro culto, en el cual la disciplina y el sigilo son las primeras virtudes que aprende", dijo.

"Tenemos nuestra asociación de dozos que es internacional, porque la mayoría de nosotros viene de Mali, Guinea, Burkina Faso y Ghana. Sin embargo, tenemos una jerarquía, por la cual las órdenes son cumplidas a través de una cadena de comando", explicó.

Según Mebana Traore, jefe de los dozos del norte de Costa de Marfinl, el grupo generalmente se ocupa de sí mismo pero se ha visto obligado a adoptar una posición social.

"Somos gente reservada que prefiere la soledad, pero la proliferación del bandidaje en los últimos años nos ha llevado a patrullar de noche los caminos", declaró recientemente a la prensa. "Por nuestra naturaleza y formación espiritual, tenemos una responsabilidad hacia la comunidad".

"La gente se ha convertido en víctima de individuos que la atacan y despojan del producto de años de trabajo", agregó.

El crimen es uno de los problemas más graves en esta nación de Africa Occidental. Los observadores atribuyen el fenómeno a la reducción del ingreso y el creciente desempleo, resultante del programa de ajuste estructural iniciado en 1990.

Cerca del 60 por ciento de la población activa del país, estimada en cuatro millones, no tiene trabajo, según analistas independientes.

Los robos son cosa común y las estadisticas policiales revelan que no menos de 25 autos son arrebatados diariamente a sus propietarios a punta de pistola en Abidjan, mientras los bandidos merodean por todos los caminos del país.

La fuerza policial de 10.000 agentes se encuentra vastamente distribuída de modo que en las áreas rurales donde existen escasas fuerzas de seguridad, los dozos han tenido una cálida recepción.

Los cazadores, que suman alrededor de 23.000, funcionan como una suerte de policía comunitaria. No reciben pago alguno, pero las familias normalmente contribuyen con pequeñas sumas mensuales para proveerlos del equipo básico como linternas, baterías y fósforos para sus patrullajes nocturnos.

El gobierno no comparte el punto de vista comunitario sobre los dozos. En su opinión, el grupo no debería asumir funciones policiales.

"Los dozos son una fuerza paralela cuyas operaciones son irregulares", declaró el ministro de Seguridad, Marcel Dibonan Koni, en una reciente entrevista. "No estoy de acuerdo con una policía paralela. Estamos en un país organizado y debemos ser cuidadosos".

"Los dozos deben hacer lo que saben y dejar aquello que no constituye su vocación", expresó.

Sin embargo, los residentes rurales afirman que los cazadores juegan un papel clave en su protección y, hasta que comenzaron a vigilar aldeas y caminos, la gente se vió a merced de bandas de criminales.

"Justamente se debe a la falta de suficientes policias que los dozos realizan esas tareas", apuntó Mono Camara, una comerciante del norte. "Son indispensables. Decir que deberían ser prohibidos no es una solución. Deberían ser organizados porque sirven a los intereses públicos".

"Los dozos tienen que ser mantenidos en lugares donde no hay policías. El problema de su legalidad es infundado. ¿Acaso los bandidos que nos asesinan viven en la legalidad?", demandó.

Un policia que declinó ser identificado por temor a desagradar a sus superiores dijo que estaba muy agradecido de la asistencia prestada por los cazadores a sus colegas.

"Trabajo en un distrito donde somos muy pocos", dijo. "Los dozos nos asisten arrestando ladrones por la noche y trayéndolos al puesto policial. Otros pueden decir que tienen problemas con los dozos, pero nosotros no nos podemos quejar", apuntó.

Los dozos dijeron que cualquiera que pretenda el cese del patrullaje en sus comunidades primero deberá adoptar adecuadas medidas de seguridad.

"Si los políticos no quieren reconocer el benévolo servicio que prestamos a nuestras comunidades, mejor todavía, pero no deben olvidar que nosotros tambien pertenecemos a esas comunidades", manifestó Kone Nalourga. (FIN/IPS/tra-en/md/kb/ego/pr).

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