La confusión sobre las características del sufragio, la apatía juvenil y actos de violencia al interior de los pactos electorales, caracterizan en Chile el escenario previo a los comicios municipales del domingo 27.
Las encuestas muestran que 80 por ciento de los ciudadanos no conoce cabalmente el sistema de designación de alcaldes y concejales, e informes del Servicio Electoral indican que unos 600.000 jóvenes no se inscribieron en los registros de votantes.
Los sondeos indican igualmente que no habrá mayores cambios en la correlación de fuerzas políticas y que la oficialista Concertación por la Democracia, formada por cuatro partidos de centro e izquierda, permanecerá como coalición mayoritaria.
La Concertación debe mantener un apoyo de alrededor de 45 por ciento, 10 puntos por encima del derechista Pacto Unión por Chile, distribuyéndose los votos restantes entre el opositor Partido Comunista y otros grupos menores.
Marcadas por un fuerte acento local en los diversos municipios, las campañas proselitistas incluyeron en los últimos días actos aislados de violencia, protagonizados paradojalmente entre partidarios de candidatos de una misma lista o coalición.
En el municipio santiaguino de Vitacura resultaron heridos varios jóvenes la semana pasada, cuando chocaron en actividades de propaganda brigadas de los partidos Renovación Nacional y Unión Demócrata Indepediente, ambos de la oposición derechista.
En San Joaquín, otro de los 34 municipios de Santiago, se enfrentaron el domingo adherentes de la Democracia Cristiana y el Partido Por la Democracia, las fuerzas mayores del oficialismo, con un saldo de varios heridos y un camión incendiado.
Como excepción, en Cerrillos, otra comuna capitalina, un dirigente comunista fue golpeado por un candidato de derecha y sus hijos, quienes lo acusaron de haber rayado uno de sus murales de propaganda con la palabra "degenerado".
Entre mutuas recriminaciones, tanto los dirigentes máximos de los partidos gobernantes como de la oposición han hecho llamados a deponer las pasiones que generan enfrentamientos nocturnos en la disputa de muros y postes para exhibir propaganda.
Más que de estos desbordes de violencia, las autoridades y los partidos aparecen preocupados de instruir a los 8,07 millones de votantes sobre la forma en que deben marcar su preferencia, para evitar un alto porcentaje de papeletas nulas.
La mayoria de los ciudadanos cree, erróneamente, que puede marcar dos preferencias en la célula, una por su candidato a alcalde y otra por un concejal, en circunstancias de que debe votar por sólo una persona.
"No hay que confundirse: el ciudadano no está eligiendo con su voto al alcalde, sino a un candidato a ocupar ese cargo", señaló el director del Servicio Electoral, Juan Ignacio García, al explicar el complejo mecanismo de votación.
La ley municipal, reformada en 1995, determinó la elección directa de los alcaldes, a diferencia de los anteriores comicios de 1992 en que la jefatura comunal recaía directamente sólo en quien obtuviera 35 o más por ciento del total de votos.
Si no se daba esa circunstancia, correspondía que el concejo municipal designara al alcalde, lo cual dio lugar en unos casos a negociaciones para dividirse el período entre dos concejales y en otras a extrañas y polémicas alianzas.
Ahora, será alcalde el candidato o candidata a concejal que obtenga la primera mayoría comunal, siempre que su lista logre a su vez más de 30 por ciento del total de sufragios, lo cual "no es muy fácil", precisó García.
Si no se dan esas circunstancias, se aplicará una segunda opción, según la cual será alcalde quien obtenga la primera mayoría dentro de la lista más votada en el municipio, aún cuando ninguna haya llegado a 30 por ciento.
El sistema prevé una tercera posibilidad, en que una lista con la más alta votación podra conquistar la alcaldía para su candidato a concejal con mayor respaldo, aún cuando éste no haya alcanzado la primera mayoría en la comuna.
"Si bien son sutiles las diferencias, ellas hacen distintas las tres posibilidades", puntualizó el director del Servicio Electoral, empeñado en advertir que no hay voto directo por alcalde, pero sí elección directa del jefe municipal.
García puntualizó que en Chile hay tres sistemas electorales: el uninominal para los comicios presidenciales, el binominal de las elecciones de senadores y diputados, y el proporcional para las municipales.
El más controvertido es el binominal de las parlamentarias, impuesto por la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90), que determina la elección de sólo dos cargos en cada circunscripción senatorial o distrito de diputados.
Con este mecanismo se obliga a los partidos a agruparse en pactos y coaliciones, y en la práctica se excluye a las fuerzas menores, como los comunistas, que con un apoyo de ocho por ciento del electorado no están representados en el parlamento.
Los próximos comicios municipales darán una radiografía más completa de la infuencia de las diversas tendencias en un país que ve apagarse progresivamente el interés por participar en política que marcó el fin de la dictadura.
Esta apatía es manifiesta en el caso de los jóvenes, que para el plebiscito presidencial de 1988 en que se derrotó a Pinochet eran 20 por ciento del universo electoral, y que ahora representan sólo nueve por ciento, según señaló García. (FIN/IPS/ggr/ag/ip/96